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—El nuevo cambio de director no afectará vuestros puestos de trabajo —dice mí ahora ex-jefa.

—¡Pero si el salario! —replica la chica de contabilidad.

—Es todo, chicos —Grace se acerca a mi— voy a echarte de menos... —suspira.

—Nos seguiremos viendo —me da una lástima perder a mi jefa...

Después de quince años llevando a la compañía a lo más alto, un capullo ricachón la ha comprado a los jefazos. Así que ella tiene que marcharse de la empresa y de la sede aquí en Nueva York. Se llama Erik Dagger y como se atreva a despedirme le paso la factura de mi piso y le transmito todo lo que me dirá Mark.

—Llegará en cualquier momento —murmura— viene de Alemania —está destrozada, pero eso no lo va a admitir, estamos echas de la misma pasta. Nada de debilidades en la empresa.

—¿Qué vas ha hacer...?

—Mi marido necesita una secretaria.

—Puedo darte algún consejo —le guiño un ojo y sonríe.

—Dame un abrazo... —extiende sus brazos— voy a echarte de menos, pequeña.

—Señora Campbell ¿Sigue aquí? —esa voz es firme. 

Grace se separa de mi y me sonríe, coge su bolso de trescientos dólares y se larga con la cabeza bien alta.

—Tu debes de ser Mia Clark.

Alto, pelo rubio y ojos tremendamente azules, joven, me esperaba un viejo. Tiene unos treinta y pocos años. Un estirado de mucho cuidado con ese traje de cientos de dólares. Vale, admito que quizás es guapo, tiene las facciones marcadas y eso es algo que me ha gustado siempre en un hombre.

—Sí, seré su secretaria, señor Dagger —profesionalidad ante todo. Extiendo mi mano y la estrecha con una sonrisa.

—Secretaria y ayudante. Te subiré el sueldo —y eso es música para mis oídos. Necesitamos dinero.

—Como prefiera, señor Dagger.

—Pasa a mi despacho, tendré que explicarte cómo se hacen las cosas bien echas —pero esa prepotencia no será fácil de llevar.

Me da una terrible charla de una hora. Tendré que ayudarle en todo, en cada reunión estaré yo para tomar notas y redactar un informe, para ponerme en contacto con los clientes y organizar reuniones. Lo hacía ya, pero no de este modo. Es un capullo integral...

—...y la vestimenta.

—¿Qué le pasa a mi vestimenta? —no tenemos un código establecido, pero son vestidos elegantes o pantalones de traje. Soy consciente de que la compañía necesita una buena imagen de cara a los clientes, somos la empresa de comercio internacional más prestigiosa y damos una imagen.

—Aquí tienes lo que necesitas —me da un papel.

Una simple falda de tubo y una blusa blanca con zapatos de tacón negro. La típica vestimenta de secretaria porno. Pero estoy seguro que no ha visto unas tetas en su vida.

—¿Algo más señor Dagger?

—Tráeme un café solo con sacarina —genial. No es autosuficiente.

Voy a la cafetería y pido un café solo con sacarina.

—¿Qué tal el jefazo? —pregunta Liam curioso.

—Buenos días a ti también —le digo con una sonrisa.

—Sí, buenos días preciosa —me da un beso en la mejilla— el jefazo —insiste.

MIA, ERES MÍA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora