#16 Nada malo.

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Como semanas atrás, el otro lado de la cama se sentía frío, me moví sólo centímetros. Buscando el calor que Embry me daba durante las noches, era raro no tener sus brazos a mi alrededor, o su rostro escondido entre mi hombro y cuello. Lentamente fuí abriendo los ojos, intentando ver en la oscuridad de la habitación, no fue hasta que un trueno potente hizo eco en mis oídos cuando me sobre salté y del todo pude despertarme.
Las gruesas y constantes gotas de lluvia chocaban contra el techo, dando una relajante sensación que se esfumaba con el estruendo de los rayos y los relámpagos que podía distinguir a través del cristal de la ventana a mi izquierda.

Donde una figura que reconocería en cualquier lugar reposaba contra el marco, mirando perdidamente las montañas más alejadas del bosque..
Con respiración tranquila, tome la sábana con fuerza, siendo lo único que cubría mi cuerpo de la fría noche; me acerqué a él.. Colocando suavemente mi mano sobre su espalda. Tensando al completo su anatomía, se relajó ante mis caricias leves. Mi piel al contacto con la suya, se sentía caliente. Ahora era diferente.. La temperatura corporal que poseía estaba unos cuantos grados menos de a lo que acostumbraba.

Y eso no me agradaba.

Apoyé mis labios en su hombro, viró la cabeza hacía mí. Sonríendo a penas. Suspire mirando el perfecto color oscuro de sus ojos, perfectos para mí; simples para cualquiera que no lo adora como yo lo hago.

–Deberías estar dormida..– pronunció bajo, como si alguién más estuviera en la habitación.

Un nuevo rayo cayó, haciéndome saltar del susto.
Vaya.. Y yo creí que ya había superado esta etapa.
Me aferre más fuerte a su espalda, sin importarme realmente si la tela que me cubría se caería o no.

–No te sentí.– solté en medio de un suspiro.

Miré de reojo la cama, estaba toda des arreglada y las almohadas tiradas por doquier, había una manta gris con dibujos de pinos arrugada, con la que estábamos cubiertos luego de terminar una ronda de besos y caricias que llevaron como consecuencias a algo más.

–¿No podías dormir?– pregunté al notar el silencio en el que nos habíamos quedado ambos.

Me observó más detalladamente esta vez, dejándome oír un jadeo de duda. Extrañamente me sentí mal al preguntar por eso, Embry y yo teníamos una relación a base de pura confianza, respeto hacía al otro y lo más importante; Amor.
Pero siempre estámos de acuerdo en que si un tema nos duele demasiado, o es muy incómodo, lo dejamos pasar y cuando es terreno seguro nos adentramos en el y no paramos hasta que no haya relieves que aplanar.

–No..– se giró a abrazarme, dejándome en la comoda posición de estar pegada a su pecho.– Tuve una pesadilla..– apoyo el mentón sobre mi cabeza.

Acaricie sus brazos en un intento de relajar otra vez su cuerpo, besé la piel desnuda del pecho y recoste mi cabeza allí otra vez, escuchando el palpitar algo acelerado de su corazón.

–¿Quieres hablar de eso?– levanté la vista, mirándolo.

–Prefiero no preocuparte.– contestó al instante, pasando un mechón de cabello detrás de mi oreja.

Mi ceño se frunció, ¿qué tan malo podría ser, para no querer decirme?. Embry cerró los ojos un momento, bufando derrotado. Pues sabía que si me decía algo así yo no evitaría preocuparme, y ese fue su error. Pudo haber negado y ya no insistiría, al menos hasta que se calmara..

–Fue sobre.. – animó a decir, abriendo de a poco los párpados.– Fue sobre el bebé.– se tornó serio de repente, dejando la vista clavada en una zona específica de mí cuerpo.– Algo no iba bien con él, nena..– me abrazó otra vez, con un poco más de firmeza al notar como la preocupación y angustia me cubrían por completo.– Pero, como dije, fue solo eso, un mal sueño.

Nuestro Inicio (II).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora