Capítulo 20

461 12 1
                                        

Repasemos lo que acaba de pasar: Mitha y yo en la terraza de un bar gótico, de noche, mirando la infinidad de luces de la ciudad en la que estamos (la cual sigo sin conocer la ubicación, por lo tanto no sé cuál es) y acabo de "declararme" a ella e intentado besarla. Sin embargo, aunque no lo crean, no he podido. Y no porque me haya agarrado un ataque de conciencia y me haya alejado o porque alguien nos haya interrumpido ni nada parecido, en absoluto. La razón es otra muy simple: se hizo hacia atrás. 

Sí, tal y como lo leen, La Muerte se corrió hacia atrás cuando quise besarla, dejándome como idiota a medio avance. Y, mientras yo me reacomodo en mi posición recta para poder mirarla con confusión ante su acto, ella (por el contrario) se pone de pie y empieza a caminar como tigre enjaulado de un lado al otro al tiempo en que balbucea cosas que no alcanzo a comprender por completo puesto que, en lugar de hablar claro, está haciéndolo muy rápido y (en parte) entre mordidas de labio, bufidos y suspiros de nerviosismo y frustración. Interesante imagen, ¿no les parece? 

-No, esto no puede ser, no, no, no, no debía pasar, pero ¿cómo? Se suponía que... No, tomé precauciones... Yo corté todo... Fui directa... No, no debía pasar... ¿Y ahora qué hago? No es como si pudiera... No, no puedo simplemente desaparecer... Podría hacerlo olvidar... No, no es posible... ¿Y si...? No, tampoco, eso no funcionaría ya... ¿En qué me metí? Debí haber mandado a una Dopplegänger... No debí venir... Esto es una maldito error, un puto desastre... 

Mis ojos parecen seguir un partido de ping pong en tanto ella va y viene. No entiendo nada, ¿a qué se refiere con todo eso? 

-Mitha...

No me escucha, sigue caminando y hablando sin sentido como si mi voz no hubiera sido más que un mero susurro del viento. 

-¡Mitha!

Nada, ¿es que a caso no me escucha realmente? ¿O será que me está ignorando? 

-¡MITHANIA!

Mi grito parece sobresaltarla, haciéndola que frene por un momento para mirarme mal por interrumpirla y yo aproveche para plantarme frente a ella para que hable conmigo y no consigo misma como una loca paciente de un psiquiátrico. Sus ojos están ahora fijos en los míos, dejándome ver un brillo en esas profundidades violetas que antes no había contemplado jamás: angustia, temor, tristeza... dolor. Ella, al notar que pude verla, intenta apartar la mirada, mas no se lo permito, posando mis manos en ambos lados de su cara y obligándola a sostenerme la mirada. 

-Decime qué pasa por favor, ¿tan grave es que sienta algo por vos?

-Como no tenés idea, y no debí dejar que pasara. 

La Muerte intenta separarse de mí, mas no la dejo y rápidamente bajo los brazos de su cara a su cintura, apretándola contra mí para que no se escape. Sus rasgos muestran desesperación bajo la brillante luz de la luna que nos rodea, sumada a los cientos de puntitos que están esparcidos por lo bajo de nuestra posición privilegiada en el techo del local. 

-No te acobardes, mirame a los ojos y decime por qué. Tengo derecho a saberlo. ¿Por qué está mal? ¿Por qué es tan grave? ¿Por qué no debía pasar? Respondeme, te lo suplico, necesito saberlo. 

Mitha baja un poco la cabeza, suspirando com si estuviera juntando fuerzas o resignada y, contrario a lo que esperaba, en lugar de hablar se hace hacia atrás, atravesando mis brazos, que siguen la posición en la que la apretaban contra mí, como si no estuvieran ahí. Lentamente, retrocede un par de pasos y se da vuelta, quedando de cara a la ciudad y de espaldas a mí, como si no pudiera hablarme de frente, con su negra melena volviendo a arremolinarse con el viento que la acaricia. 

-Es algo muy difícil de contar para mí, fue uno de los momentos más dolorosos de mi existencia y el mero recuerdo aún arde como una herida abierta sobre la que dejan caer alcohol directamente. 

Del otro lado...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora