Lucharé en contra de todos...

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Advertencia: Contenido Lemon!

Serena no podía creer lo que acababa de escuchar. Escuchó claramente como su corazón se rompió en mil pedazos.

-¿Qué estás diciendo?- sus ojos se comenzaron a inundar de lágrimas.

-Lo que escuchaste. Lo siento, pero no podemos seguir juntos. - seguía mirando al piso. Tan sólo escuchar la voz de Serena quebrarse podía sentir que se estaba yendo al mismísimo infierno.

-¿De qué hablas? Seiya ¿Dime que pasa? No entiendo nada. - Ya no controlaba sus lágrimas. Salían como caudal de un río desbocado.

-Serena, perdóname.- levantó la cara y se reflejó en esos hermosos ojos azules que tanto le gustaban, pero ahora, esos ojos se veían opacados por las lágrimas que los inundaban. – perdóname de verdad. No quiero hacerte daño. Tenemos que separarnos, es lo mejor para ambos. –Ahora él también estaba llorando. Le dolía en el fondo de su alma lo que estaba haciendo.

Serena ya no dijo nada... se limpió las lágrimas, respiró profundo, se dio media vuelta y entró en su casa.

Cuando cerró la puerta tras de sí... lloró incontrolablemente recargada en ella. No podía creer lo que estaba pasando ¿enserio Seiya la había terminado? Se estaba sintiendo morir. Cuando menos se dio cuenta su madre se acercó a ella y la sostuvo entre sus brazos pues se había dejado caer por el dolor.

-¿Qué te pasa hija? ¿dime que tienes? –Serena  no respondía, solo lloraba y lloraba desconsolada.

-Ven acá, levántate. Vamos a tu cuarto. – no preguntó más, sabía que su hija la necesitaba. No sabía lo que había pasado pero de algo estaba segura, Seiya era el responsable.

Por su parte Seiya al ver como Serena sólo había entrado en su casa sin decir nada,se sentó en un escalón y comenzó llorar ocultándo su rostro entre sus brazos. Le había roto el corazón a la mujer que quería y todo por una orden. ¿Qué clase de hombre era? Se preguntaba. No podía con la culpa. No sabía qué hacer. Al principio no se había decidido a andar con Serena por miedo a perderla y ahora unos días después la estaba perdiendo y todo era su culpa.

-Dios mío! ¿Que estoy haciendo? – se preguntó mientras se ponía de pie y se limpiaba las lágrimas. Se dirigió al patio donde daba la ventana de Serena. Alcanzó a escuchar a su mamá hablar, así que decidió aguardar un momento en lo que la dejaba sola para poder subir hasta allá.

Alcanzó a escuchar la puerta de su cuarto cerrar y unos sollozos, que supo eran de Serena. Trepó como pudo hasta la ventana y la abrió. Serena estaba recostaba boca abajo, metida en las almohadas, llorando desconsolada. Cuando escuchó la ventaba abrirse levantó media cara y lo vio tratando de entrar.

-¿Qué  haces aquí? ¿no es suficiente con lo que ya has dicho? – dijo casi gritándose muy molesta.

Cuando pudo entrar completamente al cuarto, no lo pensó; se dirigió hacia ella y la tomó entre sus brazos, la besó intensamente. Ella al principio trató de rechazarlo pero no pudo, lo amaba y aunque hace solo unos minutos le había otra vez roto el corazón, lo amaba profundamente y el tenerlo ahí besándola apasionadamente, hacía que olvidara todo.

La besó tan profundamente que esperaba con eso calmara un poco del dolor que sentía ella, él, ambos.

Cuando se separaron para tomar aire, la miró a los ojos, esos hermosos ojos que ahora estaban rojos de tanto llorar.

-Perdóname Bombón, no sé qué demonios estaba pensando. Mi padre me obligo a decirte eso, porque si no lo hacía Yo, él vendría hasta aquí y te lo diría. Perdóname por favor, fui un estúpido, como me dejé amedrentar. Te amo. Por favor perdóname.

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