#31. Ryker Call.

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22 de Diciembre.

El grande perro, blanco como la nieve se desperezo en el cómo sofá de la sala, perteneciente a los jóvenes lobos. Caminó sobre sus cuatro patas hasta la cocina, bebiendo tranquilamente de su cuenco con agua. Terminó de estirarse de camino a las escaleras. Subiendo uno por uno cada tramo, recorrió el pasillo de las habitaciones con la lengua afuera, jadeando, en dirección a la habitación de aquella chica morena y de su extraño novio, que lo habían salvado de morir solo en el bosque.

Aunque ese hombre lo odiara, sabía que le tenía un cierto y tal vez mínimo afecto, pues cada mañana, antes de irse al trabajo, lo miraba atento; con los ojos entrecerrados se agachaba a su altura y mientras le acariciaba el pelaje le decía las mismas palabras de todos los días; "Cuida de ella mientras no estoy, bestia". Se había vuelto algo rutinario, y que solo era de ellos. Podría decirse que era algo intimo de ambos.

Le lamió la mano al moreno, logrando sacarle un pequeño gruñido a éste a la vez que se giraba al otro lado, bajó las orejas un segundo. Asustado, y se dirigió a la chica, olfateando su cabello.
De un saltó subió a la cama, dio algunas vueltas sobre el colchón y finalmente se dejó caer, quedando en medio de la pareja.

Algo le llamó sorpresivamente la atención, alzó la cabeza. Su nariz fría se movía inquieta, hasta que la apoyó sobre el abultado abdomen de su dueña. Soltó un suave alarido, para luego alertarse. Ladró una vez, sin dejar de mirar el cuerpo tranquilo de la más pequeña de los Black.

Hasta que ella, con un gemido adolorido se sentó en la cama, sin dejar de respirar agitadamente, tanteó la cama, aún con ojos cerrados, intentando dar con su pareja.

La bola de pelos blanca ladró más fuerte.

🌑🌒🌕

Sentí a Goldt, meterse entre nosotros, no le di importancia. Lo hacía todas las noches, suspire el fresco aire de la noche, a punto de caer en sueño otra vez.

Un intenso dolor me invadió en la parte baja del abdomen, incluso en mi zona íntima. Respiré un par de veces, intentando calmarme. El perro ladró, y un nuevo dolor como el de antes volvió a hacerse notar. Tanteó la cama, intentando dar con Embry.
Cuando lo tocó, comienzo a mover su brazo energicamente. Cerrando los ojos por una nueva contracción.

-Embry.. Cariño.- suspiro cuando lo veo abrir lentamente los ojos un par de segundos.- Creo que es hora de poner esa calcomania.- aprieto la almohada en la que me apoyé.

-Claro, amor.. En la mañana.- bosteza girándose, y yo solo tengo ganas de golpearlo.

-¡Embry!- gritó a punto de dejar salir un par de lágrima. Él abre los ojos de repente.- El bebé..- respiro ondo.- ya viene.

-El bebé.- repite como si nada, parpadeando. Hasta que el perro vuelve a ladrar, gruñendo a mi novio.-¡El bebé!- se levanta rodeando la cama.

Desordenando su cabello en el proceso. Corre por toda la habitacion, murmurando cosas sin sentidos, y que solo me ponen más nerviosa.

-¡Rayos, el bebé!- chilla jalandose del cabello.- ¿Qué hago, qué hago..?- se mueve desesperado mirando hacía todos lados.

-¡YA, LLAMA A JACOB Y DILE QUE VENGA!- grité exasperada, sintiendo ganas de ir al baño.

Inhalo profundamente, intentando con todas la delicadeza del mundo levantarme. Me siento con su ayuda en el borde de la cama, ahí es cuando noto lo mojado de las sabanas y mi pijama. Se había roto la fuente. Embry tomó mi teléfono con las manos temblorosas, podía sentir su nerviosismo, su miedo, y su ansiedad.

Nuestro Inicio (II).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora