Capítulo 27

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Y si tú ya no puedes seguir, yo te cargare en mi espalda, caminaré cargando el peso de los dos, con tal de que sigas adelante.

Yo jalaré tus cadenas, romperé tus inseguridades y borraré todos tus prejuicios. No dudes siquiera un segundo en que yo haré todo eso por ti. Por la simple razón, de que te amo, y que nadie te ha amado como yo lo hago.

-Shelia Dragneel.


Pov General

El sol salió por entre las montañas, dando paso a la luz que daba lengüetazos de calor a cada edificio, persona, auto y cosa que estuviera bajo su manto.

Hoy era el día. ¿Qué día? Simple. El día en que nuestros dos protagonistas —los cuales son mas tercos que una mula— se vuelven a ver y reconciliar.

La luz cegó por completo al peli-rosa que estaba tirado en su cama con las piernas y la cabeza colgando, las mantas estaban cubriendo medio cuerpo. La saliva le caía como un hilo por la comisura de los labios, descendiendo por su mejilla hasta formar una gota que caía al suelo donde ya había un pequeño charco de esta.

Parpadeo molesto ante tales rayos, que no tuvo más opción que tener que levantarse. Justo cuando estaba por comenzar a desperezarse de aquel bello sueño que Morfeo decidió regalarle, la puerta de la habitación se abrió con demasiada fuerza estrellándose en la pared, seguido del sonido de un silbato demasiado fuerte.

Natsu cayó al suelo enredado en las cobijas aun, dando el grito de su vida. El corazón lo tenía en la garganta, si tosía se le saldría por la boca.

—¡ARRIBA PELO DE CHICLE! ¡LA ESCUELA TE ESPERA Y TU FUTURA MUJER TAMBIÉN! —Natsu rezongó como vaca, se levantó del suelo dejando su cuerpo al descubierto, dormía en bóxer. Su amada hermana estaba en la puerta con ropa deportiva, su cabello atado en una coleta alta con dos mechones cayendo por su rostro, y un silbato colgado de su cuello.

—¡Ya voy! —una sonrisa burlona surcó los labios de la menor, se dio media vuelta y desapareció por el pasillo.

En cuestión de minutos, Natsu ya estaba listo, desayunado, y había hecho los 30 minutos de ejercicio de la rutina que su hermana le ponía a hacer cada mañana. Se sentía más que nervioso, hoy era el día en que le diría a Lucy que se vieran en el bosque de las Luciérnagas. No sabía como Lucy iba a reaccionar, si aceptaría o no pues el como la había tratado tiempo atrás no era el mejor recuerdo que tenía ella de él.

Mientras uno se comía el cerebro y ponía a trabajar a sus neuronas a todo lo que daba el motor. Nuestra querida Lucy, se había levantado un minuto antes de que sonará el despertador, con unos ánimos, que alegraban el día a cualquiera. Coloco música en su reproductor por conexión inalámbrica desde su teléfono, llenando la casa por completo al ritmo de I'm Still Standing de Taron Egerton.

Utilizaba un cepillo de micrófono, moviendo sus caderas al son del piano, el día de hoy se acercaría a Natsu, hablaría con él, y podrían arreglar las cosas, quería volver con él. Anhelaba sus labios, sus brazos rodeándola... lo anhelaba todo con él. Ahora que entendía su error, podía cambiar. Como dijo Sting, estaba a tiempo...

Ambos ya preparados para el día, salieron de sus casas y fueron directamente a la escuela, sin siquiera encontrarse en el camino. Aun no se habían cruzado, las clases transcurrieron normales las primeras horas del día.

Natsu le lanzaba miradas a Lucy, pero cuando ella levantaba los ojos, el los desviaba, parecían dos adolescentes. Natsu estaba que no aguantaba las ganas de ir y hablar con Lucy, mientras que Lucy se mordía las uñas sin parar pidiendo, deseando y anhelando con todas sus fuerzas que el receso llegará.

Amor LocoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora