CAPÍTULO 51: Bendita locura.

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Le está viendo pasearse nervioso por la pequeña habitación mientras ella abrocha sus zapatos y sin embargo finge que no se da cuenta de el movimiento que el gallego está ejerciendo sobre su propio bolsillo, asegurándose a sí mismo de que su cajetilla de tabaco está a sólo unos centímetros de tela.

Trata de tranquilizar al chico por décima vez en lo que llevan de día, pues los nervios parece que están haciendo acto de  presencia en su cuerpo y no es capaz de dejar de dar vueltas al rededor de una de las habitaciones de la finca dónde se celebra la ceremonia.

Apenas quedan quince minutos para que den las seis y media, dando comienzo a la boda que tendrá lugar en la planta baja y en los jardines de la casa que la pareja ha escogido para ese día.

Finalmente consiguen estar listos a la hora y, ayudada por la mano de Luis, bajan las escaleras en dirección al jardín repleto de sillas e invitados que esperan impacientes la llegada de los novios.

Sergio aparece en escena cogido de la mano de su madre, mientras que la chica aparece minutos después agarrada del brazo de su padre consiguiendo arrancarle a Luis las primeras lágrimas de la noche, no ayudando la melodía de All of me, de John Legend en una versión en directo que pone los vellos de punta a todos los presentes.

La escena enternece demasiado a Aitana, que apoya su cabeza en el hombro de Luis, y que gracias a los tacones que lleva tiene a escasos centímetros, el chico mientras, seca con la palma de sus manos las rebeldes lágrimas que han aparecido sin aviso previo al ver a su hermana caminando hacia el altar.

Roi y Miriam, sentados en el banco justo de detrás junto con Ana, Amaia y varios compañeros más de edición invitados a la boda por ser amigos de la novia, observan enternecidos la escena.

- Me gustaría estar así contigo en unos años.- deja caer Roi mirando de reojo a la gallega, que está luchando también por mantener sus lágrimas a raya al estar presenciando una escena tan emotiva.

- ¿Esa qué forma es de pedirme matrimonio?- bromea la chica intentando no echar a perder su maquillaje.- a mí me haces una perdida de manos en condiciones, que si no no me caso.

Deciden dejar de reírse para no echar a perder la boda, pues sus carcajadas están subiendo de tono y aunque ninguno de los dos está echando demasiada cuenta a las palabras que el señor colocado en el altar está diciendo, tampoco quiere que su amigo les ahorque con la corbata que completa su traje.

Pero su amigo está demasiado ocupado comentando la conversación que ellos pensaban que nadie había escuchado, con Aitana.

- ¿Cuánto tiempo crees que tardará en pedírselo?- le susurra la chica erizando su piel ante el susurro, asegurándose de que ellos no los escuchan.

- ¿Conociendo a Roi? Tres días como poco. Estoy seguro que no se casarán tan pronto, pero pedírselo se lo va a pedir dentro de tres días.- asegura convencido apostando seguidamente la publicación infraganti de uno de los temas que tiene terminados en el caso que no se cumpla lo que ha asegurado.

Observan atentamente las palabras que se dedican los novios, y cuando se quiere dar cuenta, está viendo cómo Luis se posiciona en una especie de plataforma dónde se encuentran un piano y un micrófono junto con un pie.

- Bueno, ahora vendría el típico discurso de hermano mayor de las películas.- comienza nervioso, tiene que aclarar su garganta antes de continuar y en ese tiempo ve cómo su hermana le sonríe desde su silla.- pero yo no soy ni el hermano mayor ni se me dan bien las palabras. Soy más de canciones, por si no os habéis dado cuenta.- bromea consiguiendo la risa de los invitados y la suya propia.- por eso voy a suprimir la parte donde hago llorar a mi hermana, más que nada porque quiero hacerla llorar con lo que viene a continuación.- le mira cómo su hermana rueda los ojos.- Esto es algo totalmente improvisado que ni siquiera tengo la certeza de que esa persona acceda, pero si no lo hace, según por lo que me han contado Australia es un buen lugar para empezar de cero.- vuelve a bromear ahora mucho más relajado, al fin y al cabo los escenarios siempre han sido su segunda casa y no le es difícil soltarse encima de uno.- Aiti, ¿Quieres subir a cantar conmigo?- pide mirando suplicante a la chica, que desde el momento en el que pronuncia su nombre su piel se vuelve varios colores más rojizos.

Soñemos juntos = AITEDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora