Capítulo 5.

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La charla estaba dispuesta a seguir un rato más, pero el tiempo nos lo estaba impidiendo. Mis padres se acercaron hasta nuestra mesa para advertirnos de que era la hora de bajar a misa y que debíamos estar allí.
— Bueno, hemos estado hablando, pero no te he conocido mucho ¿no habíamos quedado en conocernos? — Inquirí mientras daba saltitos bajando las escaleras.
— Me presento. Luke Hemmings, dieciocho años con mentalidad de cinco. Rubiales de ojos azules con cuerpo de modelo.  Vivo a las afueras de Sydeny con mis padres, a una media hora del centro. Y, por último pero no menos importante soltero en busca de soltera ¿te doy una pista? las Madisons me suelen gustar.—  Respondió con toda tranquilidad.
—Vaya, sorprendente Hemmings, te has superado.—Le confesé al ojiazul mientras le aplaudia irónica.
—Gracias, gracias. Ahora te toca, señorita.- e hizo un gesto de reverencia para que siguiera.
—Bien. Soy Madison Taylor, diecisiete años y estudiante de sobresaliente. Vivo al este de sydney, en un pequeño pueblo a unas dos horas de aquí. Y, para mi suerte o para mi desgracia seré una soltera de oro. Mis padres me prefieren ver virgen.—Solté. Se quedó un poco sorprendido por mi respuesta.
—Bueno, yo te llamaré Mady, ¿vale? —Dijo gracioso.
—Como prefieras Lukey, ah, no, no debo endulzarte demasiado la boca pequeño Hemmings.—Dije juguetona.

Seguimos hablando hasta llegar a la Iglesia, donde allí nos obligaron a separarnos, debido a que la familia y los amigos tenían que estar sentados en diferentes posiciones.

El cura entró y empezó a prepararse para relatar su sermón. Seguramente el mismo que le hizo a la familia anterior y el de la familia de después de la nuestra . Empezó a hablar y yo hice un esfuerzo por no pensar en otra cosa que no fuera la tía flora y todo aquel acontecimiento. He venido aquí por ella y su marido, pero en este último rato parecían otras las intenciones.

El cura seguía hablando, y yo seguía sin escucharle. —hace bastante que no veo a luke —mierda. Pensé en lo único que no quería pensar, pero ya era tarde, mis ojos habían actuado antes que mis pensamientos y ya iban en busca de luke hasta que finalmente las miradas desesperadas de ambos se juntaron en un momento.  En cuanto observó  mi mirada buscando la suya se volvió hacía el cura satisfecho y puso sus manos sobre la espalda. Tras esto, su pícara sonrisa volvió a salir una vez más. Dichoso Hemmings, ¡gracias a él se me está haciendo la misa eterna! Haría lo que fuese por salir de aquel lugar para llegar a casa de la tía flora y seguir aquella conversación tan entretenida con mi nuevo "amigo" Luke

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Good girls are bad girls •Luke Hemmings•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora