Capítulo 3.

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Siete de la mañana y el despertador ya  estaba haciendo ruido. Mi madre me puso el despertador pronto para poder ducharme y arreglarme antes de partir rumbo a Sidney. Me levanté y me di una buena ducha de agua calientes (sí, estábamos a finales de Mayo y no hacía precisamente frío) ami me gusta el agua caliente. Mis músculos se destensaron y  el vapor que desprendía el agua entraba por mis poros haciéndome sentir estupenda, esa sensación de bienestar, tranquilidad. Salí de la ducha y me detuve en el espejo del baño. -Aveces me pregunto por qué no tengo novio, pero solo hace falta mirarse en el espejo después de una ducha- Me dije decepcionada.- Estúpida friki.-y me mordí el labio inferior decepcionada.

Me sequé y ondulé mi melena castaña. Adoraba mis pequeñas  ondulaciones. Estuve durante unos…¿diez minutos? pensando en si debería maquillarme o no, como y  que ropa de mi amplio armario era la más adecuada para un acontecimiento como ese. No quería ir demasiado arreglada, ni tampoco muy <<casual>> así, que finalmente, me puse unos pantalones que se ajustaban a las curvas de mi cuerpo y una blusa negra de manga corta. Me calcé con unos tacones no muy escandalosos del mismo color de la camisa y me pinté de manera muy discreta los ojos con eyeliner. Bajé a la cocina, donde mis padres, como todos los días se estaban tomando su tazón de café con leche.

- Hola mamá.- y le di un beso en la frente.-¿Qué tal la noche?- le sonreí.

-Tranquila. Pude descansar lo suficiente- me devolvió la sonrisa.

-Bueno, ¿para mi no hay un buenos días?- Refunfuñó mi padre. Me acerqué y le di un abrazo.

-Buenos días gruñón.

Terminamos de desayunar y nos dispusimos a meter el equipaje en el maletero del coche. La tía Flora, al parecer llamó a mis padres anoche.  Les dijo que nos quedaramos el fin de semana, así el viaje no se hacía tan pesado y le hacíamos compañía. Nos metimos en el coche y mi padre arrancó. Para mí era un viaje extraño y, sinceramente, no muy agradable. Claro que yo no sabía que me esperaba allí, quizás algún día le tenga que dar las gracias al bisabuelo thomas.

[...]

El viaje duró unas dos horas. Quizás un poco más, de camino paramos en un bar de carretera para tomar algo. Al entrar en la ciudad, no me acordaba de todos esos sitios, no iba desde que era una renacuaja sin dientes. Esa ciudad era maravillosa. Todos esos edificios de cristal, parques, su maravillosa playa...la pequeña ciudad donde yo vivía estaba muy lejana de todo aquello. bueno, se podría decir que donde yo vivo es más bien un pueblo. Recuerdo que hace un tiempo, mis padres querían mudarse a Sydney, pero al final se echaron atrás. Querían una vida más tranquila para mí. Vivir en una ciudad como esta debe de ser bastante agotador.  Cuanto más me adentraba en la ciudad, más emocionada me sentía. Pensaba en la de cosas que podría hacer aquí. Podría estudiar lejos de mis padres, lejos de sus agobiantes planes de futuro. Podría hacer nuevas amigas que no conocieran mi pasado, que no pensaran que soy una friki, podría...encontrarle a él. Esa persona que  te hace reír, que te quiere y que te admira. Todo son expectativas...pero ninguna es una estúpida realidad. Mis padres no me dejarían aquí sola. Seguro que se vendrían conmigo,  así no tendrían que viajar cada dos por tres para ir a esas malditas reuniones.

Aparcamos en una zona un poco alejada del tanatorio, donde toda mi familia estaría sanando su dolor con el resto de familiares, añorando viejos tiempos.Anduvimos unos cinco minutos hasta entrar en aquel recinto tan grande, con tanta gente y tan confuso. Había muchas puertas. Todas daban a una pequeña salita, una por cada familia. Buscamos la nuestra, y finalmente se encontraba la última de un pasillo interminable. Entramos con cuidado a la sala, donde, como poco nos encontrábamos con cincuenta personas, más las que esperaban fuera para no llenar demasiado la habitación. Mis padres fueron directamente a por mi tía Flora, evidentemente. Yo no me acordaba demasiado  de ella, pero seguí a mis padres y esperé a que le dieran el pésame para que yo fuera la siguiente. Me encontraba perdida. Había mucha gente a la que no conocía.  Amigos, familia lejana...pero me fijé en uno en especial. Era el único que destacaba entre todas aquellas miradas. Era un chico rubio, me atrevería a decir que me parecía atractivo. la verdad es que bastante. Tenía los ojos azules y el pelo  peinado en forma de…¿tupé? creo que se dice así .Parece un chico malo. - Pensé- No pude evitar sonreír como una tonta. Ese chico era realmente guapo.

-Madison, Madison…¡¿Madison?!.- Decía mi madre a mis espaldas. Vaya, me quedé embobada.

-Perdona, estaba...pensando en que se me olvidó el libro en casa.- Mentí.

-Saluda a la bisabuela Flora.-Dijo no muy convencida por lo del libro.

-Hola Bisa, le dije de forma cariñosa. Lo siento mucho.- Y le di un abrazo enternecedor.

-Muchas gracias Hija mía- contestó- Gracias por venir y por quedaros el fin de semana haciéndome compañía.

- Nada, para eso está la familia.- Dijo mi madre mientras le acariciaba la cara.

-Espero que no os moleste que se quede el hijo y el nieto de un viejo amigo de thomas este fin de semana con nosotros. Insistieron en hacerme compañía y arreglarme un poco la casa, tengo estropeadas todas las tubería.

-No pasa nada, cuanta más compañía tengas, mejor abuela.- Dijo mi madre sonriente.-¿y quienes son? ¿están aquí? así los saludamos.

Cuando mi madre terminó aquella frase, me limitaría  a rezarle a todos los dioses de este mundo, con tal de que ese chico que antes me llamó tanto la atención fuese mi compañero de piso por un fin de semana.

-Tebby, ¿ves ese hombre tan alto y rubio, y el jovencito que hay a su lado? son ellos- Contestó algo alegre. Sí, estaba en lo correcto. Ese chico iba a compartir conmigo un fin de semana. Dios, en esos momentos me encantaría chillar. por una vez en mi vida podría intercambiar un “hola” con una persona un poco decente. y tanto que decente. En el instituto siempre atraía a matemáticos de gafas de pasta y jersey de rombos. No eran mi tipo, Jé.  Mis padres se acercaron a ellos y empezaron a hablar. yo estaba algo tímida, así que no decía nada, solo escuchaba la conversación. Sin olvidarnos de él, claro está. No me día cuenta de piercing en el labio hasta que lo tenia cara a cara. Le daba un punto sexy y malote, seamos sinceros. Su padre y los míos estaban llevando una conversación bastante fluida, parecían amigos de toda la vida.pero después de charlar unos diez minutos se despidieron. Mis padres iban a ir a la cafetería, así que decidí ir con ellos, qué remedio. Salimos de la sala y empezamos a subir las escaleras. hasta que noté una mano en mi hombro.

-Hola, soy luke.

Good girls are bad girls •Luke Hemmings•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora