#22. Nos vamos.

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–¿Todo listo? – apareció justo cuando terminaba de escribir la carta.

*"Jake, o quien sea que se haya aparecido por aquí:
Embry y yo salimos unos días, necesitamos un tiempo a solas. Por eso no nos encontrarán, estaremos una semana (mínimo) en la casa de los abuelos de Embry.
Llevaremos al perro con nosotros, así que espero que cuiden de mi casa.

Los queremos chicos.

Atte: Embry y Aíxa.

PD; Cuidado con pisar las flores que coloqué o les arranco la cabeza por idiotas."*

–Ya está, vámonos. – cogí la correa de Goldt y lo enganche al collar.

Tomé mi mochila de la mesa con algunos sándwiches que prepare para el camino y mi chaqueta. Cada vez hacia mas frío en forks, claramente se entendía. Estamos a casi un mes de navidad.

Dejaré esto por aquí. – murmuré pegando la nota a la puerta con chinches.

Embry guardó el ultimo bolso en la cajuela y abrió la puerta trasera del coche, haciéndole señal y con un silbido al perro le indicó que subiera. Corrió hasta los asientos y se acomodó mirando por la ventana con la lengua afuera.
Reí y me subí al auto, solté un suspiro, Embry apretó mi pierna poniendo en marcha el motor.

Comenzamos el viaje en silencio. La noche se iba haciendo presente de a poco, oscureciendo el ambiente, la única luz que teníamos era la de los faroles delanteros del auto.
El aullido de los lobos a lo lejos sonaban desesperados, de cierta forma aterrados y también enojados. Nos estaban llamando.
Miré a Embry, quien desvío a mí sus ojos y asintió acariciando mi cabello.

Estamos haciendo lo correcto, o al menos eso creemos nosotros. La manada puede tomarlo como abandono e incluso traición, a este punto ya da igual lo que nuestros hermanos piensen. Ninguno de ellos parece verlo cómo nosotros lo vemos, a excepción de Paul, ninguno de ellos tienen hijos a los que proteger.

Los Cullen pelearan por su familia si es estrictamente necesario, aunque no quiera. La manada luchara contra ellos por tratar de destruir eso que llaman "cosa", ni siquiera saben si es peligroso como todos dicen.

–Avisé a los abuelos que iríamos. – voltee rápido saliendo de mis pensamientos.– Llegaremos en la madrugada..– aumentó un poco la velocidad.

–Mientras tanto, piensa una manera de decirles que serás padre.– crucé los brazos sobre mi vientre.

Seremos padres.– corrigió alzando una ceja.– No creo que haya que preocuparnos por eso.

–¿Por qué? – frunci el ceño levemente.

–Mi madre ya les dijo.– negó algo molesto. – Supongo que se le escapó cuando hablaban por teléfono.

Nuestro Inicio (II).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora