Mark

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Si hay algo que me gusta en una mañana de domingo es despertarme relajado y tranquilo con la certeza de que no tengo que madrugar. Así pues, cuando alguien aporrea con fuerza la puerta de mi caravana y me obliga a abrir los ojos mucho antes de lo que mi cuerpo tenía planeado, me enfurezco.

De mala gana, me pongo un pantalón corto de deporte y me dirijo a la puerta sin siquiera perder el tiempo en ponerme una camiseta. Antes de que lo haga, Suny aparece. Está ataviada únicamente con mi camiseta, lo cual me distrae por un momento de cualquier otra cosa que no sean las piernas que la prenda deja bastante a la vista. Por no hablar de que no lleva sujetador y los pechos, aunque pequeños, se marcan tentadores bajo la delgada tela de la camiseta. Ella también parece algo impactada por verme semidesnudo, por lo que durante unos segundos ambos nos miramos entre incómodos y fascinados. Antes de que alguno de los dos pueda reaccionar, los golpes se reanudan en la puerta, y Suny protesta:

—¿Quién está llamando de ese modo? Despertará a Lisa...

—No lo sé, pero vamos a averiguarlo. Aunque sea quien sea, le agradezco que te haya asustado, mi camiseta te sienta mejor que tu vestido.

Suny enrojece e intuyo que, al despertarse con los golpes, no ha tenido tiempo de pensar en cubrirse. Lo cual me gusta, me hace pensar que bajo su apariencia controlada se encuentra una chica mucho más espontánea. Así que le guiño un ojo y abro la puerta, de lo cual me arrepiento en el mismo momento en el que Kim-So me mira agresiva desde los escalones y protesta:

—¿Por qué no volviste? Te estuve esperando.

Yo no contesto, básicamente porque no le debo ninguna explicación, pero eso no hace sino alterar más a Kim-So, que entra como una exhalación en mi caravana. Los ojos se le inyectan en sangre y grita:

—¿Qué hace esta zorra aquí? Me dijiste que nunca traías a chicas a tu caravana.

Su tono de pito tiene el poder de enervarme. Jamás he soportado hablar mucho con Kim-So, y menos aún tolerarle sus bravatas. Ama el drama tanto como yo lo odio, así que le contesto en el tono más frío y duro del que soy capaz:

—Punto número uno: Suny no es una zorra. Punto número dos: no es de tu incumbencia a quién traigo a mi caravana. Y punto número tres y más importante: ¿por qué has venido aquí cuando te he dicho mil veces que no quiero que lo hagas?

—No volviste al bar y habíamos quedado. Te estuve esperando hasta que cerramos e incluso media hora más.

Sus requiebros me sacan de quicio y mascullo:

—Aceptar tu cerveza gratis no es quedar.

Además, si tan necesitada estabas de echar un polvo, podrías haber invitado a cerveza a YoungJae, que te habría dicho que sí.

Mis palabras la ponen tan furiosa que se lanza para golpearme mientras me grita:

—¡Eres un idiota!

Yo le detengo la mano y la obligo a salir de mi caravana:

—Lárgate, no estoy de humor para tus chorradas.

Kim-So se marcha lanzando insultos en voz alta. Yo cierro la puerta tras de mí y me apoyo sobre ella. Después busco la mirada de Suny en solicitud de apoyo, pero lo que encuentro es reproche tanto en sus ojos como en sus palabras:

—¿Cómo has podido hablarle así?

Boquiabierto, le pregunto, incrédulo:

—¿Es buen momento para recordarte que te ha llamado «zorra»?

Suny suspira, escogiendo las palabras adecuadas, y finalmente me explica:

—Si mi novio desapareciera toda la noche y lo encontrara con otra chica, yo tampoco reaccionaría bien.

Tu eres mi vez ~ TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora