CAPÍTULO 1: Nadie en quién confiar.

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Madrid.

Su corazón va demasiado rápido. Sus manos tiemblan. Su boca se seca con cada bocanada de aire que intenta dar. 

No siente las piernas, la mirada se le nubla y su cerebro ha dejado de recibir estímulos del exterior. 

- ¿Puedes escucharme un momento?- Pregunta con una mano en el pecho y haciendo un esfuerzo para intentar que su respiración vuelva a su ritmo normal.- ¿Vas a seguir creyéndote todo lo que dicen las revistas? ¿Acaso no llevan mintiendo e inventando historias desde que salí? 

Los segundos en los que él se queda en silencio le dan la suficiente valentía como para que de sus labios escapen las palabras que lleva pensando desde hace demasiado tiempo. 

Desde Navidad, para ser exactos. 

- Me reprochas a mí lo mismo que me hiciste en la primera semana de concurso.- Dice con la boca pequeña. 

A Aitana le coge desprevenida el golpe. Apenas tiene tiempo de reaccionar antes de que la mano de su novio golpee su mejilla. 

- Te dije que fue un desliz.- Miente de forma descarada el catalán.- Así que no vuelvas a recordármelo porque estamos hablando de cosas distintas y lo sabes. 

Se muerde la lengua. Sus manos han dejado de temblar y podría sacar fuerza perfectamente para devolverle el golpe que él le ha dado, pero no lo hace. 

- ¿Por qué es distinto?¿Porque pensabas que no iba a enterarme de que te estabas acostando con una tía mientras yo lloraba por ti en la academia? ¿Porque no pensabas contármelo o porque te da miedo quedar en ridículo delante de toda España?

No se controla, ha dejado de pensar de forma coherente porque lo único que le interesa es finalizar con esto de una vez por todas. Ya no le importa de qué forma terminar, sólo quiere hacerlo. 

Vuelven al silencio. Vicente no tiene otro remedio que callarse porque no está acostumbrado a que la chica le rebata, así que ese ataque de valentía por parte de ella le coge desprevenido. 

- ¡Una cosa es que salgáis en una revista de forma puntual y otra es que seáis portada de todas las putas revistas del corazón! 

Se acerca a él, acorta las distancias. Veinte centímetros. Esa es la distancia entre el cuerpo de ella y él. 

- Quédate con tus putas revistas.- Contesta ella dándole la publicación donde Luis y ella salen en la portada saliendo de una cena con todos sus compañeros.- Me da igual lo que hagas, acuéstate con quien quieras, pero no vuelvas a aparecer en mi vida porque no quiero tenerte cerca. 

A partir de ahí, todo sucede demasiado deprisa. No tiene tiempo a reaccionar. 

El ataque de ansiedad cada vez más cercano le presiona el pecho. Sus maletas en la puerta, ella en el umbral de la misma y el sonido de la hoja de madera cerrándose detrás de ella son lo que hace que se dé cuenta de que está en la calle. 

Literalmente. 

Se sienta en las escaleras del viejo edificio. Tiene que tranquilizarse porque entre el temblor de sus manos por el frío y los nervios que tiene, no consigue sacar su teléfono móvil del bolsillo de su pantalón. 

Dos bocanadas de aire y una cuenta atrás después, consigue introducir correctamente el patrón en su teléfono. Su muñeca está levemente enrojecida por el forcejeo que ha tenido con el catalán y se le hace difícil ver algo entre las lágrimas retenidas en sus ojos. 

Ahora es el momento en el que se arrepiente no haber cogido una habitación de hotel y haberle hecho caso a su, ahora, ex novio. No pudo negarse cuando el catalán le contó entusiasmado que podría viajar con ella a la capital y que uno de sus tíos les había dejado el piso donde dormirían totalmente libre y a su disposición.

Soñemos juntos = AITEDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora