XXI: Sucesos.

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Editado 31 de agosto del 2018

Final del maratón.


Zero:

Repasaba lo ocurrido la pasada noche con la devoradora de croquetas y no podía evitar culparme a mí y a ella por lo que pudo llegar a pasar. Sí, de alguna forma también la culpaba por el modo en que su cuerpo correspondía cada acercamiento. Era como si una fuerza sobrenatural nos rodeara para aislarnos de la realidad, que ella era una cazadora humana y yo un vampiro cazador... Pero no pude ignorar eso que me provocaba sentirla, besarla y hasta casi morderla... Ambos éramos conscientes que desde el momento en que hincara el diente en su brillante y tersa piel, firmaría mi testamento, ella se volvería el cazador y yo la presa. Lo sabía, ella era un demonio vestido de mujer que en cuanto me sobrepasara no dudaría de jalar el gatillo o lo que sea. No sé en qué estaba pensado, yo solo quería humillarla y terminé haciendo todo lo contrario.

"—Zero... suéltame".

¡Maldición! —golpee la puerta del carro con fuerza. Recordaba cada palabra con esa voz tan...

—Joven, ¿ocurre algo?, ¿voy muy rápido? —preguntó el conductor con preocupación.

—No, de hecho, ¿puede acelerar? Tengo prisa —respondí de inmediato sintiendo como el carro aumentaba su velocidad.

Aún perduraba su fragancia en el ambiente, recordaba la suavidad de su pelo y su piel. Miraba mis manos sintiendo ese cosquilleo de su piel contra ellos y cuando cerraba los ojos la podía ver empinada, el valle de sus senos y aquella misteriosa cicatriz. La reacción que conllevo aquel comentario de su cicatriz que no la hacía menos atractiva. Aquel tramo de piel cocida con cada toque que repartía parecía cobrar vida.

Primera vez que experimentaba este tipo de sensaciones.

¿Será esto lo que llaman lujuria, esa necesidad de seguirla acariciando?

—Hemos llegado, joven —anunció el conductor.

Me bajé del auto y caminé hacia el cementerio con las flores. Tenía que recordar la diferencia entre un vampiro y un humano. Me senté sobre la tumba dejando las flores y después me recosté.

—Ichiru, ya estoy olvidando lo que era ser humano —susurre.

Estaba devuelta en la asociación con dos rehenes, Aido Hanabusa y Yuuki Kuran. Esta última estaba herida por un familiar de un sangre pura, los traje a la asociación para revisión y hacerles unas cuantas preguntas por lo sucedido en la fiesta.

Hanabusa decidió quedarse fuera de la puerta, por otro lado, Yuuki, quien descansaba en mi hombro, se elevó recobrando la conciencia.

—Hueles a ella, su esencia está mezclada con la tuya —dijo cuando la deposité en el suelo, ignorando que casi me encaja los colmillos en el cuello, guardé silencio.

Se marchó en cuanto ese lobo asomo su cabeza por la ventana dejando a su guardia atrás.

Ahora no solo me atormentaba lo que había pasado con la devoradora, si no también, una Yuuki celosa y confundida. Maldita sea mi suerte.

Lo que pasó en el transcurso del día fue radical. Kaname asesino al padre de Hanabusa siendo declarado él y su prometida como vampiros peligrosos; ambos, Hanabusa y Yuuki permanecerían bajo la jurisdicción de la asociación como testigos del asesinato de Nagamichi Aidou y al líder sangre pura de la familia Hanadagi.

Ver a Yuuki con las esposas de un criminal fue un golpe duro para mí. Tras dejarle saber al director que partiría con Kaito a una cacería de emergencia me retire al pueblo.

Lo prometo {Vampire Knight}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora