Suny

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Han pasado dos días desde que llegamos a esta ciudad, y todos mis planes siguen torciéndose una y otra vez. Llevo horas intentando cuadrar los números en mi habitación, pero por mucho que lo intente no hay forma de que podamos quedarnos en esta casa. Y no es lo único en lo que debo pensar.

Tengo que encontrar trabajo antes de que se terminen mis escasos ahorros y también arreglar mi vieja camioneta, que apenas ha aguantado este último traslado. Desesperada, hundo la frente entre las manos, pero por suerte el timbre suena con fuerza sacándome de los cinco minutos de autocompasión que no me puedo permitir. Bajo a la puerta temerosa, rogando que no sea el casero, pero se trata de Mark, que, con aquella sonrisa tan arrebatadoramente sexy como recordaba, me saluda diciendo:

—La respuesta a tu boca abierta y sorprendida es que quiero saber cómo está Lisa.—Suny, ¿qué problema tienes? El primer chico que llama al timbre en toda tu vida viene a ver a tu hermana pequeña.

Dirijo la mirada hacia mi hermano, que habla desde la escalera con tono repelente jugueteando con sus gafas, y con voz de hastío digo:

—Mark, te presento a mi hermano YuGyeom.

Superinteligente, superbrillante y también supermetomentodo.

—No soy metomentodo. Solo exponía una realidad —contesta YuGyeom con esa tranquilidad habitual que tiene el poder de sacar de quicio al resto de la humanidad.

—¿Y no podrías ir a exponer la realidad a otra parte?

YuGyeom se encoge de hombros ante mi petición, y Mark sonríe divertido y lo saluda:

—Encantado de conocerte.

—Lo mismo digo, Mark. Y gracias por cuidar de mis hermanas ayer.

—No ha sido nada —le asegura con una sonrisa—. Por cierto, ¿puedo pasar?

—Suny nunca deja pasar a nadie —explica YuGyeom.

Yo aprieto los puños tratando de controlarme y le pregunto irónica:

—¿Qué parte «ir a decir la verdad a otra parte» no has entendido?

Lisa aparece en el vestíbulo y se lanza a los brazos de Mark, saludándolo de nuevo con un abrazo. Yo lo miro compungida y la regaño:

—Lisa, te dije que no lo molestaras.

—No lo hace —me corrige Mark—. De hecho, tu hermana es un encanto. Podrías aprender de ella.

Esta vez es a él a quien masacro con la mirada, mientras Lisa sonríe halagada en sus brazos. Mark la deja con cuidado en el suelo y se me ocurre una idea. No entraba en mis planes volver a verlo, ni tampoco inmiscuirlo en mis asuntos, pero lo cierto es que no conozco a nadie más en la ciudad, así que mascullo:

—Muy gracioso. Pero ya que estás aquí, me gustaría hablar un momento a solas contigo. YuGyeom, ¿podrías cuidar de Lisa un rato mientras Mark y yo hablamos en mi habitación?

Mi hermano me obsequia con esa temible mirada que significa que está intentando buscar la lógica a la situación y, cuando su mente encuentra la respuesta que busca, me pregunta sin pudor:

—¿Es una señal de que quieres estar en la intimidad con él para magrearte?

—¡YuGyeom! —le grito ruborizándome.

Mi hermano suspira con paciencia y toma a Lisa de la mano comenzando a decir:

—Ven conmigo, Lisa: hoy te explicaré lo que es el síndrome premenstrual. Así entenderás por qué a veces Suny parece desquiciada...

Tu eres mi vez ~ TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora