CAPÍTULO 110: UN HERMOSO ENCUENTRO CON DIOS

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Ciudad de Panamá, Enrique y Milenna no pierden tiempo. Y se suben al primer avión que sale para Colombia.

Durante su viaje, Milenna le dice a Enrique:

— Te veo muy pensativo amor, ¿estas nervioso por los movimientos bruscos del avión?

— No, tengo la mente en blanco, más bien estoy un poco cansado.

— Descansa, ya vamos a llegar a casa.

Después de una hora y veintidós minutos, Enrique y Milenna, llegan a Bogotá un poco cansados de tanto viaje.

Antes de coger vuelo para Cali, Enrique ve a su esposa muy fatigada por los viajes, y le dice:

— Amor, siéntate ahí, mientras yo arreglo lo del viaje.

— Bueno.

En ese instante en que Enrique le dice eso a Milenna, un hombre vestido de blanco y llevando consigo una maleta, rosa a Enrique en su mano derecha. Causándole una gran conmoción.

En ese momento, Enrique sintió algo inmenso en todo su cuerpo y de inmediato siguió a esa persona hasta el baño de hombres.

Enrique entra al baño y le dice al hombre que esta vestido de blanco:

— ¿Quién eres tú?


El sujeto se está lavando sus manos y de inmediato le dice a Enrique:

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El sujeto se está lavando sus manos y de inmediato le dice a Enrique:

— Esa pregunta tú ya la sabes.

— No, yo no sé quién eres, nunca te he visto.

— Sí que me has visto y mucho, Milenna está muy cansada, pero valió la pena hacer esto.

Enrique se asusta, y le dice:

— ¿Usted como sabe el nombre de mi esposa?

— Porque yo te la puse en tu camino, ya no te acuerdas en esa tarde lluviosa, ella estaba sentada con una biblia en mano y tu observándola detenidamente.

Enrique comienza a tartamudear. Y ya le es difícil ver a los ojos de ese hombre, diciéndole:

— No, no, no puede ser, ¿será que me estoy imaginando esto?

— Ya deja de decir cosas sinsentido, no te tas imaginando nada Enrique. Te felicito por todo lo que has logrado, pasaste por muchas cosas y no tiraste la toalla, no te importo irte a otro país a sabiendas que era posible no encontrar nada, pero aun así fuiste con tu esposa y no pensaron en gastar lo poco que tenían, para descubrir lo que yo te había mostrado en tu sueño.

El corazón de Enrique se acelera de lo impactado que esta ante la gran y sorprendente presencia de aquel hombre.

En ese instante, el hombre mira fijamente a Enrique, y le dice:

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