CAPÍTULO 25: EL VERDADERO SUDOR DE LA FRENTE

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Enrique estaba decidido a trabajar en la empresa donde trabaja su primo, no le importa si el trabajo es muy duro o inhumano como dice su primo.

Cristian le recuerda otra vez a Enrique:

— Primo, acá pega el sol muy duro y toca cargar los bultos de caña. Yo sé que ya te había dicho, pero piénsalo.

— No hay nada que pensar, mañana me presentas a tu jefe, y así te ayudaré con los gastos de la casa.

— Bueno primo, entonces mañana hablaré con Tomás.

En ese instante, Cristian busca en su agenda el teléfono de su jefe, para incorporar a Enrique de inmediato al trabajo. 

Yessenia por su parte, se dirige nuevamente a la cocina y comienza a servir la comida de todos.

Yessenia arregla y organiza el comedor por primera vez. Hace todo con una paciencia y una devoción que nunca había visto Cristian.

 Hace todo con una paciencia y una devoción que nunca había visto Cristian

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En ese momento, Yessenia les dice:

— Muchachos, la comida ya está servida, venga o se enfría.

En seguida, Cristian y Enrique se sienta a comer y a disfrutan de la comida de Yessenia.

Saboreando la salsa junto con la carne, Enrique le expresa a Yessenia:

— Esto está delicioso.

— Gracias Enrique, que bueno que te haya gustado.

— Está buenísimo todo esto.

Cristian le dice a su mujer:

— Amor, esta vez te has lucido.

— Gracias amor, esperen un momento, traeré más jugo.

Luego de varios minutos en el comedor disfrutando de una buena comida. Enrique se va a su habitación. Y se recuesta toda la tarde pensando en su hijo Johan.

7: 50 pm, Cristian entra a la habitación de Enrique, y le dice:

— Ya hablé con el jefe y de inmediato acepto.

— Que bien.

— Como no va aceptar primo, si le salió otro esclavo para abusar a su antojo, pero como no quieres esperar que te salga algo mejor.

Enrique le dice:

— Mañana veremos qué tanto es que dices del trabajo duro.

— Primo te voy a dejar para que descanses, porque lo vas a necesitar.

En la mañana siguiente, Enrique ya está despierto y listo para ir a trabajar

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En la mañana siguiente, Enrique ya está despierto y listo para ir a trabajar. Cristian se pone sus botas y le dice a su primo:

— Como no sabía desde antes que ibas a trabajar cargando y cortando caña, no tenía preparado tus botas.

— Tranquilo primo, a ya me las arreglo.

En ese instante, se van a trabajar en una zona que Enrique no se imaginaba lo duro que iba hacer para él.

Cristian y Enrique llegan a la empresa de Thomas, y le dice a su jefe:

— Este es mi primo.

— Lo veo como muy delicado, ¿será que puede con esto?

Enrique le dice:

— ¿Por dónde empiezo para demostrarle que no soy lo que está viendo señor?

— Puedes empezar junto a tu primo en esa hectárea.

En ese instante, el sol que está pegando en Jamundí es terrible, pero Enrique coge un machete y junto con su primo comienzan a cortar muchas cañas.

La temperatura comienza a fastidiar a Enrique, con tan solo quince minutos de trabajo. 

En ese instante, Enrique estaba sudando como si estuviera recién bañado.

Cristian le dice:

— Primo, trata de lanzar los machetazos con menos fuerza, así no gastaras tanta fuerza en los cortes, recuerda que estos machetes están bien afilados.

Enrique le dice:

— No puedo creer el calor que está haciendo, esto es infernal...

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