¿Dónde Estás?

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Seiya estaba en shock, cómo había permitido que su padre lo alejara de la mujer que amaba. Estaba arribando a un internado situado en la hermosa ciudad de Italia. Un auto lo había recogido en el aeropuerto y él sólo se había limitado a seguir las indicaciones del chofer que lo ya lo esperaba en la sala de espera del aeropuerto. Como si estuviera en modo zombi siguió al chofer hasta el auto y subió, no preguntó nada. Aun no entendía todo lo que estaba sucediendo. Fue hasta que, por la ventaba divisó un hermoso y enorme edificio que se alzaba frente a su mirada. Era el internado para jóvenes dotados.

Cuando el auto paró, el chofer le indico salir del vehículo. Éste como por inercia lo hizo y a la puerta del impetuoso edificio ya se encontraba una joven muy bella, de pelo castaño y lacio, ojos cafés claro, de complexión esbelta y con rasgos muy finos; su nombre Elizabeth.

-Hola, tú debes de Seiya Kou verdad. Bienvenido, este es el internado para jóvenes dotados "Leonardo Da Vinci", verás que muy pronto te sentirás como en casa. Pasa. - dijo esto mientras le extendía la mano para saludarlo.

-Sí, gracias. - Se sentía anonadado, la mujer frente a él realmente era muy bella, pero ahora no tenía tiempo de pensar en nadie más que en Serena, así que sacudió un poco su cabeza olvidando cualquier pensamiento pecaminoso y miró nuevamente el edificio. – Muchas Gracias por la Bienvenida, pero desde ahora le digo que estaré aquí poco tiempo, pero de igual manera muchas gracias por ser tan amable. – dijo sinceramente dibujando una pequeña sonrisa en su rostro dirigiendo su mirada a ella.

-Oh! Creí que su estadía aquí sería por varios meses. Qué raro.... – observó la libreta que tenía en las manos, como tratando de ver cuál había sido su error.

-No te preocupes, ahí no vas a encontrar lo que te digo. Mi padre me mandó a la fuerza a este lugar. – respiró profundamente tratando de controlar la ira que nuevamente volvía a surgir. – Seguro es un lugar al que muchos desean entrar y pocos tiene la fortuna, pero en mi caso es diferente; mi padre me ha enviado para separarme de la mujer que amo. Así que básicamente estoy aquí a la fuerza, por lo tanto, espero irme lo más pronto posible. Eso me recuerda algo, necesito un teléfono por favor, mi padre me ha dejado sin celular todo el viaje para que no me comunique con Serena. – dijo esto último como si tuviera un platica consigo mismo.

-Claro, el teléfono está adentro. Pasa. Sólo te informo que las llamadas hechas desde aquí son monitoreadas y supervisadas por los padres, así que, si le llamas a la joven que dices, que supongo es tu novia, lo sabrán. Porque no tomas mi celular, ten, háblale y dile que estas bien, seguro está preocupada.

¿Enserio la chica que lo acaba de conocer estaba haciendo eso por él? Mayor suerte no podía tener, así que sin dudarlo tomó el celular de las manos de la chica y marco el celular de Serena, mientras se alejaba unos pasos de ella.

Serena después de haber oído lo que el papá de Seiya le había dicho, había regresado llorando a su casa. No podía creer lo que sus oídos escucharon, Seiya se había ido y ella no tenía ni la más mínima idea de a dónde.

Cuando entró corriendo a su casa, afortunadamente sus papás no estaban, así que nadie la escuchó llorar ni gritar de dolor por no saber dónde comenzar a buscar a Seiya.

Subió a su habitación corriendo y se encerró en su cuarto. Lo que menos quería era que alguien la viera, quería morir en ese momento. Su corazón apenas recuperado nuevamente se había roto, pero esta vez en pedazos más pequeños.

Se tiró en la cama boca abajo y lloró como si no hubiere mañana. Sentía dolor, angustia, desesperación. Un cúmulo de sentimientos rondaban su cabeza y su corazón. Le habían quitado al amor de su vida; su felicidad había sido mínima y ni siquiera sabía por dónde comenzar a buscar.

Amigos noDonde viven las historias. Descúbrelo ahora