Mark

25 3 0
                                    

Hace una semana que Sunny me pidió que me apartara de ella. Y juro que lo he intentado, pero ya no puedo controlarme más, necesito hablar con ella, y por eso estoy de nuevo en la biblioteca. Entro con paso firme, pero no la encuentro. En su lugar, la señora Cooper alza las gafas y comenta:

—No volveré a hacer la broma del infierno congelado. Pero como deduzco que no estás aquí por ningún libro, te diré que le he dado la tarde libre a Sunny. Hace mucho calor y todo el mundo está en el lago; además, ella ha quedado con Jackson esta noche para ir al cine del parque de caravanas, y así puede estar un rato con sus hermanos antes de la cita.

Aprieto la mandíbula. Cada año, Joe trata de conseguir una pantalla con la que ofrecer películas para los habitantes del parque de caravanas. Este verano se ha hecho de rogar más de la cuenta, pero al final parece haberlo conseguido, lo que significa que cada noche proyectará viejas películas para combatir el calor.

Películas que seguramente Sunny verá abrazada a Jackson. Siento que una daga se clava en mi corazón y bajo los ojos, derrotado. La señora Cooper se levanta de la silla rápidamente, advirtiendo mi angustia. Inclina la cabeza y pregunta con suavidad:

—¿Puedo ayudarte?

Trato de concentrarme en relajar la garganta, luchando por liberar las palabras que no quieren venir delante de ella. ¿Cómo voy a explicarle que estoy celoso de que mi media hermana salga con mi mejor amigo? Y, ya que estamos, que Sunny me odia porque le dije que cuidar de sus hermanos era «jugar a las casitas». No, no es algo que quiera explicarle a la señora Cooper y que reafirme a sus ojos que soy un completo desastre. Ella me escudriña con la mirada durante varios segundos, igual que hacía en nuestras tutorías, y al final me pregunta:

—¿Recuerdas cuando, poco después de la muerte de tu abuela, te encontré faltando a clase y enrollándote con Rean en el gimnasio? —Sí, claro que me acordaba, básicamente porque fue uno de los momentos más vergonzosos de mi vida por el rapapolvo que tuve que escuchar después—. ¿Y recuerdas lo que te dije entonces?

Yo afirmo y susurro:

—Me dijo que podía hacerlo mucho mejor. Que mi abuela me había educado para hacerlo mucho mejor.

—Lo cierto es al final lo hiciste, al menos profesionalmente. Eres un mecánico de Harleys excelente, según me ha contado Park en numerosas ocasiones. Has sabido convertir tu pasión en tu profesión, y estoy orgullosa de ello; tu abuela también lo estaría. Yo la miro, incrédulo. Jamás pensé que ser mecánico podría ser motivo de orgullo para la señora Cooper, pero lo cierto es que ella siempre dice lo que piensa de verdad, así que sonrío halagado. Ella me devuelve la sonrisa, pero enseguida retoma un semblante serio para decir:

—Sin embargo, respecto a las chicas, seguiste rodeado de mujeres como Rean, cuya máxima aspiración en la vida era ser bailarina en Las Vegas. Sinceramente, querido, parece que siempre has tenido un don para escoger a chicas bonitas con poco cerebro. Ahora sí que vuelvo a sentirme como en una tutoría. Un poco de alabanza y luego me recuerda lo que estoy haciendo mal... Y lo peor es que, como siempre, tiene razón. Así que permanezco en silencio, y ella continúa:

—Por eso me sorprendió tanto tu gesto con Sunny cuando le trajiste el café. Me encantó la forma en que la mirabas, y en la que ella te miraba a ti, y pensé que por fin habías acertado.

—No estamos juntos —me apresuro a decir.

—Eso es obvio, de lo contrario Sunny no iría al cine esta noche con Jackson. Pero la pregunta que te hago es ¿por qué no lo estáis? —Y juguetea con sus gafas.

—No podemos. De hecho, ella no me quiere a su lado ni como amigo. Me odia... —confieso con la voz rota.

—Eso se me hace difícil de creer. Muy difícil.

Yo frunzo el ceño y ella duda antes de decir:

—Te daré una información que espero que utilices de forma adecuada. Acompáñame. — Intrigado, la sigo hasta su escritorio, donde me explica—: Una librería que siempre colabora con nosotros nos regaló un libro a cada una. Este fue el que ella eligió.

Tomo el libro entre las manos. Es un precioso ejemplar dedicado exclusivamente a la historia y modelos de Harleys. Una sonrisa triste se me escapa de las comisuras de los labios y balbuceo:

—Eso debió de ser hace días, antes de que nos peleáramos.

—No, fue ayer —me explica en tono victorioso—. Y lo más curioso es que lo primero que hizo cuando recibió el libro fue señalar esta foto y susurrar: «es la Harley de Mark»; exactamente en el mismo tono en el que yo hablo de las cosas de mi marido, que en paz descanse, cada vez que las toco. Había amor y tristeza en su voz, Mark, no odio. Así que si quieres un último consejo de tu antigua tutora, recupera a esa chica, porque no volverás a encontrar a otra como ella. Alzo la vista hasta sus ojos y musito una despedida, incapaz de decir ni escuchar nada más. ¿Amor? Sunny no puede seguir enamorada de mí. Es mi media hermana, y si para mí, que jamás me han importado demasiado las normas, eso es una muralla infranqueable, tiene que serlo para ella, que es tan responsable. Me siento mareado, tanto que me dejo caer en el banco en el que el otro día nos tomamos juntos el café. Necesito saber qué es lo que le pasa por la mente, no lo que me dice, como cuando me exigió que me alejara de ella, sino la verdad. Lo que siente, lo que esconde para protegerse. Y voy a conseguirlo esta misma noche.

Tu eres mi vez ~ TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora