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Día 296

Querido amigo.

Hoy vino a mí, un recuerdo que había empujado a un rincón de mi mente, como a tantos otros. Me vi siendo un niño de 17 años, llorando desde abajo de un colectivo, mirando a la ventanilla, a mi madre que se alejaba de mi por un par de horas para irse a trabajar.

Aun puedo sentir de manera vivida la soledad que atravesaba por mi cuerpo en ese momento, al verla partir. Saber que, quizás, no estaría despierto para cuando ella regresase y la peor parte, tener consciencia de que a partir de ese instante, quedaba a merced de los maltratos de mi padre y de mi hermana. Aun no puedo sacarme de la mente y del corazón, el frio que se sentía cada vez que la veía alejarse y me preguntaba si ella se sentiría tan sola como yo.

Día 299

Querido amigo.

¿Alguna vez te has sentido ajeno a todo? ¿Alguna vez has sentido que no encajabas en ningún lado?

A veces, suele sucederme, el ver a las personas y sentir que no pertenezco a ellas; que nunca les agradaré, que es mejor alejarme. Creo, que ese pensamiento ha sido un factor importante para no haber tenido una relación amorosa en años.

Muchas veces, cuando un muchacho me gustaba, sentía que jamás me haría caso y que por ese motivo, no debía esforzarme. Miraba a mi alrededor y veía a las demás personas (muchachos y muchachas, incluidas) sintiendo que ellos tenían más probabilidades de atraerle.

Los demás se veían a mis ojos, mucho más interesantes, mucho más lindos... mucho más "limpios".

Si querido amigo, me sentía sucio, pero no era una suciedad de esas que a veces tengo, cuando paso mucho tiempo sin bañarme, sino, una suciedad más profunda, que permanecía arraigada en mi interior y esa sensación siempre ha vuelto a mi soledad más eterna, más interminable ante mis ojos.

La consciencia del no pertenecer, el dolor de no hallarte apto, la oscuridad en la que me he sumergido, quizás, por decisión propia o probablemente, porque soy diferente de otros. Un sujeto extraño, un tipo que merece estar aislado... un tipo que merece mirar detrás de una vidriera todo.

Día 301

Querido amigo.

Hoy Lucio vino a casa y trajo consigo material de construcción. Debo decirte, que cuando lo vi no pude creerlo. La verdad, no me había esperado un gesto así de su parte, sin embargo, muchas veces sucede que las personas que menos esperamos nos sorprenden de manera positiva.

Decirte que estoy agotado en estos momentos, es poco. Me duelen cada uno de los músculos y huesos que incluso ignoraba que tenía. Pero estoy contento. Por primera vez en mucho tiempo, puedo decir que he hecho algo de real utilidad.

No sabía que cavar un pozo era tan difícil. Tomar la pala y enterrarla, a modo tal, que sacase bastante tierra, fue algo que me costó mucho conseguir, incluso, me he ganado algunas ampollas en las palmas de las manos. Por suerte, Lucio fue paciente conmigo, como hacía mucho alguien no lo hacía. No solo me dio ánimos, ante mis intentos vanos, sino que también cargó con más trabajo del que hubiese tenido si hubiese estado con alguien un poco más útil.

Me pidió que no me preocupase; me dijo que no había nacido sabiendo y que no era mi obligación el saber cómo utilizar las herramientas... que la idea de que, por ser hombre, debería estar familiarizado con el tema, era algo arcaico.

Sinceramente, creo que llevaba un tiempo demasiado largo queriendo escuchar algo como eso. Toda mi vida he recibido comentarios negativos ante mi falta de capacidad para realizar determinadas tareas y siempre me he sentido mal por esa causa.

Las palabras de Lucio, me han brindado alivio y me han hecho sentirme mejor conmigo mismo. ¿Cuántos años tuvieron que pasar para que alguien, al fin, me tratase bien?

Las personas muchas veces, no nos damos cuenta del peso de nuestras propias palabras, pero ellas son como piedras que se acumulan en el corazón y la inconsciencia.

"Querido amigo"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora