La biblioteca está sumida en el silencio de primera hora de la tarde. Lisa colorea un cuaderno en una de las mesas infantiles y Yu Gy resuelve problemas de un libro de matemáticas como si fuera la cosa más divertida de este mundo. Mis ojos ruedan hasta la señora Im, que permanece sentada a mi lado. Es una mujer de mediana estatura y ancha figura. Tiene el cabello corto y rizado, y sus ojos son del color de la miel. Lleva gafas, pero siempre las pierde por algún lugar de la biblioteca. Su rostro es amable, aunque cuando alguien rompe el sacrosanto silencio de la biblioteca no duda en sacar su expresión más severa. Lo cierto es que no puedo estarle más agradecida. Ella advierte que la miro y me pregunta:
—¿Sucede algo, querida?
—Solo estaba pensando que le agradezco mucho que permita que mis hermanos pasen el día en la biblioteca mientras trabajo.
—No es ningún favor: me encanta que estén aquí —me aclara.
Sacudo la cabeza con incredulidad. Es cierto que mis hermanos se portan muy bien y acatan las normas, pero soy consciente de que es raro que los tenga todo el día aquí conmigo. Ella parece leer mis pensamientos, porque añade:
—Gracias a Yu Gy, todos los libros de la sección de física y matemáticas están teniendo más uso en un verano que en todos los años que llevo aquí. Y respecto a Lisa, es la niña más buena que he conocido, y me alegra que alguien vuelva a abrazarme cada mañana.
Cuando dice eso la voz se le rompe, y me acuerdo de que me contó que perdió a su marido hace algunos años. Permanecemos en silencio varios minutos, hasta que ella repite:
—Me alegra que los tres esten aquí. Aunque me gustaría hacer algo más.
La interrogo con la mirada y ella se explica:
—Llevo días pensando en Yu Gy. Con su inteligencia, estoy segura de que podría entrar en alguno de los programas especiales para niños superdotados de la universidad.
Las palabras se me clavan como una daga en el corazón. Eso es algo que yo también he pensado en numerosas ocasiones, pero dada nuestra situación legal, es completamente imposible. Aunque eso no es algo que pueda explicar a la señora Im. Sin embargo, esta añade:
—Por supuesto, ahora mismo no. Pero cuando seas mayor de edad, podrás acompañarlo a la universidad como su tutora.
Hundo lo ojos en los suyos; no tengo muy claro qué es lo que me está diciendo. Sé que en el parque de caravanas mis vecinos imaginan mi situación, pero la señora Im no vive allí. Ella suspira y me dice:
—¿Por qué no entramos a mi despacho? Podemos controlar a tus hermanos desde allí y también si entra alguien.
Asiento y la sigo algo temerosa de lo que quiera decirme. Me invita a que me siente y, cuando lo hago, ella hace lo propio. Su mirada se vuelve hacia mis hermanos y comenta:
—Sois muy parecidos, sobre todo Lisa y tú —Yo no tengo hermanos, y tampoco sé de quién heredé el color de los ojos o los rizos. Me abandonaron al nacer, así que lo único que sé de mis padres es que no me querían.
Se me forma un nudo en la garganta, imaginando lo duro que es eso, entendiendo perfectamente lo que debió de pasar. Ella continúa:
—Crecí en un orfanato, también en varias casas de acogida. En una de ellas, cuando tenía tu edad, el dueño intentó abusar de mí. Pude escapar golpeándolo en la pierna con el atizador de la chimenea. Entre eso y que estaba borracho, no pudo levantarse, lo que aproveché para salir corriendo, y me prometí que no volvería a ninguna casa de acogida, y tampoco a un orfanato. Estaba harta de esa vida, quería ser libre. Cambié de ciudad y sobreviví un tiempo a base de lo que me daban a cambio de pequeños trabajos. Dormía en la calle junto con otros sin techo y de día iba a la biblioteca. Siempre había amado los libros y estudiar. Pasaba allí horas, leyendo, refugiándome del mundo. Un día que estaba nevando, contemplé el exterior, y al pensar que tenía que dormir en la calle comencé a llorar sin poder evitarlo. La bibliotecaria se sentó junto a mí. Era una señora muy agradable, con el cabello recogido en un moño, unas gafas redondas y la sonrisa más dulce que he visto. Me explicó que llevaba días observándome y que, si quería, podía dormir esa noche en su casa. No fue la única ocasión. Ella era viuda y no tenía hijos, de modo que me ofreció que viviera con ella y nos hiciéramos mutuamente compañía. También me ofreció un trabajo de ayudante en la biblioteca para que cubriera mis gastos y, con el tiempo, también mis estudios. Gracias a su ayuda terminé el instituto y me formé como maestra.
—Creía que la señora Greyson era su madre... —susurré recordando a la entrañable anciana que a veces venía a visitarnos a la biblioteca.
—Para mí lo es, igual que tú lo eres para Lisa y Yu Gy. Querida, sé que estáis solos, y también que no dejaré que ni tú ni tus hermanos vayáis a un orfanato u os separen en casas de acogida. —Los ojos se me humedecen y ella añade—: Sé que no podemos informar de Yu Gy a la universidad o lo apartarán de vosotras, pero hay algo que puedo hacer por él: formarlo para que dentro de tres años consiga la mejor beca posible.
—No puedo aceptar eso... No puedo pagarle por ese trabajo —me apresuro a decir
—Su triunfo será mi recompensa, querida. Soy maestra por vocación, y tu hermano será el mejor reto de toda mi vida académica. Prepararé un programa especial para él y lo ayudaré a que lo siga. ¿Qué te parece?
Ahora son lágrimas las que me cubren los ojos y la abrazo por toda respuesta. Siempre he temido no poder proporcionar a Yu Gy unos estudios adecuados para él sin delatarnos, pero la oferta de la señora Im soluciona ese problema. Y dentro de tres años, todo cambiará al ser yo mayor de edad. Cuando me sereno, me separo lentamente, y ella añade:
—Querida, es hora de que me llames Yoon. Somos colegas de trabajo y espero que lo seamos por mucho tiempo, así que dejemos lo de «señora Im» para los alumnos y usuarios de la biblioteca.
—Muchas gracias, Yoon, de todo corazón.
Mis ojos vuelven a llenarse de lágrimas, y esta vez es ella la que me abraza a mí. Definitivamente, hay algo especial en esta ciudad y, por fin, parece que la suerte está de nuestro lado.
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Tu eres mi vez ~ Terminada
Novela JuvenilMi mundo siempre han sido mis hermanos, no existe algo que tenga mas importancia que ellos, por ende no soy de relacionarme con chicos de mi edad ya que ellos no tienen las mimas prioridades que yo y no quiero que nadie se entere de la forma en que...