En cuanto escuché ese “hola, soy Luke” no pude evitar pensar en él, y sí, estaba en lo cierto. Me volví para asegurarme y me encontré con su sonrisa, una perfecta sonrisa de aquel chico que me desveló su nombre.
—Ho-hola, yo soy Madison, encantada —Se me ruborizaron las mejillas.
Después de esa, digamosle “conversación” el asunto empezó a hacerse más incómodo.
—¿Ibas...al bar? —terminé preguntando.
—Em, bueno, sí. ¿te apetece que tomemos algo juntos?— dijo con confianza.
—La pregunta no es si yo quiero, la pregunta es si mis padres me dejan— Dije algo avergonzada, no me podía tomar en serio teniendo a unos padres sobreprotectores.
—Vaya, ¿esque necesitas un guardaespaldas? en ese caso,corporalmente no intimido mucho, pero creeme, soy fuerte— Dijo sarcástico.
— ¡Já! , ¿que gracioso eres no? —
pregunté con ironía.
—¿Tengo cara de payaso? —Sonrió.
—No, yo diría que la tienes de prepotente — Opiné orgullosa.
—Vaya, mira como tiene la boca la niñita tímida.-Contestó sacando la lengua.
—No me llames “niñita” tengo diecisiete años — Le reproché ofendida.
—Bueno, no más que yo, yo acabo de cumplir los dieciocho —Contestó esta vez satisfecho —Va, ¿tomamos algo y nos conocemos? te recuerdo que vamos a estar dos días juntos, creo que estaría bien que nos llevemos bien.- Ese tal luke era desquiciante, pero no voy a negar que me guste, le da un punto atrevido y…¿seductor? algo así. Subimos las escaleras y antes de sentarnos les dije a mis padres que iba a charlar con luke para conocernos. No les gustó mucho la idea, pero delante de él no podían decir nada. Además, ¿que íbamos a hacer si no nos conocíamos?
Nos sentamos en una mesa que daba a un ventanal, lejos de las miradas inquietantes de mis padres.
—Buenos días, ¿algo para tomar? — Dijo un simpático camarero
—Yo tomaré una coca-cola, gracias—Pidió luke.
—Para mi un zumo de naranja —
Añadí.
El camarero se despidió con una sonrisa y se fue a la barra a ponernos lo que habíamos pedido.
—¿En Serio, un zumo de naranja? Empezó a reír Luke. Yo no le encontraba nada gracioso a un zumo, pero la verdad es que él se estaba ahogando de la risa.
—¿y porqué no? —Arqueé las cejas a modo de pregunta.
—Ah, espera, pensaba que me habías dicho que tenías 17 años, pero creo que querías decir 7 —Decidí no contestarle, no iba a jugar a ese juego.
—Bueno, si no me equivoco...estamos aquí para conocernos, ¿cierto? —
Intenté cambiar de tema
—Oh, verdad, se me ha pasado el rato observando tus ojos.
—Venga, ¿qué más luke? —Conmigo no funcionan esas cosas —Pensé — Bueno, quizás con él pueda hacer una escepción.
—No voy a endulzarte la boca demasiado pequeña, tiempo al tiempo — Contestó al ver mi reacción.
—Eres un descarado —Suspiré.
—Pero sé que te gusta. ¿Sabes?, pareces muy modosita y todo eso, pero no quieres admitir que me has echado el ojo desde que entraste al tanatorio —En su voz se hacía presente su faceta egocéntrica, la cual era tan irritante que llegaba a resultar graciosa de escuchar.
—Bueno, y tú dime ¿Como sabes eso?— Jugué a su táctica.
—Bueno, no te voy a mentir, quizás yo me fijé antes de que entraras por la puerta —Guiñó un ojo —Dale las gracias a tu bisabuelo Thomas, guapita, sino no estaríamos ninguno de los dos aquí —Me lanzó un beso al aire.
No puedo engañarme a mi misma. Ese chico, en poco menos de una hora me cautivó como nadie. Con su forma de ser y su peculiar forma de hacer reír. Aunque eso no era lo mejor de todo, lo mejor de todo era saber las intenciones que tenía conmigo