Capítulo 7

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Hora de irse

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Hora de irse.

La mayoría iban conversando con una sonrisa y otros iban en silencio solos, Rui en cambio se movía tambaleante por el pasillo intentando no caerse o chocar con algunos de sus compañeros, después del problema con Kino no lo volvió a ver y tampoco a Yuri quizás el príncipe le había dado alguna orden para que no se reencontrará con ella y se quedara sola en la azotea.

Mientras pasaba por el pasillo murmuraba un “donde esta” y buscaba en su maletín, siempre llevaba una caja de jugo de arándanos para la pérdida de sangre.

No lo lograba encontrar.

Pidió disculpas al chocar con alguien y siguió su camino hasta la limusina, donde nadie la esperaba, era normal para ella irse con Yuri y Kino porque vivían juntos pero esta vez se extraño al no ver a nadie.

—¡Hey! —llamó la rubia después de adentrarse en el vehículo, mientras veía la puerta cerrarse por un familiar—. ¡Hey! ¡Se que me escuchas!

La limusina arrancó y la rubia gruño para acercarse hacia la ventanilla que había por donde normalmente ella fastidiaba a los familiares que los llevaban.

Miró adentro y vio a un familiar distinto de la vez pasada.

El anterior había sido el que más le había aguantado a Rui y en un rápido momento recordó que le había comentado que iría a vigilar a los Mukami pero también recordó que le había avisado que la llevaría esa semana más.

—¿Dónde esta el otro?

—Karlheinz-sama me ordenó recogerla a usted antes que a los jóvenes Sakamaki.

—Sakamaki —murmuró ella cerrando la ventanilla para darse un golpe en la frente con la palma de la mano.

Se acomodó en una de las esquinas de la limusina y abrazo su maletín para dibujar una sonrisa como podía pensando en la muchas maneras para matar al rey vampiro. «Le pidió que no me vinieran a recoger y que en su lugar vinera el chófer de los Sakamaki, que fastidio».

En el momento correcto saldría y se iría sola, no importaba si llegaba a la mansión al amanecer, no iba a ir con ellos.

No quería ningún estúpido reclamó por tener dos olores sobre ella o por una de las mordidas en su cuello que Kino había hecho visible.

Aguardó pacientemente donde estaba y una vez la puerta se abrió, ella salió sonriendole divertida al familiar que la miraba con confusión.

—Nee~ es cierto que tú no me conoces, lo siento, siempre molesto a los familiares.

Y se alejó caminando lo más rápido que podía, al estar en el bosque suspiró aliviada para colgar su maletín al hombro y seguir con su caminó.

Caminó tambaleante pero con la seguridad de que al menos no sería molestaba por ninguno de los hijos de Karlheinz, mientras caminaba comenzó a patear una que otra piedra que había en su camino, aun podía sentir leves mareos y el cuerpo pesado por la pérdida de sangre y sentía la necesidad de clavar sus dientes en alguien para recuperar de una vez su energía, nunca había sentido cansancio al caminar y ahora hasta se le dificultaba.

La diabólica hermana de YuiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora