#12

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–¿Estás segura? Podemos regresar si quieres.– dijo mientras avanzamos en la fila de coches para que me dejara frente a la puerta del Instituto de la reserva.

–Embry, estoy bien. De verdad.– dije acomodando mi cabello en una coleta alta.

–¿Segura?– puse los ojos en blanco, esto ya me estaba fastidiado.

–Si, segura. Ven por mí a la salida y lo compruebas por ti mismo.– me estire un poco en el asiento de copiloto para tomarlo por ambos lados de la cara y besarlo.

–Por nada del mundo faltaría, ¿tienes todo?– asentí colgando me la mochila en el hombro.– Pasó por tí luego, te amo, cuídate por favor..

–Lo haré, te amo más. Adiós.– le di un último beso y corrí a refugiarme de la fina llovizna, no nos había durado mucho el buen tiempo.

–Buenos días, Ángel.– saludó Brady con cara de adormilado.

Le respondí con una sonrisa amable, noté como Collin miraba hacía todos lados buscando algo o a alguien mejor dicho.

–Tranquilo, seguro no tarda en aparecer.– lo despeino Seth llegando a mi lado.– Buenos días.

Dijo algo tajante. Lo comprendo.
No es agradable hablar todo el tiempo con Embry, más para pedirle que cuide de su novia embarazada. La tensión entre ellos sigue presente, por la pelea, el casi beso de Seth..

–Buenos días.– dije a todos y el timbre sonó.– ¿Qué te toca?– pregunté despidiéndome con la mano de los cachorros, quienes se fueron corriendo.

–Literatura. ¿A tí..?– igual.

–Vamos– dije sin chequear los horarios de cada materia.– No queremos enojar a Ruppert, ¿verdad?.– le sonreí empezando a caminar.

–No.– y.. Otra vez.

–Seth no tienes porque hacer esto, sigo siendo tu amiga.– lo tomé del brazo, colocándome frente a él.

–Yo también. Sólo que tu novio no lo entiende y me tiene como tu perro guardián a pesar de que le dije lo arrepentido que estaba.– se soltó y suspiró apoyándose contra los casilleros.

–Nunca.. quise que Embry te  tratara así. Menos que te pidiera ser quien cuide de mí.– me puse a su lado.–... Yo no lo quería, es totalmente exagerado.

–Como sea, vámonos ya.– me tocó el brazo y nos dirigimos al salón de clase.

Por donde todavía no se había cerrado la puerta, habían tres asientos disponibles pero en ninguno estaba a su lado.

–Ve a casa esta tarde.– le dije por lo bajo, sabiendo que podría oírme.

Y me encamine a sentarme a un lado de April, una chica castaña de piel morena en subtonos oliva. Me sonrió con amabilidad y yo a ella de igual forma.

–Buenos días Chicos y Chicas– todos le saludamos cordialmente.– Hoy vamos a hacer un trabajo en equipo con su compañero de al lado, es algo corto, pero tomenlo como repaso del libro.– dejó el maletín arriba del escritorio y sacó unas hojas con letras impresas.

April se dió la vuelta para sacar su libro de la mochila, también lo saque y admire la portada. Era un libro corto, pero muy hermoso que estábamos trabajando en la clase, solo como algo no tan pesado; Los Ojos Del Perro Siberiano, es de Antonio Santa Ana.
Lo he leído tres veces ya desde que lo he ido a comprar con Rachel, es tan atrapante.
Hablando de Rachel, tengo que estar pendiente de ella, no por obligación sino porque me preocupa, hablamos ayer por la noche; dice que ha sentido dolores en la parte baja del vientre, en cambio en el hospital le dijo la doctora que la atiende que es normal si tiene dos bebés en camino, al estar tan grande la barriga es mucho peso el que tiene que cargar.

Nuestro Inicio (II).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora