Capítulo décimo.

79 15 0
                                    


Capítulo décimo.

Bien, suficiente de tonterías y de juegos de niños. Lily estaba mal y yo era un estúpido por no haberme dado cuenta antes de eso. Ella decía que ya se sentía mejor, pero su rostro seguía estando muy pálido y respiraba rápida y superficialmente.

Después de que nos echaron de Rheinfelden, yo cargué a Lily por la cintura aun cuando ella me dijo que podía caminar sola. Lily se abrazó a mi tórax y empezamos a atravesar el puente, en medio de una pertinaz lluvia. El cadáver del soldado al que Lily había vomitado ardió hasta quedar convertido en cenizas, las cuales nadie se molestó en recoger. Los guardias suizos estaban buscando el cadáver del otro soldado en el Rhin, pero algo me decía que no iban a encontrarlo. La gente de la ciudad nos miraba con recelo y desconfiaba y murmuraban a nuestras espaldas. Sin embargo, eso no nos importaba ni a Lily ni a mí...

- Lamento esto.- murmuró ella.- Yo te dije que no me dejaras aquí...

- Pero nunca me dijiste la razón.- protesté.- De haber sabido que estabas enferma, no se me hubiese ocurrido traerte aquí.

- No estuvo tan mal.- confesó Lily, sonriendo levemente.- Pasé un buen rato. Hacía mucho que no hacía tanto ejercicio ni respiraba el aire puro.

- Lo que me recuerda que hay demasiadas cosas que tengo que preguntarte.- murmuré, muy cerca de su oído.- Y no voy a aceptar un "no quiero contarte nada". Te he salvado la vida muchas veces y creo que me merezco algunas respuestas.

Lily murmuró un simple "sí" por lo bajo. En ese momento se nos acercó una señora, una mujer muy entrada en años, con un paraguas en la mano. La gente le gritaba que se alejara y los guardias intentaron detenerla pero la señora los detuvo a todos con un gesto de la mano. De momento la reconocí, era una mujer a la que Lily y yo habíamos ayudado el día anterior porque los soldados de la Orden la lastimaron al empujarla contra el suelo. La señora no había tenido heridas graves, pero aun así Lily se tomó algunos momentos para asegurarse de que ella estaba bien. ¿Qué quería la señora ahora? ¿Gritarnos a la cara que éramos unos desgraciados y que se había equivocado con nosotros y pedirnos que nos alejáramos cuanto antes de su amada ciudad? Pero la señora solo nos sonrió, al tiempo que nos tendía su paraguas.

- Tomen esto.- nos dijo.- Parece que va a llover con fuerza y lo van a necesitar.

- Gracias.- dije, tomando el objeto, algo sorprendido.

- Gracias a ustedes.- replicó la señora, sonriendo.

Gracias a nosotros. Qué curioso. Gracias a nosotros ahora había pánico en la ciudad, pero ella nos miraba como si la hubiésemos salvado de morir. Nunca comprenderé la mente femenina. Sea como fuese, tomé el paraguas, el cual definitivamente era muy oportuno dado que comenzó a llover con más fuerza, y lo abrí, no sin antes asegurarme de que Lily estaba bien sujeta a mí.

- Es momento de irnos.- anuncié.- Ya no tenemos nada que hacer aquí.

Así pues, Lily y yo abandonamos Rheinfelden caminando por el puente. Un rato más tarde, los dos nos encontrábamos en el automóvil con rumbo a la base principal de la Resistencia Delta. En el camino, intenté saber cuanto pude sobre lo ocurrido. Estaba impactado por todo, el soldado había matado sin dudar a su compañero y no conforme con eso le había prendido fuego aun cuando ya no había necesidad, no sin antes llenarlo de un líquido que no pude identificar de momento. Y además de todo eso, estaba nuestro misterioso salvador; alguien había acabado con nuestro atacante sin darnos siquiera alguna sola pista de quién pudo haber sido.

Esperanza en el Mañana [Captain Tsubasa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora