Kissed by the sun ━ Jaime Lannister [2]

♕CAPITULO 24|JAIME♕

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La imagen se acentuó sobre mí, como en las demás noches, mi muñón aparecía y yo gritaba y luego venían otras imágenes aterradoras que me hacían revivir el dolor, y gritaba, gritaba mucho. 

---¡Matarreyes! 

Abrí los ojos y me encontré con Brienne, causándome más que un susto, la aparté con rudeza y me hice a un lado rascándome los ojos y la nariz que me habían comenzado a picar. 

---Estoy bien --- gemí dándole la espalda. 

---Estás perturbado --- respondió ella levantándose, vi su silueta dirigirse al riachuelo para recoger agua en una lata que habrá encontrado por ahí. 

Suspiré y sentí un dolor punzante en mi brazo, como si el muñón hubiera despertado conmigo de la pesadilla que era realidad. Aparté la vista y cerré los ojos, si escuchaba el sonido del riachuelo, yo podía imaginarme en el pasado, ahí en Aguas Dulces, la primera vez que vi desnuda a Leonor. 

Los tuve que abrir cuando Brienne golpeó mi hombro enseñándome la lata oxidada con agua. No me pude negar, tenía sed, tanta que me hubiera bebido todo ese riachuelo, pero no quería seguir pareciendo un loco, la rubia alta y corpulenta, se sentó a mi lado bebiendo agua de su propia lata cortada. 

---Estamos a pocos días de llegar  a la capital --- dijo meditando para sí misma 

No quise mirarla, porque no me animaba a hacerlo ni a pensar en querer estar en ese lugar, no tenía intenciones de ver a mi hermana o inmiscuirme en sus asuntos reales, lo único que quería yo era tener de vuelta a mi familia pero ni eso era capaz de saber si volvería a tener o ver. 

---Recibirás tu recompensa --- le respondí --- Un Lannister...

---Siempre paga sus jodidas cuentas --- me interrumpió y nos miramos fijamente.

 Yo sabía que ella quería volver a agradecerme por haberla salvado de ese oso, sabía que ahora ella sentía compasión por mí y mis historias del pasado, sabía que ahora ella ya no pesaba que era un hijo de puta porque sí, sabía que yo amé y luché por lo mío y que dentro de ese caparazón de egocéntrico, había un hombre que lo daría todo por su familia. 

Sin más, nos levantamos y comenzamos a caminar antes de que anocheciera, Brienne se detuvo cuando encontró una cabaña a unos cuantos metros, ella confío en mí y me dejó a solas mientras iba a revisar el terreno, volvió a los pocos minutos con pan y agua. 

---Solo hay una mujer anciana y dos niños que según ella son huérfanos,  puedo darle las monedas de oro que me quedan para que podamos descansar ésta noche ahí --- comentó mientras avanzábamos hacia la cabaña.

---Pero ella sabrá quien soy 

---¿Y eso que importa? Estamos en tus tierras, no pueden hacerte nada más --- aclaró empujando la puerta de madera que rechinó en todos mis oídos haciéndome sentir alerta por acto reflejo. 

Pero cuando entramos, el calor de la chimenea encendida me llamó la atención, también los dos niños de no más de siete años que jugaban con palos de madera delante de ella, Brienne me sentó en una banca frente a una mesa y se fue hacia la cocina, junté mi mano y mi muñón y sentí el punzón otra vez, me pregunté si mis hijos estaban bien... Cuando volteé la cabeza para volver a ver a los niños reír en silencio mientras chocaban sus palos, me dolió el alma y el corazón de extrañarlos tanto, sentí que iba a llorar todo lo que no había llorado desde que las desgracias comenzaron a pasar en mí vida, cuando Brienne se aclaró la garganta y la miré hacia el otro lado. 

---Come, Lannister, lo necesitas --- empujó un plato de sopa humeante frente a mí y mis labios y lengua seca se me hicieron agua, tomé la cuchara a un costado para comenzar a comer mientras Brienne hablaba --- La anciana dice que una tropa de soldados Stark pasaron hace no mucho por aquí, pero no entraron aquí más que por comida y se fueron de inmediato. Stark aun debe estar buscándote. 

Negué con la cabeza. 

---No lo creo, si así fuera ya me hubiera encontrado 

---¿Tal vez sería porque te cree muerto? 

---Tal vez, no me importa ni yo a él 

Brienne continuó comiendo algo indecisa consigo misma, cuando uno de los niños se acercó a nuestra mesa y se quedó al otro lado observándonos fijamente. Mi mirada y la de él no se apartaba, por un momento que no entendí, mirar sus ojos pequeños y negros me hacían sentir que jugaba conmigo a quemar miradas, pero por otro momento me pareció más que eso. Yo vi temor en sus ojos al verme, temor y ansiedad, el temor y la ansiedad que se reflejaban en sus ojos y que provenía de mis ojos. 

Mi corazón dio un salto terrible cuando sentimos todos, el trotar de unos caballos, al mismo tiempo el niño y yo pegamos la mirada en la puerta y en los pasos que se acercaban provocando que mi corazón se acelerara sin poder detenerlo. 

Brienne se levantó limpiándose la boca, de inmediato puso una mano en el mango de su espada y con una mano le ordenó al niño, la mujer y a mí a mantenernos en su espalda, miré la cuchara en mi mano, ¿Qué carajos podía hacer con una puta cuchara? ni aunque supiera, la tomé de todas formas por precaución. 

La tensión me subió al pecho y me sentí débil, como si no pudiera seguir soportando la ansiedad y el miedo en mi interior; Entonces la puerta se abrió con sigilo y Brienne apretó más su agarre en el mango de su espada, un hombre apareció, uno que ya había visto antes, tal vez en el pasado, tal vez un fantasma que venía a atormentarme o simplemente era Enar Dayne. 

El se abrió paso lento con una mano en el mango de su espada, recorrió con sus ojos el lugar hasta detenerse en los míos, observó mi mugriento rostro y luego, el muñón que colgaba a mi lado derecho. 

---¿Todo está... bien? 

Ella avanzó desde la oscuridad, afirmando el tirante de su arco, observando a su espalda y luego girándose hacia nosotros; Sus ojos se abrieron más de lo normal y mi corazón se detuvo, se detuvo y no podía respirar, ella estaba ahí y no sabía como, tal vez con un idiota que odiaba por inercia, pero estaba ahí y la idea de que pude haberla perdido se había desvanecido dándome un atisbo de felicidad que no sentía desde hace mucho. 

---¿Ja... Jaime? 

Bajé la mirada cuando recordé mi condición, aún pestilente, hediondo e irreconocible, sumándole que ya no tenía mi mano derecha, la mano con la que me valía por mí mismo.  

Sentí luego, dos manos delicadas y cálidas posarse sobre mis mejillas sucias, buscó mis ojos hasta encontrarlos y me vi en ellos tan desesperado, que verla ahí, frente a mí, con sus ojos aguados y su piel traslucida, su cabello rojo y sus ojos verdes agua que creí que era como las muchas veces que ella se aparecía en mis sueños, pero cuando las lagrimas comenzaron brotar por sus hermosos ojos, comprendí que era verdad, que ella estaba ahí y que de algún modo estaba ahí buscándome y me había encontrado y apretando mis dientes para no llorar en frente de todos, Leonor me abrazó y besó mi rostro, apartando los flequillos sucios de mi rostro, dándole gracias a los siete y llorando al mismo tiempo. 

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