Hola!! En este capítulo pongo un aviso antes. Este es precisamente una de las razónes por la que es PG-13. Contiene escenas sexuales explicitas. Las he marcado en negrita, por si alguien quiere saltarselas. ^^ Esta historia contiene este tipo de relatos de un modo bastante necesario.
Como sabeis, Zeus es uno de los Dioses mas libertinos que existen, así que la experiencia con Zoe desvela mucho sus sentimientos y el modo en que cambian. No obstane, podeis saltaros el trozo si no os gusta leer este tipo de cosas (aunque sé que sí...) ;) jujuju
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Zoe miró hacia el Monte Olimpo una vez más. Estaba preocupada por Hermes, pero entendía por qué no podían ir a buscarlo, del mismo modo que entendía por qué debían ir hacia las montañas de los Gigantes.
Gracias a los Dioses, o en este caso a un Dios; Hermes, las sirenas no los habían seguido. No obstante, Zeus la advirtió que era muy posible que en las montañas de los Gigantes hubiese muchas más. Esa era otra de las razones por las que tenían que encerrar la parte humana de Zoe. Sería prácticamente imposible llegar hasta los Gigantes si ella seguía oliendo como una humana. Llamaría demasiado la atención de las sirenas, y no podrían seguir su camino. Los Rocs estaban reteniéndolas a duras penas, pero había demasiadas, y la lucha que mantenían contra las Oceánides no facilitaba el trayecto hacia las montañas.
― ¿Estás preparada? ―preguntó la voz grave de Zeus detrás de ella. Zoe miró un instante más el monte Olimpo y luego se giró hacia él con una sonrisa resignada en el rostro. ― Sabe cuidarse solo. Nos encontraremos en las montañas, como mucho en el Olimpo. Te lo aseguro.
Zeo, todavía preocupada, escudriñó el Monte Olimpo a lo lejos intentando ver alguna señal de lo que el Dios decía. Algo estúpido, pues aunque Hermes siguiera allí, jamás lo vería a esa distancia. Luego se giró con decisión y le dedicó una tenue sonrisa.
― Lo sé. Dijo que cuidaría de mí. Y aún me debe una promesa...
Zeus frunció levemente el ceño, pero asintió con la cabeza y con un gesto señaló que lo siguiera. Zoe, sin añadir nada ante su expresión, obedeció su muda petición en silencio.
Unos segundos más tarde se encontraban en una especie de reunión brillante de seres flotantes. Las Silfides estaban congregadas en un semicírculo que los dejaba a ellos en medio. Zoe miró a las jóvenes aladas con interés. Solo una, la misma que había visto al despertar, estaba de pie en medio del claro junto a ellos.
La joven centellante abrió la boca para decir algo, y de sus pequeños labios rosados brotó esa dulce melodía de campanillas repiqueteando. Zeus pareció entender lo que decía la Sílfide.
― Lo sé ―dijo sin más.
Zoe no había entendido absolutamente nada. La joven alada la miró ahora a ella y volvió a decir algo con esa melodiosa música. Zoe intentó entenderla, algo absurdo, sin duda. Fue Zeus quien tradujo.
― Dice que debes sentarte en el centro del semicírculo.
Zoe obedeció sin vacilar. Se sentó de rodillas en el suelo de un modo casi calculado y respiró hondo. Esperaba sentir dolor al instante, como Zeus había asegurado, no obstante, lo que sintió fue el fuerte cuerpo del Dios sentándose detrás de ella y cogiéndola suavemente por los hombros. Zoe giró la cabeza un instante, pero él estaba concentrado en la Sílfide, la cual se acercaba flotando hacia donde ellos estaban. La joven centellante le tendió las manos con las palmas hacia arriba y volvió a decir algo con su voz de campanillas.
― Necesita algún objeto tuyo donde encerrar tu parte de humanidad ―dijo Zeus detrás de ella. Zoe lo pensó unos instantes, pero no recordaba nada que poseyera donde poder encerrar algo tan importante como su humanidad.
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Hera
Romance¿Qué pasaría si el mundo dependiera de tu capacidad por hacerte pasar por otra persona? ¿Y si además, quien debes fingir ser es ni más ni menos que una Diosa Griega?