Es tarde. Mis hermanos están acostados y yo debería hacer lo mismo. Quedarme en la caravana, meterme en el sofá que me hace de cama y olvidarme de Mark . Pero no puedo porque mi parte adolescente desbocada todavía está pensando en cómo me ha mirado en el lago cuando nos hemos despedido. Sé que no debería dejarme llevar por eso, pero lo cierto es que no puedo evitarlo, ni siquiera sé si quiero hacerlo. Todavía llevo puesto el biquini y la ropa con la que he ido al lago. Iba a cambiarme después de darme una ducha, pero no quiero que parezca que acudo a una cita. Solo quiero un poco de charla informal con Mark , así pues, cojo el aparato de escucha de bebés que me regaló y lo guardo en mi bolsillo, con el emisor en la habitación de mis hermanos.
Como la caravana de Mark está muy cerca de la mía, podré oír si sucede cualquier cosa, aparte de que no tengo intención de que mi visita se alargue. Algo nerviosa, camino hasta allí y llamo rápidamente a la puerta, antes de arrepentirme. Él la abre. No lleva puesta la camiseta, solo el bañador. Bien, esto es muy inconveniente para mí. No es que durante el día no haya pensado que tiene un cuerpo espectacular, pero es diferente echar una mirada de reojo delante de mis hermanos a disfrutar ahora, en la intimidad de su caravana, de la vista de sus marcados abdominales y sus fuertes hombros. Trago saliva, y él comenta dejándome pasar:
—Me alegra que hayas aceptado mi invitación; por un momento creí que no lo harías.
Noto cómo el calor me sube por el cuello y me apresuro a decir en un tono tan convincente como soy capaz teniendo en cuenta que el corazón me late apresuradamente y hasta me falta la respiración:
—Solo he venido a traerte el libro de Yugy. Un trato es un trato...
Mark inclina la cabeza y una expresión divertida se adueña de su rostro cuando lee el título del libro: algo sobre física cuántica de la que no entenderá ni una palabra. Yo me burlo:
—La próxima vez te lo pensarás dos veces antes de hacer pactos con un pequeño genio.
—He dicho que lo leería, no que lo comprendería —replica él encogiéndose de hombros.
—Puedes utilizar mi truco...
Él gesticula intrigado, y yo le explico:
—Yo también solía hacer tratos con él. Mi sugerencia es que leas un capítulo antes de dormir. Te aseguro que funciona mejor que cualquier somnífero.
Una sonrisa le asoma a los labios y se hace cargo del libro para dejarlo en una repisa cercana. Después se acerca más a mí y me pregunta:
—¿Quieres beber algo?
Trato de fijarme en lo tentadora que resulta esa boca, por no hablar de que sigue sin camiseta, así que susurro:
—Tengo que volver con mis hermanos.
—Llevas el aparato de escucha —me recuerda señalando mi pantalón.
Parece que no soy la única que ha hecho un repaso de arriba abajo, lo cual es tan halagador como peligroso. Mark propone zalamero:
—Quédate, aunque solo sea unos minutos. No te he tenido para mí solo en todo el día.
—No se supone que hayas de tenerme para ti solo —le recuerdo aparentando ser distante.
Sin embargo, cuando cruzamos las miradas, los labios se le curvan ligeramente hacia arriba en una pequeña sonrisa traviesa y me dice:
—¿Quién lo dice?
—Yo.
—¿Estás segura? —murmura en voz baja, con un toque de desesperación en la voz, como si no soportara que dijera que sí. Dudo, él lo advierte y me acaricia la mejilla acompañando el gesto de estas palabras:
—Eres tan hermosa... —Su halago me deja sin respiración, y continúa—: Llevo todo el día pensando en acariciarte mientras estábamos rodeados de gente, pero ahora que por fin estoy a solas contigo, llevas mucha ropa...
La mano desciende de mi rostro a mi cintura. Pronto se le une la otra y, como no protesto, él me sube lentamente la camiseta, dejando de nuevo a la vista el biquini. Yo trato de sosegar la respiración, recordándome que me ha visto así durante todo el día. El problema es que ahora lo hace de un modo completamente diferente. Su mirada es hambrienta, como si de verdad hubiese estado controlándose todo el día, y sus manos suben hasta mi pecho. Su mirada se clava en la mía buscando mi aprobación y, como la encuentra, acaricia con suavidad por encima de la tela, consiguiendo que un gemido se me escape de la boca, a la que se acerca posando con más intensidad sus cálidos labios. Mi cuerpo se tensa y me arqueo hacia él, recorriéndole los abdominales con las manos. El deseo nubla mi mente, y Mark abandona los pechos para llegar hasta la parte inferior de la columna, deslizándome las manos por el trasero. Pego la pelvis a la suya y un gemido brota de nuestros labios unidos; deleite que se rompe bruscamente cuando alguien aporrea la puerta de la caravana. Mark se aparta de mí y golpea el aire protestando:
—¿Y ahora quién será?
Yo me cubro rápidamente, volviéndome a poner mi camiseta, todavía ardiendo en mi interior y con la respiración entrecortada por sus besos. Cuando Mark abre la puerta y aparece Jackson , el rubor me asoma en las mejillas y, ante su mirada interrogativa, balbuceo:
—He venido a traer el libro de Yugy. Pero debo marcharme, mis hermanos me esperan...
Sin esperar su respuesta, o algún comentario por parte de Mark , salgo de estampida de la caravana. Definitivamente, yo también necesito un libro. Uno que explique muy clarito cómo dejar de perder la cordura cada vez que Mark me acaricia. Y pronto, porque no tengo muy claro qué es lo que voy a dejarle hacer la próxima vez. El calor que me ha provocado el contacto de los cuerpos ha sido tan intenso que todavía estoy ardiendo. Llego a la caravana y me meto rápidamente en la ducha; necesito agua fría, bien fría. Bajo ella cierro con fuerza los ojos. Yo sola me he abocado al precipicio, pero tengo que salir de él antes de que sea demasiado tarde. No puedo ceder ante Mark , por muy apetecible que suene, sé que al final terminaré con el corazón roto. Y sin embargo, una parte de mí solo piensa si valdría la pena una vida en el infierno a cambio de un día de esas caricias que hacen que todo mi mundo desaparezca y que solo estemos nosotros y un placer indescriptible.
ESTÁS LEYENDO
Tu eres mi vez ~ Terminada
JugendliteraturMi mundo siempre han sido mis hermanos, no existe algo que tenga mas importancia que ellos, por ende no soy de relacionarme con chicos de mi edad ya que ellos no tienen las mimas prioridades que yo y no quiero que nadie se entere de la forma en que...