13 La manía de hacerte enojar, amor.

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Una vez estuvimos en casa lancé la mochila al sofá más cercano, me quité la chaqueta colgandola en un pechero, hasta reparar en la cara de perro que tenía Embry.
No le iba a dar el gusto de preguntar, total, ya se la respuesta y me estaría ahorrando la posible discusión que tendríamos.

Acaricie la cabeza del perro, y besé su hocico, yendo a la cocina para llenar los cuencos de comida y agua, en el camino fuí recogiendo las cosas de la meseta que usamos en la mañana para desayunar, dejándolas en el fregadero. Terminé de lavarlas cuando me di vuelta, topandome con sus oscuros ojos, tratando de intimidarme como solía hacerlo aveces para hacerme cambiar de opinión. Me desplace por la cocina haciendo algunas cosas, todavía sintiendo su mirada clavada en mi espalda.

-¿Es todo? ¿Simplemente me aplicarás la ley del hielo todo el día?- movió con exasperación la pierna, creando la impresión de estar temblando.

-No sé. Yo no soy la que tiene cara de perro enojado.- me encogí de hombros sin que me afectara de algún modo su tono.

-No vas a ir.- puse los ojos en blanco. Que pesado.- No te dejaré hacerlo, sabes que es algo que me jode de todas las formas posibles y..

-Y, no me importa. No te pregunté si podía o no ir, Embry, se cuidarme sola.- me acerqué dejando de por medio la isla entre nosotros.

-Lo sé, pero me hierve la sangre de solo pensar que pasarás tiempo con esas sanguijuelas. Los odio..- desprendía tanto rencor hacía ellos, que me hizo darme cuenta de que el mal concepto del que Isabella me habló seguía ahí.

-Si, bueno.. Tal vez no sea un mal momento para recordarte que fueron ellos los que me ayudaron a encontrarte. Piénsalo - llevé un dedo al costado de mi cabeza haciendo una mueca de desaprobación a él.- probablemente no te hubiese encontrado sin su ayuda, y quizás ahora mi bebé estaría sin su padre..- me apoyé a su lado, contra el borde de mármol de la isla.- y yo agonizando sin tí.

Lo abracé, besando su frente.

-No lo sé..- golpee su hombro con el ceño fruncido.- Lo hablamos luego..- suspiro.

-Ha, por cierto, Seth vendrá en un rato.- tomé un trocito de manzana que había cortado.

-¿Qu..

-Calla, yo lo invité.- puse un dedo sobre sus labios.

-Un día vas matarme, mujer.- golpeó cabreado el mármol.

Me reí por un largo rato, mientras me miraba como si fuera la cosa más loca del mundo, pero, término riendo a carcajadas conmigo.
Me levantó en el aire y me dió de vueltas abrazandome.

-Te amo.- lo abracé más fuerte.

-Yo también Embry, mucho.- acaricie su mejilla.- tienes que afeitarte..- dije notando como empezaba a crecerle la barba alrededor de su boca.

-Oye, tú si que sabes arruinar un buen momento.- me dejó en el suelo otra vez y besó la punta de mi nariz.- Date un baño si quieres, yo lo recibo aquí..

Entre cerré los ojos, ¿era eso algo confiable?. Suspiró y puso los ojos en blanco.

-Prometo no ahorcarlo, anda.. Ve.- me dió una nalgada cuando comencé a caminar a la escalera.

Luché por no reírme, y como dijo, me dí un baño relajante, podría decirse que incluso dormí durante veinte minutos en el agua. Al salir me vestí con jeans oscuros, una camiseta de mangas largas gris de Embry y mis botas negras. Acomode mi cabello en una trenza desaliñada y me coloque otra vez el collar de piedra azul que hace mucho me había regalado mi chico. Todo estaba en silencio, a pesar de los constantes arañazos que Goldy le daba a la puerta del baño para que yo saliera y jugara con él.

Nuestro Inicio (II).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora