CAPÍTULO 7: futuro reencuentrOT.

2.8K 53 0
                                    

Ella siempre fue de lucharse a sí misma, porque ahí está el mérito y no el fracaso.

Y es que si construyes mirando al lado, probablemente tus cimientos se terminen tambaleando.

Sal de ahí, se había dicho a sí misma.

Todavía puede recordar el sonido del metal chocando contra la puerta. El botón del ascensor avisándole de que habían llegado a la planta del aparcamiento fue el detonante para que sus lágrimas corrieran por sus mejillas.

A lo tonto han pasado 365 días de ese momento, 8.763 horas desde que sacó a Luis de su vida. Le gustaría admitir que no ha llevado la cuenta de todos estos datos, pero lo cierto es que no ha pasado ni un solo día sin recordar lo último que hizo estando en el piso del gallego.
Su camiseta básica morada quedó perfectamente colocada en los pies de su cama.

Ese dolor podría haber sido sustituido perfectamente por más recuerdos con él si la cosa se hubiera quedado en una simple pelea.

Pero no fue así y el dolor se le juntó con el de la pérdida de su padre.

Hace tan sólo tres meses, pero parece que hayan sido años.

Todos sus actos como cantante han sido cancelados, apenas hace una entrevista una vez por mes y no ha salido de su casa sólo para lo extrictamente necesario.

Psicólogo, nutricionista y poco más.

Y aunque la prensa se haya comportado bien con ella durante el primer mes, en la primera semana del segundo ya tenía a periodistas indignados por el abandono de su trabajo.
Querían salseo, noticias frescas de la cantante Aitana Ocaña que con veinte años acaba de perder a su padre y no las tienen si la chica se pasa todo el día en su casa metida.

Puto egoísmo que no es capaz de respetar el duelo de las personas.

Cuando pasa por la carretera dónde ocurrió el accidente, aunque ha pasado una sola vez, las extremidades comienzan a temblarle, las manos le sudan y no es capaz de abrir los ojos hasta que nota que han entrado de nuevo en la ciudad de Barcelona.

El mes que se llevaron las dos Morales en el hospital no fue, para nada, lo peor que les pasaría. Un mes que se podría resumir en un mes sin noticias, durmiendo mal, sin comer y descansando en el pequeño sillón reclinable y en el sofá de la habitación.

Un mes sin mejora.

No ha vuelto a ese hospital, aunque su nutricionista principal trabajara allí, cambió de especialista a uno que no tuviera que pasar por delante de la habitación donde estuvo su padre.
Estuvo hasta que su corazón dejó de funcionar, sus constantes vitales se apagaron y sonó el característico pitido que anuncia el final de una vida.

Las Morales nunca han vuelto a ser las mismas.

Muchas visitas al psicólogo después confirmaron que la chica tenía una depresión tan grande como una casa.

Apenas comía, se quedó casi en la mitad de su peso normal y se mantuvo al margen en las redes sociales.
No volvió a salir de su casa hasta que estuvo totalmente preparada y con unas gafas de sol tapando sus tristes ojos se montó en un coche de Universal para la primera entrevista que daría en tres meses.

De eso hace apenas una semana.

El egoísmo de las personas no dejará de sorprenderla nunca. Todos los días, unas veinte llamadas de varios entrevistadores, aparece en su bandeja de entrada. No coge ninguna, por supuesto.

Su reloj de mesita marca las 13:03. Y un molesto sonido de su teléfono móvil la despierta del sueño en el que estaba sumergida todavía.

No mira demasiado el contacto, las ganas de hablar con la otra persona le pueden y descuelga el móvil al segundo.

Soñemos juntos = AITEDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora