Capítulo 31

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Juvia simplemente se miraba las manos con nerviosismo y se mordía la cara interna de las mejillas con tanta fuerza que pronto sintió el sabor metálico de la sangre en sus papilas gustativas, ese secreto se había quedado en su cabeza en un lugar tan recóndito y encerrado con candado, pero sus demonios la jalaban hasta ese lugar y la hacían abrir la reja una vez al año.

Todos en la habitación tenían el corazón en la garganta. Es que simplemente era imposible de pensar siquiera que la dulce y tierna Juvia pudiera tener las manos manchadas de sangre.

—Chicos... —murmuró la peli-azul volviendo sus manos puño.

—¿C... como, Juvia? —Shelia fue la primera en poder alzar la voz.

La nombrada tomó aire, sabía que preguntarían eso. Pero no sabía cómo explicárselos siquiera. Soltando entre dientes el aire se mojó los labios con la lengua.

Flashback

Una pequeña niña de 10 años abrazaba sus rodillas con fuerza tratando de no temblar ante la escena que tenía frente a sus ojos, las lágrimas cubrían estos y bajaban por sus mejillas como dos ríos de agua salada dejando un camino de humedad en su piel porcelana.

Sus padres estaban frente a ella tratando de cubrirla, pero ella podía ver por un pequeño espacio que había entre los dos cuerpos de sus padres a un señor de pelo negro corto y ojos como el mismo abismo del infierno. Negros carbón, la luz del atardecer entraba por la ventana de su espalda dejando ver su figura contra la luz naranja, haciéndole ver como si desprendiera fuego de su cuerpo. Un tatuaje rojo como una soga le rodeaba el cuello, creando la ilusión de un ahorcamiento. En su mano derecha portaba un arma.

—Niña, ¿quieres ver como asesino a tus padres? —Juvia negó rápidamente con la cabeza, el corazón lo tenía a mil por hora y con el silencio sepulcral que tenía la habitación creía que ellos podrían escucharlo.

—Deja a mi hija en paz. Tienes el dinero. ¡Lárgate!

—Pero es tan linda... —la repulsión llenó su cuerpo de solo ver como aquel hombre se relamía los labios cual víbora.

—¡No te atrevas a tocarla! —Grito la mujer dando un fuerte paso al frente, esta volteó sobre su hombro a ver a su hija y darle una tierna sonrisa— Todo estará bien pequeña...

—¡Cállate, perra! —Lo único que se escuchó después fue un disparo, seguido de una tos burbujeante.

—¡Marissa! —Grito el peli-rojo, el cuerpo de su esposa cayó justo a un lado de la menor, quien veía como su madre escupía sangre a borbotones por los labios, como su piel se volvía pálida a cada minuto y su ropa se llenaba de sangre por el balazo en su pecho.

Aquellos ojos azul cielo ahora se estaban volviendo una tormenta apagada, los cabellos morados le cubrían parte del rostro, la mano de Marissa se extendió de forma muy lenta a su hija y dándole un último roce en su mejilla cual pluma con sus nudillos, su mano cayo al sillón. La luz de sus ojos se apagó por completo, de sus labios salió un último suspiro rápido, pero suave como una brisa de atardecer.

Juvia estaba en shock, no podía creer simplemente lo que estaba pasando a su alrededor, su madre estaba muerta, a unos centímetros de ella...

Su padre tenía una expresión de sorpresa, el dolor reinaba en su rostro y sus ojos estaban cristalizados, pronto se giró hacía el hombre.

—¡Hijo de perra! —Estuvo dispuesto a lanzarse a pelear pero una vez más, la bala fue más rápida que el humano.

El disparó resonó por toda la sala y la casa, juraba que vio la bala traspasar la cabeza de su padre. La sangre tinto las paredes cual pintura y varios pedazos de materia cerebral cayeron en todas direcciones, quedando pegado incluso en las paredes, Juvia tenía gotas de sangre en todo el rostro.

Amor LocoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora