La luna florecía en el basto cielo nocturno, acompañando al manto blanco que caía del cielo, cubriendo aquel bosque en un blanco puro. Los padres de sus compañeros de campamento estaban organizando la cena para todos.
-Pero miren quien está aquí. –comentó uno de los chicos del campamento en modo de burla.
Ella ignorando aquel comentario seguía dibujando en la nieve.
El muchacho al ver que ella lo ignoro, tomando una piedra del suelo helado se lo lanzo con maldad en la cabeza.
El hermano mayor de ella al ver que otra vez es grupo de niños la estaban molestando, se dirigió hacia ellos. Los chiquillos burlándose de ella, el otro la tomo con fuerza del brazo empujándola con brusquedad en la nieve.
-¡Vete de aquí bicho raro! –gritaron todos al unísono. – ¡Tú jamás serás una de nosotros! ¡VETE!
Ella sabía la razón porque siempre los otros niños y niñas la trataban así, pero solo era una niña de 12 años, que aún no podía entender porque había tanta crueldad hacia ella. Sus padres siempre estaban de viaje tanto que casi no los conocía. Su figura paterna era su hermano mayor que siempre ha velado por ella desde que nació.
Ella no tenía amigos, era solitaria, ella era distinta, ella lo sabía... pero lo negaba.
Su hermano tomando de la chompa a los niños que la estaban molestando, agacho la mirada mientras se tocaba la frente, la sangre rodaba por su mejilla.
El otro niño zafándose tomo un poco de nieve, lanzándole la nieve en la cara.
-¡Vete de aquí bicho raro! –grito el muchacho con odio.
Ella aguantando el dolor y la humillación quería llorar con todas sus fuerzas pero su hermano le había enseñado que no debía llorar frente a los idiotas. Solo tenía fuerzas para salir corriendo. Y así fue.
Corrió hacia el profundo bosque blanco, su hermano soltando con brusquedad a los niños en la nieve al ver que ella salió corriendo hacia el bosque, fue corriendo detrás de ella.
Ella corría sin detenerse, su hermano trataba de seguirla pero no pudo. A la final él le perdió la pista.
Estaba cansada había corrido mucho, el golpe que tenía en su cabeza provocada por la piedra que le habían lanzado uno de esos niños, le había hecho perder mucha sangre estaba algo mareada tanto que ya no podía dar un paso más. Apoyándose en el árbol, dejo que su cuerpo bajara lentamente hasta que se sentó en la fría y espesa nieve.
Su vista estaba borrosa, sus largos cabellos castaños estaban teñidos por la sangre de la herida; cerrando sus ojos pensó que era su fin.
-¿Estas bien? –escucho una voz lejana.
Parpadeo un par de veces, abrió un poco sus ojos.
-Mis padres... me enseñaron... a no... hablar... con extraños. –susurro ella débilmente.
El sonriendo con alivio la abrigó con su chaqueta.
Ella percibiendo calor en su cuerpo, abrió sus ojos de golpe al ver a un muchacho muy cerca de su rostro.
-¿Y tú quién eres? -pregunto ella con timidez.
-Soy Sam y tú. –indicó el muchacho mientras le terminaba de saturar la herida de su frente.
-Hope... -susurro ella en voz baja
Ella no podía ver a la cara al muchacho, tenía miedo de que él también la viera como un bicho raro.
-No te preocupes, jamás pensaría que tú eres un bicho raro. -comentó el muchacho con una tenue sonrisa inocente en su rostro
Miro al muchacho, sorprendida, tanto que no podía creer lo que había escuchado.
-¿Huiste? –pregunto el muchacho mirándola a los ojos.
Ella arqueando una ceja lo miro a los ojos.
-No, solo estaba dando una caminata nocturna.
El muchacho dejo escapar una risilla al ver que ella le respondió con sarcasmo. Tomando la mano de ella, le dio un beso en la frente.
-Te prometo que cuidare de ti por siempre no importa cual o cuales sean las consecuencias, siempre voy a estar a tu lado por toda la eternidad.
Sus ojos grises como de lobo tenían plasmado el rostro de aquel chico, cuya promesa hizo que su corazón latiera a mil. Pasaron minutos tomados de la mano, como si ellos estuvieran destinados a estar juntos por siempre.
Ella retornando al campamento con su herida saturada, ahí estaba su hermano esperándola junto a los otros padres. Ellos al ver que regreso sana y salvaba, la abrazaron. Mientras que los niños que la habían molestado, recibieron su castigo por haber sido crueles con ella.
Su hermano tomándola en brazos ella miro aquel camino que se perdía en el bosque; recordando aquella promesa salida de la nada de un completo desconocido, cuya promesa jamás olvidaría.
Todos dormían, una ligera luz cruzó por el pequeño hueco que daba a su cama. Levantándose salió de la cabaña, su curiosidad la llevo al bosque.
La luz resplandeciendo con fuerza frente a ella, se quedó paralizada al ver que se encontraba enfrente de un enorme acantilado. Confundida echo un vistazo hacia atrás pero no podía ver el camino de regreso, estaba muy oscuro y parecía peligroso.
Acercándose al acantilado vio como las olas del mar chocaban con fuerza.
Un viento frio le hizo poner la piel de gallina. Estaba por alejarse, cuando vio de nuevo la luz que la había alejado del campamento pero esta vez resplandecía con mucha intensidad.
La curiosidad inundado su mente, tomo la decisión de bajar por el acantilado para averiguar que era aquella luz. Respiro profundo, cerrando sus ojos empezó a bajar con sigilo por el acantilado porque sabía que un mal movimiento corría el riesgo de caer hacia el vacío donde las olas del mar se rompían con fuerza.
El viento helado de la noche soplo por sus mejillas, haciendo que sus largos cabellos se pegaran a su rostro. Estaba tan cerca, pero un error la hizo resbalar.
Iba en caída libre de unos 10 metros hacia el vacío donde se encontraban unas enormes rocas, en cual el mar se golpeaba con una fuerza descomunal. Ella sonrió con tristeza al saber que aquella promesa se iba romper con su muerte.
Cerró sus ojos el rostro de aquel muchacho paso por su mente.
La piedra se cubrió de sangre, el agua a su alrededor del mismo modo. El golpe fue rápido y sin dolor. Una muerte rápida.
Poco a poco su pequeño cuerpo sin vida se hundía en las heladas aguas del océano. Nadie sabía que había muerto, todo había sido instantáneo que nadie lo hubiera notado. Estaba sola ya no tenía de que preocuparse tampoco ya no tenía que soportar humillaciones.
La muerte la había premiado.
Pero a veces el destino mueve sus piezas de una manera que jamás podremos predecir cuál será su siguiente movimiento.
La luz envolviendo su cuerpo, la sostuvo antes de perderse en las profundidades.
Una voz tranquilizadora salió de ella.
<<-"Todo va estar bien"...>> -Produciéndose un gran destello en el océano
Estaba desorientada, su cabeza le daba vueltas.
Su hermano mayor tomando su mano al ver que despertó del coma, no pudo contener sus lágrimas de felicidad. El doctor sorprendido, observaba sus ojos con una pequeña linterna iluminaba sus pupilas para ver sus signos vitales.
Ella en su interior sabía que había olvidado algo.
El golpe había provocado algo en su cabeza.
Ella lo había olvidado todo...
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GUARDIANS OF DESTINY
Science FictionEn el mundo solo existe destrucción y caos, solo los "Guardianes del destino" aquellos provenientes de otra dimensión, solo tiene una sola misión y es... impedir la propia destrucción de las "dimensiones".