(27)

22 7 0
                                    


Día 271

Querido amigo.

Hoy he ido a visitar a mi madre (prometo que voy a visitarla más de lo que te cuento), y en su casa me encontré con una pareja amiga de la familia.

Hemos conversado mucho con ellos e, inevitablemente, el tema se dirigió hacia el recuerdo de mi padre. Ahora que él ya no está, muchas cuestiones de su vida salen a luz. Entre ellas, lo que él le comentaba acerca de mí a las personas. Aparentemente, yo he tenido la culpa de su enfermedad.

No me han dicho las palabras exactas, no quisieron faltar a la confianza de su amigo, quien ahora ya no está. Sólo han dicho eso, amigo... que mi padre sostenía que yo era el culpable.

Luego de eso, dijeron que él me amaba, por supuesto, ¿cómo iba a faltar ese punto tan importante? Porque, claro, alguien que dice que tienes la culpa de todo de seguro debe amarte.

También dijeron que no conocían toda la verdad, que no sabían que mi padre no era tan buen hombre como les hizo creer y que, cuando mamá contó su verdad, se lo negaron a sí mismos rotundamente. Confío, a pesar de lo que puedas opinar al respecto, que no están faltando a la verdad.

Te diré que en parte siempre supe cómo era mi padre. Que no me sorprende que frente a otros se haya mostrado como un pobre mártir, un sujeto que iba del trabajo a la casa y viceversa. Te diré que no me sorprende que entre sus relatos yo hubiese tenido la culpa de todo.

El problema, querido amigo, radica en que estaba tratando de perdonarle antes de enterarme de esto. Estaba intentando tomar los pedazos de nuestra relación y pegarlos para dejarlo ir en paz y para quedarme tranquilo. Las palabras de sus amigos no han sido como un mazazo para mí puesto que una parte de mi interior sabía que él era así, sólo que la otra, la que ofrecía un pequeño indulto, prefería negárselo y olvidar.

En estos momentos puedo decirte que su muerte ya no me genera más dolor, aunque realmente no sé qué sucede dentro de mí. Muchas veces mis procesiones han ido por dentro, en un lugar demasiado profundo como para poder notarlas en el mundo de mi consciencia.

Sólo espero que lo que sea suceda, sirva para dejar el rencor de lado y poder hallar esa paz que ambos hemos estado buscando durante el transcurso de nuestras vidas y, ¿por qué no? De nuestras muertes.

"Querido amigo"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora