Capítulo primero.
Faltan al menos unos tres minutos para que suene la alarma, pero yo ya estoy acostumbrado a despertar más o menos a la misma hora. Apago el reloj para que mi acompañante no se despierte y me salgo de la cama con el fin de darme una ducha. No me gusta bañarme tan temprano, pero siempre me baño después de estar con una mujer. Manías mías, ya luego ustedes entenderán. Cuando salgo del baño me encuentro con que ella está despierta y me mira con cierto reproche.
- Aún es temprano.- me dice.
- ¿Y eso qué?.- replico yo.- Tengo trabajo.
- Tú siempre estás muy ocupado como para quedarte más tiempo.- suspira.- No sabemos si es porque de verdad tienes trabajo o porque no te gusta la intimidad.
- No me digas que hay quien desperdicia su tiempo preocupándose por lo hago.- me burlé.- Consíguete un trabajo de verdad, linda.
- Tengo un trabajo de verdad.- protestó ella.- El trabajo más antiguo de todos.
Bueno, me va a costar un poco el decirles a qué se dedica mi encantadora acompañante, Sooki (vaya nombrecitos que acostumbran a usarse ahora). Y no porque me de vergüenza ni mucho menos, eso es lo que los hombres hacemos, sino más bien porque aun no están en edad de entenderlo, aunque algún día lo estarán. Bástese con decir que Sooki se dedica a dar cierta clase de placeres mundanos a los hombres por una módica cantidad de dinero. Si Hyuga me escucha decir esto, seguramente se mofará y espero que no lo haga porque entonces yo tendré que estrellar mi puño en su cara.
Pero comencemos por el principio. Ya lo dije antes, pero por si acaso vuelvo a repetirlo, para que quede aclarado: soy Genzo Wakabayashi, y en algún momento fui considerado como el mejor portero de todo el planeta. Jugaba al sóccer, un deporte que ya no existe ahora, pero era mi pasión, el eje alrededor del cual se movía mi mundo. Sin embargo, después del Día Omega, me convertí en Genzo Wakabayashi, el superviviente. ¡Ja! Vaya ironía, la mayoría de los que sobrevivimos al fin del mundo deseábamos haber corrido con la suerte que tuvieron los que no lograron superarlo...
El caso es que después del Día Omega, nada volvió a ser como era antes. Los que sobrevivimos al primer ataque, Tsubasa Ozhora y su esposa Sanae, Taro Misaki, Ryo Ishizaki, Kojiro Hyuga, Jun Misugi y su novia Yayoi Aoba, mi gran rival Karl Heinz Schneider, mi amigo Hermann Kaltz y varios más nos refugiamos junto con cientos de personas más en uno de los lugares establecidos por el ejército en sitios estratégicos. Fue ahí donde nos enteramos que el ataque con el virus Omega arrasó en cuestión de horas con más de la mitad de la población humana. Y de los que sobrevivieron al primer ataque, varios más sucumbieron al segundo ataque que se efectúo dos días después. De buenas a primeras, de campeones del mundo pasamos a ser refugiados que huían por salvar la vida. Las fronteras fueron eliminadas así como los gobiernos del mundo, no había más ley que la del poder de aquellos que consiguieron hacerse de armas, ya que el ejército fue desvaneciéndose en la nada conforme el virus acababa con las vidas de sus tropas... Sin gobierno, sin un lugar a donde ir, pronto los que sobrevivimos íbamos siendo cada vez menos...
Los días se convirtieron en semanas, las semanas en meses y los meses en años. Varios nos enfermamos de gravedad, yo mismo sucumbí a una extraña enfermedad que me atacó una semana después del Día Omega, incluso mis amigos pensaron que yo no sobreviviría pero bueno, dicen que el destino está escrito, aun cuando yo no creía en él, así que me recuperé después de dos meses de andar de un lado para otro y sudando frío. Dicen por ahí que lo que no te mata te hace más fuerte y creo que eso fue lo que pasó conmigo. Me recuperé de la enfermedad y de mi dolor de haberlo perdido todo, y me dije que ya que había sobrevivido a los dos ataques del fin del mundo, bien podría empezar a ponerle un poco de empeño a vivir.
ESTÁS LEYENDO
Esperanza en el Mañana [Captain Tsubasa]
FanficEl día en el que Japón gana el Mundial, una organización criminal libera un virus que acaba con más de la mitad de la Humanidad. 4 años después, los sobrevivientes quieren evitar que un nuevo virus concluya el trabajo del primero, para lo cual Genzo...