Del otro lado...

Capítulo 15

Una luz cálida me da en la cara en forma de suaves fogonazos y abro los ojos para encontrarme con un cielo azul totalmente despejado y las palmeras meciéndose con suavidad por la brisa que las envuelve. ¿Dónde estoy? ¿Qué hora es?

Me siento medio perdido, pero con forme pasan los segundos, los recuerdos comienzan a filtrarse en mi cerebro con lentitud hasta que, finalmente recuerdo todo y me giro lo suficiente como para mirar la toalla donde se supone que descansa mi acompañante; no está. Asustado de haberme quedado solo, me siento de golpe, notando un poco de mareo a causa de eso hasta que me recompongo, y me pongo de pie, dando una vuelta sobre mí mismo hasta que la veo: está en la orilla, nuevamente con los pies en el agua, esta vez contemplando el horizonte mientras el sol se asoma por él en un colorido amanecer.

La brisa remueve con delicadeza algunas cuantas hebras de su sedosa melena negra, haciéndolas brillar al chocar con los cálidos rayos, dándoles tonalidades múltiples. Es una hermosa imagen, digna de un cuadro o una postal, si embargo, como no tengo mi teléfono a mano, opto simplemente por acercarme a ella y colocarme a su lado en silencio, disfrutando de la paz al igual que ella.

-Creí que seguirías durmiendo un poco más.

-Me despertó la luz del sol, y como no te vi, me preocupé de que algo te hubiera pasado.

-No me mientras Andy, tuviste miedo de que te dejara solo, de que me hubiera ido y te hubiera dejado aquí en Hawaii solo sin posibilidad de comunicarte con alguien ni nada parecido.

-No yo...

Mitha simplemente se limita a mirarme de soslayo con una ceja alzada y yo no puedo menos que sonrojarme un poco, apenado, al saberme descubierto.

-Esta bien, lo siento, creí que tal vez sería otra de tus bromas y me asusté un poco. Lo lamento.

-Descuida, eso marca que me vas conociendo.

El silencio vuelve a instalarse entre nosotros y no sé qué decir para romperlo. No es que me moleste, en absoluto, solo que si tengo que tomar la experiencia vivida, a menos que rompa esta "tensión", quedaré empapado muy pronto. Por suerte no tengo que pensar mucho: menos de cinco minutos después, un helicóptero pasa sobrevolando y automáticamente, la lista de mis pendientes viene a mi mente.

-¿Podríamos cumplir otro de los puntos acá?

-¿De qué hablás?

-Bueno, uno de los puntos es tirarme de un helicóptero con paracaídas, ¿se podría hacer acá?

Ella alza la vista y sigue con sus violáceos iris al armatoste de metal que se va alejando de nosotros. Se encoje de hombros y vuelve a mirarme.

-Podría ser, no perdemos nada con intentarlo. Sin embargo, primero vamos por algo para comer, me muero de hambre. Ya después podrás arriesgar tu "no vida" en un salto desde ese ataúd de metal con aspas.

Dicho esto, comienza a caminar hacia donde dejamos las cosas y se recoloca los accesorios que llevaba ayer, esperando que haga lo mismo, lo cual cumplo al instante. En cuanto pongo la gorra en su lugar, Mitha se da media vuelta y emprende el camino hacia la zona más poblada de la playa, hacia donde se encuentran los comercios y demás. Pasamos frente a un par de lugares hasta que ella entra en uno que tiene la entrada flanqueada por dos enormes tikis de aspecto fiero, aunque no tanto como seguramente lo tendrán de noche ya que, sin las luces que los iluminan estratégicamente desde los lugares justos y las antorchas, el aspecto cambia enormemente.

Sin esperar nada ni a nadie, la muerte camina hacia una mesa, logrando que cada hombre de este lugar se dé vuelta para verla al pasar. No lo hace a propósito, yo lo sé, no le interesa que la miren, pero parece que es algo inevitable, que allá a donde va, todo aquel que está a su al rededor termina por quedar obnubilado ante la visión que proyecta. Sin embargo, hasta el momento, nadie había hecho más que mirarla... Hasta ahora.