CAPÍTULO 33: CONFIANZA

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Enrique se acerca al señor, y le dice:

— ¿En que le puedo ayudar?

— Necesito que sostenga esta pieza del motor, para luego yo intentar encender el vehículo.

— Listo, yo lo hago.

Enrique observa detenidamente las manos del señor, pero no ve nada raro y de inmediato sostiene la pieza del motor.

El señor trata de encender el vehículo, pero este sigue sin responder en lo absoluto.

En ese instante, Enrique le dice:

— Espere, yo intento arreglarlo.

El señor se baja del vehículo, y le dice:

— ¿Cómo te llamas buen hombre?

— Mi nombre es Enrique.

El señor le da la mano a Enrique, y le dice:

— Yo me llamo Jeremy, y voy para Buenaventura con mucha urgencia.

— ¿Por qué? Si se puede saber, Jeremy.

— Mi mujer que está embarazada se ha caído en el pateo de la casa, y la llevaron al hospital.

     — Mi mujer que está embarazada se ha caído en el pateo de la casa, y la llevaron al hospital

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Enrique al escuchar eso, le dice a Jeremy:

— ¿Usted porque la dejó sola en esa situación?, disculpe lo que le digo.

— Ella quedo con varios familiares, mientras yo viajaba a Cali para un negocio.

En ese instante, Enrique le dice:

— Trate de encender el vehículo ahora.

En seguida, Jeremy entra al vehículo y de golpe lograr encenderlo sin problema alguno.

Jeremy muy agradecido con Enrique. Saca un billete de cincuenta mil pesos, diciéndole:

— Amigo, si no fuera por usted, hoy no llegaría a tiempo a Buenaventura, recibe esto antes de mi partida hacia el puerto.

— Jeremy, no hice esto para quitarte dinero.

— No seas tonto Enrique, a leguas se ve que necesitas también ayuda, no la rechaces.

Enrique coge los cincuenta mil pesos, y le expresa a Jeremy:

— Gracias, conduce con cuidado.

— Gracias a ti Enrique, nos vemos.

Jeremy se va hacia Buenaventura. Y Enrique más animado sigue su caminata hacia Cali. Luego de varios minutos de mucho camino, Enrique se detiene en un restaurante pequeño.

De inmediato, Enrique se sienta a comer y le da gracias a Dios por haberse encontrado a Jeremy en su camino

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De inmediato, Enrique se sienta a comer y le da gracias a Dios por haberse encontrado a Jeremy en su camino.

En ese momento, Enrique mira de reojo a una mujer de cabello largo y negro con su biblia en la mesa. Y un casco de motocicleta también en la mesa.

La mujer llamo la atención de Enrique de una manera sorprendente, pero Enrique solo se dedicó a observarla comer, y nada más.

En ese instante,  Enrique paga todo lo que consumió en el restaurante y siguió caminando.

Pasaron varios minutos. Cuando ve pasar a la mujer del restaurante muy deprisa en su motocicleta.

En ese instante, comenzó a llover muy duro repentinamente. Y Enrique tuvo que regresarse corriendo nuevamente al restaurante, hasta que pase el torrencial aguacero que azota todo ese lugar.

Para suerte de Enrique. La mujer de la motocicleta también se regresó al restaurante y separo cerca de él.

Enrique rompe el hielo, y le dice a la mujer:

— Que clima tan loco acá en el Valle.

— Si, esto es frecuente.

Enrique le da la mano, y le dice:

— Yo soy Enrique... ah, mejor, Jorge Enrique Acosta Paredes... ¿y tú?

— Milenna López Sinisterra, mucho gusto.

— Vaya, esto va para largo Milenna, y comenzó hacer mucho frío en este lugar...

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