Im Good → J. JungKook #wattys2019

14

-JungKook-

No sabía que es lo que me había pasado, pero al escucharla decir mi nombre sin enojo o burla me sentí bien, tanto que no supe en que momento la había comenzado a abrazar. Mi rostro quedo hundido en su cuello y pude percibir el olor a jabón que emanaba su cuerpo. Era agradable.

Mis lágrimas habían parado y solo quedaban los molestos sollozos que poco a poco iban disminuyendo. Las palmadas que daba en mi espalda ayudaban increíblemente.

De manera lenta me aleje de ella con la mirada en el piso ya que era vergonzoso que me viera de aquella manera tan patética y débil.

— Gracias. —con la manga de mi suéter seque unas cuantas lágrimas.

— No es nada. —se sentó a mi lado mirando un punto fijo en las escaleras.

Después de eso ninguno volvió a hablar dejando un incómodo silencio entre los dos. Quería desahogarme, pero no sabía si era correcto contarle todo a ella.

No tenía a nadie a mi lado desde hace tiempo, nadie me preguntaba si estaba bien, si me sentía feliz, triste o enojado, todos pasaban de mí y estaba consciente de que en un inicio yo tuve la culpa pues yo fui el que se comenzó a distanciar. Pero si a alguien realmente le hubiera importado se habría esforzado por saber qué es lo que me pasaba, como SaeJin, que a pesar de que me pareciera un poco molesta al inicio, había estado detrás de mí procurando que todo se encontrara en orden.

— Yo no quiero ser de ésta manera. —comencé a hablar— ¿Qué puedo hacer?

— ¿A qué te refieres? —giró su cabeza para poderme ver.

— Mi mal temperamento comenzó gracias a mi familia, —peine mi cabello hacia atrás— ellos solo me ven como un banco, un lugar del que pueden obtener dinero sin mover un solo dedo. Quisiera que mis padres me trataran al igual que mi hermano, que se preocuparan por lo que siento. —y una vez más las lágrimas regresaron. Parecía un maldito marica— Hoy me volvieron a llamar para pedirme dinero, —reí con molestia— para sacar a mi hermano de la cárcel, por sexta vez.

Ella permaneció callada, mirándome fijamente, como si de esa manera me pudiera entender mejor.

— Las primeras ocasiones las acepte sin quejarme pues ellos son mi familia, pero se volvió algo rutinario. —mis hombros se sentían menos pesados con cada palabra que soltaba— Mi límite llegó el día en que me enteré que le habían comprado a mi hermano una motocicleta como regalo de cumpleaños con el dinero que se suponía que mandaba para que ellos no trabajaran más. Siempre le pasan por alto sus errores. Ellos no me han llamado para saber cómo estoy, eso es lo que más me duele. A veces siento que todo fue mi culpa, sino les hubiera hecho caso desde un inicio nada de esto me estaría pasando.

— Tú no tienes la culpa de nada, no te puedes juzgar a ti mismo por querer el bienestar de tu familia. Deberían de estar felices por tener a un hijo como tú, eres un gran ejemplo para muchos, y puede que no lo creas, pero realmente te admiro, no como idol, sino como humano pues haces cosas por tu familia que muchos chicos no harían ni teniendo todo el dinero del mundo. —eso es lo que quería escuchar desde hace mucho tiempo— Y por lo que me has dicho puedo saber que tu hermano es un completo idiota. —eso me hizo reír— ¿Le has hecho saber a tus padres como te sientes?

— No. De nada serviría.

— No lo sabrás hasta que lo intentes. Puede que ellos piensen que tú estás bien ya que tienes todo lo que algún día soñaste, y pues tratan de prestarle más atención al fracasado de tu hermano al imaginarse que no tendrá un buen futuro como el tuyo. —nunca había pensado en esa posibilidad— Lo mejor para resolver los problemas es hablar.

— Gracias. Hace tiempo que nadie me escuchaba, todos sabían que la estaba pasando mal y aun así no me apoyaron. —cruce mis piernas al sentirlas un poco dormidas.

— ¿Sabes? Sé que los chicos te extrañan, siempre que estás distraído te miran con detenimiento y puedo notar la tristeza en sus miradas. —ya me sentía culpable— También deberías hablar con ellos, ambas partes se merecen una segunda oportunidad. Pero sobre todo tú te mereces una segunda oportunidad para ser feliz.

Sonrió haciendo que sus ojos se cerraran casi por completo, sus mejillas estaban un poco rojas y su cabello estaba despeinado, y a pesar de eso, en ese instante, me pareció la mujer más bonita que hubiera podido conocer.

[...]

Limpie un poco del sudor que corría por mi cuello con la toalla mientras descansaba en el piso.

— Come algo. —SaeJin me entregó una pequeña caja de pollo— He podido ver que no te alimentas bien.

— No puedo subir de peso, si lo hago recibiré fuertes críticas, y la verdad no estoy listo para eso. —el maldito olor era pura tentación.

— Es lo que más odio de esto.

Se sentó a mi lado, como si fuéramos amigos de años, no me molesto, pero si me incómodo un poco ya que estaba acostumbrado a estar solo la mayor parte del tiempo.

— Algunas personas no tienen consideración alguna y simplemente juzgan sin pensarlo. —se cruzó de brazos un poco molesta— Nadie en esta maldita tierra es perfecto. Y no deberían de obligar a las demás personas para tratar de serlo.

Había escuchado a muchas personas decir lo mismo, pero ninguna que lo dirigiera hacia mí.

— Piensa en esto. —dio un extraño giro en el piso y quedo frente a mí— Primero estás tú, tu salud. ¿Qué pasará si mueres por una de esas malditas y estúpidas dietas? —el enojo y frustración era evidente en su voz— Puede que al principio a muchos le duela, pero con el tiempo serás olvidado, por muy cruel que suene así será para todos. No hagas feliz a los demás a costa de tu sufrimiento.

Soltó un fuerte suspiro y revolvió su cabello con tanta fuerza que llegué a creer que se arrancaría varios mechones.

— Siento haberme alterado.

— No hay problema. Y realmente tienes razón, nunca lo había visto desde ese punto. —abrí la caja y tomé una pieza de pollo— Primero está mi salud.

Le di una mordida y pude saborear los agradables condimentos, se sentía bien comer sin ningún remordimiento. Giré a verla y le sonreí en forma de agradecimiento a lo que ella correspondió de la misma manera.