XXIV: Dulce.

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— ¡Necesitamos transfusiones del tipo "O" negativo! ¡Urgente! —gritaba el doctor mientras examinaba el cuerpo de Yamanobe Hikaru que se encontraba cada vez más pálido.

El cuerpo sobre la camilla parecía más un cadáver que una persona luchando por su vida. Le habían despojado de sus ropas para ver sus heridas, curarlas y vendarlas. Respiraba con una lentitud que me impacientaba.

— ¡¿Cómo dejaste que esto sucediera, Zero?! ¡Oye, hey! —me zarandeaba Kaito con furia—. Tu la encontraste, responde... ¡¿Qué pasó maldición?! —hablaba entre gritos desesperado. Lo siguiente que sentí fue un golpe en el pómulo derecho que me devolvió a la sala y dejé de mirar su cuerpo donde las heridas estaban sanando despacio.

Era mi culpa... si ella moría sería mi culpa. Después de todo fui yo quien drenó casi toda su sangre.


Dos horas antes...


La brisa nocturna impregnada del olor intenso a sangre era una señal de emergencia y un llamado. Ahora corría en su dirección, hacia donde el aroma era más intenso. Si no tomaba cartas en el asunto, pronto muchos vampiros se reunirían en esta zona y quien sabe lo que pudiese pasar después.


No mentiré diciendo que no me afectaba, de hecho, me era difícil mantenerme concentrado. El olor dulce me recordaba de cierta forma a la sangre de Yuuki... ¡Maldición! —golpee mi rostro para centrarme nuevamente. Me sentía a punto de ceder, pero no era adecuado. No soy un animal.

Al menos no completamente.

El callejón estaba desierto, en el suelo empedrado yacía ropa y polvo de lo que alguna vez fue una bestia sedienta de sangre. Un cazador pasó por aquí. Cerca de diez vestimentas esparcidas por la superficie que relataban una cacería de gran categoría.

La ola de sangre aumentó en su intensidad y así mismo tuve que aumentar mi velocidad hasta que tuve que frenar de golpe con un destello curioso a mitad de camino.

¿Un hilo?

Acerqué mi mano con intenciones de romperlo, cuando mi piel hizo contacto con el material sentí una corriente eléctrica intensa por todo el brazo que me obligó a soltarlo. Sorprendido seguí con la vista hasta donde se extendía ignorando mi mano humeante. El hilo se extendía por todo el callejón en un patrón de tela de araña, esto solo podría ser obra de la chica croqueta.

—Duele —masculle ahora viendo como algunas gotas de sangre se colaban por la herida uniforme en la palma de mi mano, no sanaba, esto era metal madre.

Lamí la herida saboreando el sabor metálico de mi propia sangre y era decepcionante.

El hilo delicado y letal se cruzaba por puntos ciegos, una obra delicada y premeditada. Entonces en algún momento empecé a pensar que este olor a sangre puede llegar a ser de ella. Salté al tejado de un solo impulso y seguí caminando por este, aquí arriba no había ningún hilo. Seguí el rastro saltando de cornisa en cornisa hasta que el espacio se expandió y tuve que volver al suelo— claro que después de asegurarme que estuviese despejado de aquel hilo asesino. Frente a mí se encontraba la bodega siendo custodiada por dos vampiros.

Otra alarma. El olor de la sangre no le afectaba, por lo tanto, ya habían atacado a la víctima y por algún motivo estaban charlando tan casualmente aquí afuera. Los ojos rojos centelleaban, tenían una expresión simular al éxtasis.

—Su sangre es una delicia, ¿por qué no podemos volver dentro? —se quejaba el que al parecer tras mencionar cuan apetitosa era la sangre, volvió a sentir la necesidad de beber. Podía ver el aire caliente que exhalaba en esta noche fría.

Lo prometo {Vampire Knight}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora