Me rompiste el corazon...

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Y entonces digo

Esta fue la última que nos veremos

No me merezco ser de nadie

Su juguete, su pasatiempo

Después de ese día, parecía que todo había vuelto a la normalidad, Seiya y Serena seguían siendo amigos, pero obviamente también amigos con derechos.

De vez en cuando seguían dándose sus escapadas a la playa o a acampar al bosque. Sobre todo porque faltaban pocos meses para que cada uno entrara a la universidad que había elegido y sabían que eso los separaría. Así que habían decidido vivir los meses que les faltaran juntos, divirtiéndose y disfrutando el uno del otro.

Y ahí estaban otra vez entre las sábanas húmedas por el calor de sus pieles. Seiya besaba la espalda de Serena, mientras esta reirá a carcajadas por la sensación de locura que le daba cada beso de él. Y eso a Seiya le encantaba y más lo hacía, subía y bajaba por su espalda dando pequeños mordiscos y besos... impregnándola de él. Y mientras lo hacía con su mano derecha acariciaba sus glúteos, esos hermosos glúteos firmes que tanto le gustaban... Serena sentía tan delicioso todo eso que mientras más lo hacía de las carcajadas comenzó a pasar a los gemidos...o más bien gruñidos pues le causaba una sensación exorbitante como Seiya mordía pequeñas partes de su linda y tersa espalda... por lo que, cuando él notó que ya no le causaba risa si no placer deslizó su mano entre sus glúteos hasta llegar a su intimidad... y mientras seguía con los besos comenzó una dando con su dedo índice, ese dedo que ya había estado muchas veces en las profundidades de Serena... y conforme fue entrando sentía la humedad en ella, y ella solo jadeaba y comenzaba un rico ritmo con sus caderas, él por su parte seguía besando su espalda y subía por su cuello y cabeza, lamía su lóbulo derecho, entraba con su lengua a su oreja. Ese ya no era simplemente hacer el amor, no, esto ya se había vuelto más salvaje, mas apasionado. Cada uno sabía con exactitud donde tocar, que hacer y qué no hacer, así que se complementaban a la perfección.

Y mientras Seiya seguía en su ardua labor, Serena comenzó a levantar sus caderas, poniendo lentamente en cuatro. Seiya entendió a la perfección lo que ella quería darle a entender. Quería, urgía sentirlo dentro. Así que dejó su intimidad y se colocó detrás de ella. Y mientras lentamente separaba sus labios de espalda, se dispuso a entrar... primero despacio, como si fuera la primera vez, luego fue un poco más rápido... movimientos que hacían que Serena gimiera un poco más fuerte. Cuando sintió como Serena apretaba su pene cada vez más fuerte con su vagina, aceleró aún más el paso y se sostuvo de sus caderas... de tanto en tanto se recargaba con su brazo izquierdo sobre la cama y con su manos derecha acariciaba los pechos de Serena... como le fascinaba sentir como se movían a su ritmo. Y comenzó con las embestidas más fuertes, jadeaba mientras la penetraba más profundo, sentía el momento estaba a punto de llegar y la tomó fuerte por las caderas y dejó ir complemente en ella... Serena por su parte grito fuerte en el momento en el que sentía correrse con Seiya dentro... el momento no fue mágico, fue lo que le siguió a eso... exquisito!. Se dejaron caer sobre la cama, quedando ambos de lado izquierdo abrazados, aún unidos y así se quedaron dormidos.

Después de esa noche, se volvieron más alocados en cuanto al sexo, buscaban cualquier lugar para hacerlo. En el coche, en la cocina sobre la barra, en algún baño de un Bar, hasta en el confesionario de la iglesia... obviamente muchas veces estuvieron a nada de encontrarlos, y cuando eso casi pasaba salían rápido de donde se encontraran muriendo de risa por las expresiones de la gente que se encontraba cerca. Pero seguía habiendo un problema. Serena cada que pasaba más tiempo con Seiya se iba enamorando más de él y todas la noches le pedía a las estrellas fugaces que él sintiera lo mismo por ella. Pero al parecer su deseo no estaba volviendo realidad.

Amigos noDonde viven las historias. Descúbrelo ahora