Capítulo 4

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Maratón 1/2

Rose

Miraba a los pájaros revoloteando alrededor de los inmensos árboles del jardín. Al principio eran dos pero ahora eran cinco. Iban de un árbol a otro y chocaban entre sí, luego se paraban en la rama de uno y empezaban a jugar entre ellos. No pude evitar que en mi rostro se asomara una pequeña sonrisa. Esto era tan pacifico.

Así eran la mayoría de mis mañanas: despertar, desayunar, tomar un baño, arreglarme, acomodarme en el mueble que está cerca de mi ventana y observar el paisaje o leer un libro. Mi vida parece tranquila y lo sería tranquila de no ser por el hecho de que mi familia es una de las más ricas de la ciudad. Por lo tanto me la vivo en fiestas, reuniones sociales y eventos de la compañía de mi padre; siempre conviviendo con la gente rica. Que fastidio.

No me malinterpreten, ser rica tiene sus ventajas, como tener lo que quieres con tan sólo tronar los dedos, ropa de diseñador, joyas, viajes por el mundo, empleados disponibles las 24 hrs, etc. Pero a veces pienso que la vida sería más placentera sin el dinero.

-¿Srta. Rose?-una voz proveniente del otro lado de la puerta blanca de mi habitación me hace salir de mis pensamientos -¿Se puede?

-Si, adelante- giro la cabeza y busco con la mirada a los pájaros.

-Buenos días, srta. Rose- dice Ingrid y estoy segura que pone sus manos en su espalda. Es un gesto que tienen todos los empleados al momento de hablar con algún miembro de la familia.

-Buenos días- digo sin apartar la vista de la ventana -¿Qué se te ofrece?

-Su padre quiere verla.

Ruedo los ojos. Es un milagro que esté en casa. Giro para encontrarme a Ingrid al lado de la puerta. ¡Adiós a mi tranquilidad!

-¿Puedo saber para que desea verme?- alzo una ceja esperando una respuesta.

-Lamentó decirle que no sé la razón, señorita- bufo y ella se da cuenta de mi gesto -Por favor, vaya con él.

-Ya qué- hago una mueca.

-La espera en la sala principal- dice Ingrid con una sonrisa -Con su permiso, me retiro- asiento y ella sale de la habitación.

Me pongo de pie, de mala gana y me dirijo a mi tocador, es de madera y sobre él están algunos de mis cosméticos, perfumes y cremas. Bufo de nuevo y agarro mi cepillo, paso este por mi melena castaña y salgo de la habitación.

Camino por el largo pasillo blanco y justo cuando llego a el balcón, veo a mi hermana Emma correr escaleras arriba. Su cabello castaño claro rebota en cada salto que da de escalón a escalón. Tiene prisa.

-Hola, Emma.

-Hola, Rose- dice con una sonrisa cuando sube el último escalón -Adiós, Rose.

Pasa corriendo a mi lado y no le tomo importancia, mientras bajo las escaleras puedo ver desde aquí a los empleados sacudiendo el polvo de los jarrones, mesas y pinturas. Al bajar la escalera me encamino al lado contrario de la gran entrada, paso bajo las 2 escaleras de mármol y junto al mueble de madera redondo, donde hay un hermoso arreglo de flores.

Mientras camino hacia la sala principal, saludo a los empleados que se dedican a limpiar las ventanas y barrer y trapear los pisos. Llego a mi destino y veo a mi padre hablando por teléfono. Carraspeo y el nota mi presencia. Se despide de la persona al teléfono y cuelga. Voltea a verme.

-Hola, Rose- sonríe y se acerca a abrazarme, lo dejo hacerlo -¿Cómo amaneciste?

-Padre, por favor, ve al grano- lo veo alzar las cejas sorprendido -¿Para qué me llamaste?

Please, Rose |S.M|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora