CAPÍTULO 11: recuerdos en la piel.

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Siente un insoportable frío en la zona baja de la espalda cuando se levanta y ve que ha dormido destapada toda la noche.
Un dolor en la parte inferior de su tronco le avisa de que dormir con camiseta corta no ha sido buena idea.
Se tapa hasta arriba para intentar volver a dormir pero un detalle hace que vuelva a girarse sobre sí misma y corroborar con sus propios ojos que varias camas están vacías.

Repasa con los ojos todas las facciones de los que sí se encuentran descansando, durmiendo plácidamente sin temores nocturnos o pasados que le atormenten. Pesadillas que le obliguen a despertarse entre jadeos en mitad de la noche o que sientan que le ahogan hasta dejarles sin aire.

Nada de eso.

Desde donde está puede distinguir las camas vacías. Ana, Roi, Miriam, Alfred, Amaia y Cepeda son los que no ocupan su lugar de descanso a las dos de la mañana.

Es raro, porque su mejor amiga le ha dicho que estaba muy cansada y que se dormiría temprano, por lo que encontrar su cama vacía le ha sorprendido.

Cierra los ojos antes de escuchar cómo los dueños de las camas ocupan su sitio para dormir.
Un leve golpe le confirma que hay un par de personas enfrente suya y entre el silencio distingue varios susurros.

Cuando nota un pulgar acariciando la mejilla húmeda por la lágrima, reconoce al dueño de este.

- Luis, mañana explícale todo. Ella también tiene cosas que contarte.

Nota como se acuesta en la cama justo debajo de la suya y como Ana caía rendida en la de enfrente.

Últimamente, le está costando mucho dormir, y esta noche, no iba a ser menos.
Una horrible pesadilla le ha obligado a despertarse para no volver a caer en ese terrible sueño. Puede notar todavía sus pupilas adaptándose a la luz después de soñar que su padre desaparecía.

El padre de la chica se había introducido en la habitación de la misma en cuanto vio en los ojos de su hija que no estabas pasándolo bien. Esperó a que terminase de ducharse y de vestirse antes de corroborar con sus propios ojos que su pequeña no estaba pasando por un buen momento.

Después de haber tocado varias veces a la puerta y al no escuchar respuesta asomó su cabeza por el umbral antes de decir "cu cu" con la única finalidad de hacer sonreir a su hija.

Mientras la chica de flequillo bajaba la música sabiendo lo que iban a hacer, él tomó asiento en la cama apartando el montón de ropa que había encima de ésta.

- Te pasa algo.- ni siquiera lo pregunta, lo afirma después de observar en los ojos de su progenitora las dudas y el miedo que la sacudía en ese momento.- es por Luis, ¿Verdad.?- pregunta acertando de nuevo.

Nota cómo sus ojos comienzan a encharcarse y mientras lucha por retener ese agua que se empeña en correr cuesta abajo en sus mejillas su padre comienza a hablar.

- ¿Sabes.? Un día mi padre me dijo "las segundas oportunidades existen si la persona es la adecuada." Creo que deberías de darle una segunda oportunidad.- añadió una vez cuenta la anécdota. La intención que tiene la chica en darle un abrazo a su padre solo se queda en eso, una mera intención que se ve interrumpida por la luz cegadora e inaguantable que entra por la ventana. Son en el par de segundos que mira hacia la ventana y que vuelve la vista a la posición inicial los que tarda su padre en desaparecer. Dejando la cama intacta, sin rastro de que ninguna persona hubiera pasado sentada en ese lugar varios minutos.

Un sonido extraño la devuelve a la realidad y se sobresalta al notar que está en la academia y no en su casa como había soñado. Comienza a llorar silenciosamente pero el leve sonido que sale de sus labios son lo suficiente como para que Ana los identifique y le calme brevemente.

- Ya está pequeña, ya está. - dice mientras le acaricia la espalda haciendo círculos sobre ella. - ¿Porqué lloras.?- se interesa. Al ver que la más pequeña es incapaz de explicar la causa de sus lágrimas solo le queda intentar adivinarla ella para saber cómo consolarla.- ¿es por culpa de un gallego de pelo rizado.?

Niega con la cabeza, ahora que lo piensa, en él es en la última persona que ha pensado.

- Entonces tiene que ver con otra persona... - la canaria entiende por dónde van los tiros y solo puede abrazar más fuerte a la chica. Ella ha sufrido también la muerte de uno de sus padres y aunque era muy pequeña, hoy en día hay noches que las pesadillas vuelven a colarse entre las sábanas de su cama.

- ¿Puedes dormir conmigo ? - le pregunta entre sollozos y con la voz pequeñita. Lo último que quiere ahora mismo es dormir sola y que esa horrible pesadilla vuelva a atormentarme cuando se encuentre en su profundo sueño. Por eso, le da igual que haya parecido que tiene cinco añitos si con eso su amiga dormirá abrazándola y en su cama.

- Claro pequeña, pero vamos a mi cama porque podemos armar una buena si esta se rompe.- tira de su mano con cuidado para que no caiga escaleras abajo y con cuidado la tapa ya en su cama de abajo para dormir hasta que la alarma suene.

La chica sonríe, hace demasiado tiempo que alguien no la llama pequeña y no recordaba lo mucho que le gustaba ese apelativo y finalmente estalla en carcajadas cuando visualiza en su mente la escena que puede liarse si a las cuatro de la mañana rompieran esa cama en la que dormía antes aplastando a la persona que duerme debajo y haciendo que cuando le pide a su amiga que imagine la escena ella se contagia de su risa.

Son varios compañeros los que le chistan a las chicaa para que guarden silencio, pues a las horas que marca el reloj no es de buen gusto que te despierten dos locas riéndose a plena carcajada, pero a riesgo de que Miriam y su "buen" humor le tire un cojín a la cabeza de cada una, siguen riéndose silenciosamente hasta que logran relajarse y quedarse tranquilas.

Luis, que ha permanecido despierto desde que las súplicas de silencio de sus compañeros han interrumpido su sueño, le ha sido imposible no pararse a escuchar las carcajadas de las dos chicas antes de caer rendido ante los brazos de Morfeo.

- A dormir ya hombre.- les dice visiblemente divertido antes de girar sobre él mismo y acurrucarse mientras las chicas reprimen la risa.

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Pues ya estaría.

Para seros sincera, este capítulo es cortísimo pero es que no tengo nada de inspiración y ya no sé de dónde sacar más cosas, además de que ayer me di cuenta de que había editado los capítulos posteriores a este y no había formateado este, en fin, un desastre con todas sus letras.

Que...bueno, ya sabéis que me encanta leeros y que estoy por Twitter y por Instagram por si queréis hablar por allí o yo que sé, lo que queráis.

Terminar el capítulo agradeciendo el apoyo que he tenido y que no os puedo querer más. No me pongo más cariñosa que después me exigen cariño y no es típico en mí. 😂

Besiños y os quiero 💙💙💙.

Soñemos juntos = AITEDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora