#23. Tribu Makkah.

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–Mira, ya llegamos.– abrí los ojos, aun algo adormilada por estar despierta a la hora del amanecer mire como Embry observaba emocionado.

Una cabaña de madera similar a la nuestra se alzaba en la espesura del bosque. Me estire un poco en el asiento. Cuando el coche frenó frente a la casa, Embry bajó velozmente a abrirme la puerta de este. De la mano comenzamos a caminar hasta la entrada con nuestro perro correteando delante de nosotros.

–Mi abuelo debe estar despierto ya..– dijo bajo, él también se notaba cansado.

Llamó a la puerta con dos toques, no hizo falta esperar más de un segundo cuando ya tenia frente a mis ojos al hombre abrazando a su nieto, como un padre abraza a su hijo.

–Mi muchacho. – dio palmadas suaves en su mejilla.– Niña,– me dio un abrazo a mi esta vez. – adelante, pasen.– se movió del marco de la puerta hacia adentro. Aun de la mano de Embry entré algo tímida.– no hay que hacer esperar a una mujer embarazada.

Me sonroje, escondiendo mi cara levemente tras la espalda de mi pareja. Escuche las risas de los hombres.

–Felicidades por cierto, me alegra saber que tendré un bisnieto que llevará el apellido Call.– revolvió el cabello de su nieto y nos abrazó a ambos luego.

–Gracias.– dijimos al mismo tiempo, apretando aun más el agarre en nuestras manos.

–¿Quieren descansar un poco?, yo ya he desayunado, puedo hacerles algo si gustan.– se giró en torno a la cocina cuando vio a Goldt acostado frente a una chimenea en un rincón. – Vaya, tenemos un polizón aquí.– soltó una risita.

–Gracias abuelo, pero preferiría por ambos descansar un rato.– me miró a ver si estaba de acuerdo.

– Ha sido un viaje algo pesado.– mostré una pequeña sonrisa algo apenada.

–Claro chicos, no hay problema. Esta es su casa, no duden en hacer lo que les plazca.– asintió con la cabeza sentándose en un sofá frente a la chimenea.– Ya sabes donde esta tu habitación Embry, no seas crío que ya ni te puedo llevar alzado.

–Cierra la boca, anciano.– contesto a modo de burla, pero claramente se notaba el amor que el uno destilaba por el otro.– Vamos mi amor.

Sonreí embobada, cuando me llamaba de esa forma sentía miles de lobos correteando en mi estómago. Como la mayoría de las veces que pasamos todo el día entero juntos, llenándonos de besos y caricias.
Me guió a través de una cortina con rombos de color negro y de fondo rojo, del otro lado un extenso pasillo se hacia presente, con puertas a los lados.

–Este es el baño...creo.– abrió la puerta, confirmando que lo era.– Sí, disculpa mi duda, hace mucho no vengo.

–Ya estás aquí, y es lo que importa.– sonreí al ver como brillaban sus ojos.

–Esta.. Sin duda es mi habitación. Nuestra.– corrigió al instante.

Al entrar, me pareció al instante que definitivamente era suya, tenia su toque personal. Atrapa sueños colgados en la pared e incluso en un carrete de fotos que cruzaba de su cama a la pared lateral, sabanas blancas cubiertas por una concha con estampado del Ying y el Yang, unas plantas de interior que agregaban un toque natural y bohemio, me llamó la atención la guitarra sobre la cama. Me había mencionado que practicaba algunas veces. Pero lo que me llamó mucho mas la atención y me encantó fue un telar azul oscuro con las fases de la luna y constelaciones.

 Pero lo que me llamó mucho mas la atención y me encantó fue un telar azul oscuro con las fases de la luna y constelaciones

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