Capítulo 35.

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—Si, dime... ¿También vas a matarme?

Normalmente siempre tenía algo que contestarle a las personas rápidamente. En ese momento todas las palabras se habían fugado de mi cerebro, me encontraba en un enorme choque de sentimientos y emociones.

Ni siquiera me miró, ni siquiera se asombró, sus palabras fueron frías como la nieve. No sé que dolía más, si pensar que la persona que amas está muerta, o ver su forma y sus palabras diciéndote subliminalmente que lo único que murió fue su amor por ti.

—¿Eres mudo ahora? —dijo mientras aceleraba a fondo.

Mi cara volvió a tener esa mirada de ternura, mezclada con un poco de miedo y curiosidad. La miraba con la esperanza de encontrar a la Presley de la que me había enamorado, intentaba hacer contacto visual, que se diera cuenta de que Tony seguía ahí dentro... Dentro de ese monstruo que ella creía tener al lado.

—Presley... —volví a decir con los ojos rojizos y empezando a humedecer.

—Eh... Sí, así me llamo. ¿Que es lo que quieres?

Seguía apuñalando mi corazón con sus palabras, no podía creer que hablaba con ella.

Presley había dejado de ser aquella chica de la que me enamoré, su mirada estaba llena de odio, pero... ¿porque tendría yo que culparla? Sí yo no era el más indicado para juzgar.

Mis 5 minutos de melancolía pasaron, y tenía que aceptar mi cruda realidad nuevamente.

Sonreí, tenía esa sensación de que las cosas iban a ser un poco más interesantes, la maldad volvía a corromper mi ser.

—Si sabes que soy mejor que tú siendo un hijo de puta ¿Cierto? —le dije recuperando mi serenidad.

Su cara cambió un poco, ver que ya no era tan frágil al mirarle, le dió un poco de miedo, aunque iba preparada.

Al parecer el maldito de Franklin había preparado a Presley para un posible encuentro conmigo. Sus ojos tenían un brillo cristalino, impenetrable por mis poderes. Llevaba un traje de material fino pero muy resistente, obviamente ese traje debía tener muchas sorpresas y habilidades para protegerse de mí, lastima que no era suficiente, para mí nunca nada es suficiente.

Si quedaba alguna duda en mi, de ser alguien frío y sin sentimientos, pues en ese momento estaban desapareciendo. Aunque mi amor por ella no, quizás solo lo estaba escondiendo en lo más profundo de mi.

Teníamos muchas cosas de que hablar y explicar, pero en ese momento, nada parecía importar.

—¿Te puedes bajar de mi coche? —me preguntó ya con cara de enojo y un poco de miedo.

—Pues sí... Claro que puedo. —le dije mientras me acomodaba mejor en mi asiento.

Ella se quedó esperando un momento a que me baje pero yo seguía en el auto.

—Anja, Tony... Eh dicho que te bajes.

—En primer lugar no lo habías dicho, simplemente preguntaste que si me puedo bajar, y sí, si puedo. Pero no creo que quieras que me baje. —le dije con tono pícaro.

—¿Por que eres tan ridículo? —dijo con cara de desagrado—. ¿A que viene eso de que yo no quiero que te bajes?

—Bueno, el coche sigue en marcha, no has hecho parada para que me baje. —dije levantando una ceja y moviendo de lado a lado un poquito la cabeza, con ese tono de arrogancia y sarcasmo que solía tener.

—¿Usted se subió en movimiento, porque no se baja de igual manera?

—Estabas parada en el semáforo estúpida, debes tomar algo para la memoria.

Cheater (origen Del Mal) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora