—¿Y qué puñetas significa eso?
Cuando las palabras salieron de los labios de la pequeña, las tres Moiras desaparecieron de Delfos y este se transformó en un lugar muy parecido al Olimpo. Bien organizado, con semidioses y criaturas mitológicas caminando de un lado a otro. En cuanto las Moiras se marcharon, el mundo mágico en el que habían estado se evaporó. Y prácticamente en el mismo momento, Zeus desapareció del templo con cara de pocos amigos.
—Ese es el problema con las Moiras, siempre dicen las cosas de un modo interpretativo.
Zoe no pudo evitar pensar en ellas como alguna especie de oráculo o algo por el estilo.
—En otras palabras —concluyó, evaluando la situación con cuidado—, nadie las entiende.
Era frustrante. Se suponía que las Moiras debían servir de ayuda, enseñarla a entender qué era lo que debía hacer, qué le deparaba el futuro, cuál era su destino. Pero solo le habían ofrecido más palabras y acertijos que descifrar. Que los dos dioses que la acompañaban se sintieran tan confusos como ella no ayudaba en nada.
¿Qué se suponía que iban a hacer ahora? ¿Existía algún otro oráculo al que acudir o iban a improvisar?Hermes la guio por Delfos, ofreciéndole unos instantes de paz. Zoe sabía que de haber querido podrían haber ido directamente al Olimpo. Pero eso conllevaría sumergirse de nuevo en el problema que no habían solucionado, e intentar deducir qué narices querían decir las tres pequeñas diosas con sus extravagantes palabras.
«El futuro del mundo depende de las decisiones que tome la persona correcta».
La primera pregunta que surgía era quién era la persona correcta. Zoe podía deducir qué significaba eso. Se suponía que ella era la diferencia, ella era quien debía hacerse pasar por una diosa. Y si la conclusión más lógica era pensar que ella era la persona correcta, el futuro del mundo tenía un serio problema. Sí, señor.
Por otro lado, en ningún momento las Moiras habían asegurado que las decisiones que tomara dicha persona fueran para el bien del mundo. Tal vez su futuro era ser destruido. Tal vez la persona correcta no era ella, sino Hera, que con su muerte había creado el caos. ¿Qué pasaría si estaban equivocados? ¿Y si el destino del mundo no era ser salvado, sino terminar destruido?
Zoe sacudió la cabeza, intentando eliminar esos nefastos pensamientos. Si empezaba a pensar así, seguro que el mundo no tendría demasiadas esperanzas.
—¿Y ahora qué? —decidió preguntar después de minutos en silencio. Hermes, que caminaba a su lado, le dirigió una mirada de reojo.
—¿Ahora qué, de qué?
—Pues... ¿Qué hacemos? ¿Cómo descubrimos a los traidores? Habrá algún modo, ¿no? —Ante la impaciencia de la joven, Hermes esbozó una tenue sonrisa que no llegó a los ojos.
—Y lo hay: el plan B. Zeus esperaba que las Moiras pudieran revelarle algo mucho más trascendental, siempre ha dependido demasiado de su futuro.
—¿Y cuál es el plan B? —recalcó, volviendo al tema que realmente importaba. Hermes detuvo el paso.
—Parece que tienes prisa.
Zoe, que había dado un par de pasos de más, se dio la vuelta quedando frente al dios.
—Solo quiero terminar con esto cuanto antes, cumplir con esa dichosa promesa y salvar este maldito mundo.
—Me parece muy curioso que maldigas aquello que pretendes salvar —Zoe suspiró, volviendo a retomar la marcha con cierto pesar.
—Por desgracia, mi hermana pequeña vive en este mundo. Así que si pretendo salvarla, que es lo único que me importa, debo mantenerlo en pie. Si hubiera otro modo, enviaría este mundo a freír espárragos.
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Hera
Romance¿Qué pasaría si el mundo dependiera de tu capacidad por hacerte pasar por otra persona? ¿Y si además, quien debes fingir ser es ni más ni menos que una Diosa Griega?