Suny

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La lluvia ha llevado a todos los habitantes del parque de caravanas a refugiarse dentro de los remolques, así que pasamos por los caminos a medio asfaltar sin encontrarnos a nadie. Cuando llegamos a la caravana de Mark, este me indica:

—Tengo las llaves en el bolsillo de mi pantalón, ¿te importa? Tu hermana se ha quedado dormida.

Dudo antes de responder. Eso parece muy poco apropiado, pero Mark no tiene mucha libertad de movimientos y yo tampoco quiero que Lisa se despierte. Así que meto la mano por el ceñido bolsillo y rebusco la llave de la forma más rápida posible, aunque no puedo evitar que el calor me suba por el cuello al hacerlo. Algo nerviosa, abro la puerta y dejo pasar a Mark, que me indica que encienda la luz. La caravana tiene más amplitud de la que había imaginado, pero está bastante desordenada, lo cual ataca automáticamente a la maniática del orden que hay en mí. Mark esboza una sonrisa irónica al leer mis pensamientos y camina hasta el fondo de la caravana, donde una puerta conduce al dormitorio. Me pide que la abra y, cuando estamos dentro, propone:

—Tú y tu hermana podéis dormir aquí. El sofá se convierte en cama individual, así que yo dormiré allí.

Hace ademán de tumbar a Eun-Ji en la cama, pero yo lo detengo:

—¡Espera!

—¿Qué sucede?

Yo vacilo: no sé cómo expresar lo que estoy pensando. Finalmente, contesto:

—Antes de acostar a mi hermana en la cama de un extraño me gustaría comprobar que no hay nada...

—Tranquila, no hay insectos aquí dentro.

—No me refería a insectos, sino a otras cosas.

—¿Cosas?

Mark comienza a mirarme como si estuviera loca. No lo estoy, solo tengo la lógica preocupación por el bienestar de mi hermana, así que insisto:

—Sí, ya sabes, cosas...

No necesito leer su mente para saber que está perdiendo la paciencia cuando replica:

—No tengo la menor idea de a lo que te refieres.

—Preservativos usados, drogas...

Las palabras me salen de la boca en un susurro, que aun así provoca que Mark me pregunte airado:

—¿Estás hablando en serio? —Mi expresión contesta a su pregunta y añade con sarcasmo—: No tomo drogas y no traigo a chicas a mi caravana, así que ¿puedo dejar ya a tu hermana en la puñetera cama? Porque para ser tan pequeña pesa bastante.

Comprendo que tiene razones para estar enfadado, pero también que no voy a permitir que mi hermana sufra ningún percance, así que contesto en tono más suave:

—Sí, pero con cuidado.

Mark deja a Lisa según mis instrucciones, pero cuando lo hace me mira y con el gesto asqueado pregunta:

—¿Siempre eres tan mandona?

—No soy mandona —protesto.

—Sí lo eres. Y justo por eso acabo de recordar por qué no traigo a chicas a mi caravana.

—Se me hace difícil de creer.

—¿Por qué? Hay un montón de lugares en los que puedo estar con ellas sin tener que conversar después de hacerlo ni dejarles que se cuestionen lo que hay o deja de haber en mi caravana. Así que, felicidades, Sunny, eres la primera y, con un poco de suerte, la última chica a la que dejo entrar.

Quizá me lo merezco por atacarlo cuando él solo ha sido amable, pero solo sé responder al sarcasmo con sarcasmo, así que farfullo:

—¡Qué gran honor!

Tu eres mi vez ~ TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora