XXV: Indiferente

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(Aviso: Pasen por "FranchRose está aquí" un libro dedicado a los avisos de publicaciones y adelantos en mi perfil. Ya, continúen con su lectura).


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Hikaru:


Tengo frío.

«Se ha llevado una parte de ti, tu debilidad nos destruirá».

¿Quién es?

«Cada vez que dejas que los sentimientos nublen tu misión, vas a sufrir».

No tengo por qué escuchar una voz extraña, eres solo un sueño estúpido o solo una de las lecciones de Akayuki.

«Si tú no culminas la misión, yo lo hare, te voy a destruir».

Abrí los ojos escuchando el pitido y mi respiración acelerada. El sudor frio perlando mi frente y sentía mis extremidades entumecidas. Tan pronto abrí los ojos los volví a cerrar.

¿Cuántas veces me mordieron? ¿Diez, trece? No recuerdo. Tampoco sé por qué permití que casi me drenaran toda la sangre. Debí de intoxicar mi canal sanguíneo, pero era demasiado arriesgado. Eso solo lo puedo usar en ocasiones de emergencia y por muy extraño que fuese, no me sentía en una.

— ¿Por qué no abres los ojos? —. Ya lo hice imbécil. La pregunta transmitió cuan molesto estaba. Esa voz la reconocería donde sea. Zero carraspeo la garganta—. Cada segundo que pasa solo me siento más... miserable y monstruoso. Deja de ser una vaga y levántate.

—Dame un respiro... —hablé con la voz atropellada y chillona. La garganta arenosa y un dolor de cabeza matador. El pitido de la maquina marcando mis latidos me fastidiaba los oídos. El desprecio con el que observé a la maquina no pasó desapercibido por Zero quien me pasó un vaso con agua que no dudé en aceptar. Tragué sin parar para encararle y acercarle el vaso—. No me malentiendas, ese pitido ha estado espantando el sueño y tu presencia aquí no es un rayito de sol que digamos.

Con un suspiro como respuesta, se levantó sin echarme un vistazo. Le vi el rostro arrugado y demacrado, parece no haber dormido en días. Aún llevaba la misma ropa con la que fue a "rescatarme".

¿Cuánto tiempo llevo conectada a esta máquina?

—Llamaré a una enfermera —habló desde el umbral de la puerta antes de salir.

Tres días después de haberme dado de alta, los doctores que mantuvieron mi situación estable con lo que podían —tengo que decir que el equipo médico de este pueblo ni el de ningún otro podría tratar mi condición—, seguían insistiendo en análisis de sangre diarios. Una amenaza del director fue más que suficiente para que dejasen de insistir. Al preguntarle la razón detrás de la insistencia, este solo se limitó con decir que estaban curiosos por lo rápida recuperación de mi cuerpo. Balbuceó algo acerca de un químico desconocido presente en mi sangre. Reí y agregué con burla que se abran confundido con otro paciente ya que mi sangre era la más limpia de Alemania y muy pronto la de Japón también.

Ese mismo día solicité un descanso de dos días para aumentar la dosis de mi inyección. Akayuki se encargó de cuidarme cuando estaba bajo el efecto de la medicina. Era incomodo que me ayudara a bañarme, pero ya después de tres baños me acostumbré y sentí la reina de Roma. Tenía el tacto de una pluma.

"—Es mi deber mantener su cuerpo sano para cumplir sus objetivos. Estoy a su servicio, su cuerpo es mi templo".

No mentiré diciendo que no me ruborizaba porque con todo y orejas de zorro Akayuki era una copia de Zero, lo cual me hacia recapitular nuestro momento en el baño. Más tarde recuerdo que es Akayuki, que Zero es un indeciso y se me pasa.

Lo prometo {Vampire Knight}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora