CAPÍTULO 7: RESCATE

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Silvió, el ayudante pesquero le dice a Enrique:

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Silvió, el ayudante pesquero le dice a Enrique:

— Yo te puedo llevar a mi ciudad, y desde allí buscaremos la manera para ir a Colombia.

Enrique muy cansado y mareado en el barco, le dice:

— Muchas gracias Silvió, yo te recompensaré cuando llegue a Medellín y pueda sacar dinero de mis cuentas.

Silvio le responde, diciendo:

— ¿Qué te sucede hombre? Los favores no se pagan, esto lo estoy haciendo de corazón, nada más.

— Gracias Silvio, Dios te pague.

Silvio le da la mano para que se levante, y le dice:

— Falta aproximadamente diez horas para llegar al puerto.

De inmediato, Enrique muy mareado no aguanto los movimientos del barco y vomito todo el piso.

En ese momento, Roberto y los demás brasileños se ríen de Enrique, y le dicen:

— Falta mucho para llegar a puerto, tienes que resistir hombre o morirás deshidratado.

Enrique se retira un poco del grupo y se sienta a orarle a Dios, diciendo:

— Señor todo poderoso, me has dado otra oportunidad de nacer. Y desde este momento estoy completamente entregado a ti mi señor, permíteme llegar a casa con mi familia, te lo pido señor.

En Emiratos Árabes, Mójame después de celebrar a lo grande la caída del avión de Hali donde iba Enrique. Llama a Hali, y le dice:

— ¿Cómo van los traspasos de los bienes de Enrique?

— Solo falta su mansión que tiene en Medellín, mis hombres están por llegar y apropiar esa mansión.

Laura y la familia, al enterarse que el avión donde venía Enrique exploto en el océano atlántico, comenzaron a pelearse para ver quien se quedaba con todos los bienes de Enrique.

En ese momento, luego de pasar varios días del supuesto deceso de Enrique, había mucha discordia entre el padre de Enrique y Laura su mujer. Por quedarse con la empresa, los vehículos y su mansión en Medellín.

Armando, el padre de Enrique, les dice a los demás familiares, en especial a Julia la tía de Enrique, que lo crio desde que era muy pequeño cuando su madre lo abandono. Enrique solo tenía tres años y su padre viajaba mucho dejando al niño con ella. Con todo eso Armando les dice:

— Ustedes no tienen derecho sobre mi hijo, todos sus bienes me pertenecen. Solo Johan cuando tenga dieciocho años tendrá su parte, los demás no.

Laura le responde:

— ¿Entonces yo estoy pintada en la pared?

Armando muy histérico le expresa a Laura:

— ¿Que vienes a hablar tú?, si tú solo te derrochabas todo su dinero en viajes a cuanto país se te cruzaba, tú eres la menos indicada ya que por ti mi hijo no ha logrado más riqueza.

Laura muy sentida con todas esas palabras del papá de Enrique, sale de la mansión con su hijo, y se va.

En ese instante, llegan tres vehículos de color negro a la mansión. Y se bajan cinco personas muy extrañas con atuendos árabes.

Armando mira por una ventana, y dice:

— ¿Serán los empleados de Enrique?

Los árabes tocan la puerta y de inmediato Armando les abre.

En seguida, los árabes le dicen:

— Esta propiedad ya no les pertenecen, su hijo vendió todos sus bienes a Mójame.

Armando y demás familiares pegaron el grito en el cielo. Y todos insinuaron que de esa mansión no los sacan ni muertos.

Los árabes que entienden muy bien el español y aprendieron muchos dialectos y modos colombianos, les dicen perfectamente con gran claridad.

— Listo, nosotros sabemos de muchos métodos para sacarlos de aquí...

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