*Capítulo 8

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- Fue hace mucho tiempo, la humanidad se estaba asentado, creando civilizaciones a las que llamaban reinos, cada uno con su propia ley y gobernante. Ya hacía mucho que cumplía con mi tarea, de a poco iba aprendiendo de su raza. Los seres humanos me parecían criaturas sumamente curiosas, en parte por la evolución de su forma de pensar. Cosas como priorizar el trabajo o el dinero a lo demás me parecía (y me sigue pareciendo) algo simplemente ridículo. Las ideas antiguas sobre lo importante me parecen mucho más inteligentes, la vanidad y la avaricia han causado grandes estragos, pero, en fin.

>> El caso es que, por aquel entonces, las parejas eran mi mayor fuente de entretenimiento, me encantaba ver el amor que se profesaban algunas. Lo malo, sin embargo, eran las que sufrían abusos, como las mujeres que eran vendidas a sus maridos o las que eran obligadas a casarse por interés de su familia, siempre me pareció algo horrible. La cuestión es que, de entre todas, había una que era mi favorita: una mujer dulce y noble, mas de fiero carácter, con un marido que le profesaba su amor como si no hubiera un mañana.

Mitha se queda cayada momentáneamente, como si recordar le doliera. Estoy a punto de decirle que no es necesario que siga, sin embargo, se me adelante y continúa con su relato.

- Yo siempre respetaba su intimidad, no obstante, una noche, tuvieron una pelea y él se fue enojado. Decidí seguirlo para cuidar que no le pasara nada; estaba tan concentrada en no perderle la pista, que no noté que se estaban reescribiendo sus posibles destinos en mi registro. Se metió en lo que, en aquel momento se llamaba cantina, y se sentó a beber. En ese entonces, la prostitución solo se daba en esos lugares de forma abierta, las mujeres iban ahí y se les insinuaban a los clientes de forma descarada. En fin, una chica se le acercó, no era la primera vez, pero todo fue distinto a lo común de su actuar.

- ¿Por qué lo decís?

- Anthuan era un hombre bueno y respetable que cuidaba de su mujer como si fuera un tesoro. Jamás había siquiera mirado a otra mujer que no fuera la madre de sus hijos, pero es noche fue diferente. Él aceptó el ofrecimiento de la chica y se fueron juntos. No quise ni ver. Agarré mis registros, deseando que no apareciera lo que temía en el suyo, mas no tuve suerte: lentamente, las palabras sobrantes de destinos sin cumplir se fueron borrando hasta que solo quedó la crónica de su engaño a su mujer. Fue una decepción enorme. Esa noche él volvió a su casa como si nada hubiera pasado y, aunque él no le había contado a Marié lo que había hecho, esperaba que no se repitiera. Nuevamente me equivoqué: Anthuan pasó de ser un esposo fiel y devoto, a un hijo de puta que cuerneaba a su mujer sin el más mínimo arrepentimiento.

>> Por un lado le decía a Marié que la amaba y fingía que todo estaba bien y, por el otro, se revolcaba una y otra vez con la misma chica de la primera vez; se había vuelto su amante. Por un tiempo lo soporté sin decir nada, solo observar y callar, mas, cuando Marié empezó a estar en boca de todos por su culpa de Anthuan y él no se detuvo, intervine. Ella era una buena esposa y madre, no se merecía eso así que, una noche en la que él había ido a encontrarse con su amante, me presenté ante ella y le conté lo que estaba pasando; no debí intervenir.

- ¿Qué pasó? ¿Te creyó?

- ¿Vos lo harías? ¿Le creerías a una persona que no conocés y viene de la nada a decirte que tu pareja te engaña sin quedarte pensando en que, seguramente, te está mintiendo para separarte por alguna razón que desconocés?

- Bueno, dicho así...

- No, no lo harías y ella tampoco lo hizo al principio, pensó que era una mujer celosa que inventaba cosas, que quería interponerme entre ella y su marido (algo totalmente lógico de pensar en esa situación), sin embargo, cuando me la llevé (aún con resistencia de su parte) al lugar donde Anthuan estaba con su amante, el infierno se desató. Marié enloqueció de rabia, le gritó todo lo que le pasó por la cabeza a Anthuan y después se fue. Supuse que necesitaría tiempo para ella, para analizar las cosas y ver qué hacer... Debí haberla seguido.

Del otro lado...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora