Sunny

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Cuando Yu Gyeom me deja sola de nuevo, me tumbo en la cama, pensando una vez más en sus palabras, en cómo me ha emocionado lo que ha hecho por mí. Cierro los ojos y me acurruco bajo la sábana: a pesar del calor, necesito sentirme protegida y tratar de fingir que no quiero seguir llorando hasta que no me queden lágrimas. Sin embargo, antes de que pueda siquiera tratar de conciliar el sueño, oigo un golpe quedo en la puerta. El corazón me da un vuelco: sé que es Mark. Podría dejar que piense que estoy dormida, pero no quiero. Lo que ansío es que me diga a la cara lo que ha sucedido con Kim-So, así que abro la puerta y, aunque me encantaría dar un portazo, no quiero despertar a mis hermanos y salgo en silencio. Leo en sus ojos la culpa como él seguro que lee en los míos la tristeza y la decepción. Trato de centrarme en algo que no sea su mirada, y entonces veo el aparato de escucha y el corazón me da un vuelco. Él me dice:

—Lo siento, estaba encendido.

Avergonzada de que haya seguido mi conversación privada con mi hermano, que me haya escuchado llorar por él de ese modo, hago ademán de entrar en mi caravana de nuevo, pero él me suplica:

—Por favor, no te vayas. Habla conmigo.

El ruego me conmueve, pero una pregunta me salta a la mente y le espeto:

—Está bien. Hablemos. ¿Es cierto que has estado con Kim-So?

Su mirada me contesta, y pregunto, sin querer dejar nada a la imaginación:

—¿Te has acostado con ella?

—Sí —admite, y el corazón parece que se me detiene unos segundos por el dolor—. Pero...

Sé que está tratando de explicarme lo sucedido sin empeorar las cosas, pero lo cierto es que llega tarde, así que lo interrumpo:

—Te voy a ayudar, ya que parece que te cuesta explicar la verdad. Yo te dije que no, Kim-So, que sí. Pero tranquilo, me dejaste muy claro desde el principio lo que esperabas de una chica, así que no tengo derecho a reprocharte nada; has actuado de la única forma que sabes: tomando lo que quieres sin importarte los sentimientos de nadie. —Me vuelvo, incapaz de continuar, pero él me agarra la mano. Me detengo y protesto—: Suéltame.

—No voy a hacerlo, no hasta que me escuches.

Sus ojos verdes se clavan en los míos, y el dolor que percibo debilita mis ganas de golpearlo. Sin embargo, cualquier asomo de culpa que sienta ahora no compensa que se marchase directo de mis brazos a los de Kim-So. Con voz dura le digo:

—Te recuerdo que puedo obligarte a que me sueltes.

Su mirada se torna más lastimosa, y me libera la mano susurrando:

—Solo quiero hablar contigo.

Suspiro y cruzo los brazos protectoramente sobre el pecho y me mantengo firme:

—Te has acostado con Kim-So. No hay nada de qué hablar.

—Sé que mi comportamiento te ha reafirmado en todo lo que pensabas de mí, pero...

—Como te he dicho, la culpa es mía —lo interrumpo—. No debí involucrarme contigo. No sirvo para estas cosas, Mark, no sirvo. La voz se me quiebra, y sé que estoy a punto de echarme a llorar de nuevo.

Él me contradice:

—Lo que te dije antes es cierto. No quiero que seas como ninguna de las chicas con las que he estado. Eres perfecta, tal y como eres, y habría esperado por ti.

—¿Habrías? ¡Maldita sea, Mark! ¿Qué pasó en menos de dos horas para que pasaras de besarme y decirme que era perfecta a acostarte con Kim-So?

Los ojos se le nublan, su tono se rompe y susurra:

—Yo me acabo de dar cuenta de que no puedo darte una explicación, al menos no ahora. Lo siento, Sunny.

No puedo creerlo. Me ha sacado de mi caravana implorándome hablar conmigo, pero ahora me niega cualquier aclaración. Si es un juego, no voy a seguírselo, así que le digo:

—Mark, di lo que tengas que decir ahora o déjame en paz para siempre.

Él permanece en silencio. Escudriño su rostro en busca de respuestas, pero solo leo tristeza y culpa en sus ojos avergonzados y confusos, así que tomo una decisión y, tratando de ocultar la desesperación en mi voz, le digo:

—Te dije que quería ser tu amiga, pero ya no quiero serlo. Solo te ruego que te alejes de mí.

Él no contesta, y ya no espero que lo haga, así que corro hasta mi caravana y me tumbo de nuevo en la cama con las lágrimas corriendo incontenibles por mis mejillas.

Tu eres mi vez ~ TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora