Sunny

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La biblioteca está sumida en el silencio de primera hora de la mañana. Mis hermanos se han quedado hoy en la caravana bajo la vigilancia dela madre de Jackson, que es lo mejor para el estado de Yu Gyeom. Jackson se ha marchado de pesca varios días con su padre, y su madre me ha garantizado que para su hija la compañía de Lisa es perfecta. Se lo agradezco; también doy las gracias por que Jackson se haya ido. Necesito pensar en cómo afrontar la situación de Mark. Debo explicar la verdad a mis hermanos y no quiero distraerme pensando en que todavía me siento culpable por no haber estado a la altura delo que Jackson siente por mí, de lo que a mí me habría gustado sentir. Por no hablar de que no he olvidado el beso que Mark me dio en el hospital, y que estaba tan lleno de necesidad que por un momento llegué a creer que le importo. Pero no es posible, me repito. Tengo que concentrarme en verlo como el hermano de Lisa y Yu Gyeom, nada más. Suspiro y, mecánicamente, durante un rato, coloco los libros nuevos en las estanterías, hasta que una voz me saluda con efusión. Atrapada en mis propios pensamientos, no he notado que se acercaba, pero al verla la saludo con la misma alegría.

—¡Hola, Nancy! Precisamente hoy he pensado en ti, nos han llegado las novedades del mes y hay alguna novela romántica que te encantará.

—Eso es perfecto, querida, pero antes me gustaría invitarte a un café. ¿Te apetece? —Yo dudo, pues todavía falta mucho para la pausa del desayuno, pero Nancy insiste—: Estoy segura de que a Cassandra no le importará que te tomes un pequeño descanso. ¿Me equivoco? La aludida asiente con una amable sonrisa, y de nuevo me pregunto si hay alguien que sea capaz de decirle que no a Nancy. Es como si llevara una corona de seguridad y confianza en sí misma que consigue que todo el mundo acceda a sus peticiones; quizá también porque siempre se preocupa por las personas que la rodean con una sinceridad palpable.

En silencio, salimos de la biblioteca y nos sentamos en una cafetería cercana. Una vez que hemos pedido el café, me pregunta:

—¿Cómo está Yu Gyeom?

—Teniendo en cuenta que su mayor afición es estar sentado leyendo un libro, está guardando reposo sin quejarse, así que espero que pronto esté completamente recuperado.

—Y ¿cómo estás tú?

—Bien.

Nancy me mira y repiquetea con las uñas en la mesa antes de atreverse a plantear:

—¿Eso es verdad o es lo que contestas por sistema cuando un adulto te pregunta por tu vida?

Dudo qué responder a eso, no sin una mentira. La honestidad no es tu aliada cuando tienes miedo de que un desliz pueda llevarte a los servicios sociales o, teniendo en cuenta las leyes que he quebrantado, ante la policía. Así que tomo un sorbo de café y me remuevo en mi asiento, sin tener muy claro a dónde quiere llegar Nancy.

Ella suspira y me asegura:

—Te admiro, Gillian. Por todo lo que haces por tus hermanos.

—No lo hago sola: tengo a mi madre —opto por mentir.

—Querida, no es necesario que sigas con esa historia. Supe desde el primer momento que no había ninguna madre cerca de ti. Soy consciente de que debería haber informado a las autoridades en cuanto lo descubrí, pero preferí tenerte en observación. Y lo cierto es que dudo mucho que ir al sistema de acogida sea mejor para tus hermanos que dejar que una adolescente tan sensata como tú cuide de ellos. Lo haces francamente bien, querida; en realidad, mucho mejor que varios padres de la ciudad a los que conozco. Y en el sistema de acogida os separarían, algo que no puedo concebir. La relación que tenéis es única, increíble. Así que no seré yo la que provoque que algo malo les suceda.

El rubor me tiñe las mejillas y susurro:

—No sé cómo darte las gracias por no decir nada...

Tu eres mi vez ~ TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora