50° Algo no anda bien...*

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 ¿De qué estarán hablando? ¿Y por qué Mina parece tan perdida y desolada?

Desde hace media hora, mi vampira y su hermano parecen hablarse de un tema que parece ponerla incómoda. No quiero entrometerme porque no me incumbe pero no puedo evitar sentir el impulso de arrancarla de esa tumbona y llevármela a algún sitito donde no puedan molestarla, ni siquiera Alex.

El par desaparece de mi vista y una superficie azul ocupa mi campo de visión, difusa por el agua. Tomás me acaba de empujar a la piscina y me ha hecho tragar agua. Cuando salgo escupiendo agua como la fuente del centro de la piscina miro al perpetrador del acto prometiendo venganza mientras éste se agarra el estómago, muerto de risa. Esto no se quedará así, ya me vengaré luego. 



Las horas pasan y la tarde se escurre entre nuestros dedos de manera tranquila. Como prometí, me vengué de Tomás empujándolo con tumbona y todo a la piscina. De más está decir que no le ha gustado nada pero, como todos disfrutaron de la broma, lo ha dejado pasar.

Con los demás decidimos irnos al High esa noche e invito a mi hermano a acompañarnos. Él acepta y arreglamos que iremos juntos ya que pasaré por casa a cambiarme de ropa.

A las siete de la tarde me marcho a casa, arreglando con los demás de encontrarnos a las nueve y media en la barra del local, tengo algo que hacer antes de encontrarme con ellos. Enfilo para el centro de la ciudad de lo más tranquilo pero hay algo que me molesta. Sin importar a dónde voy siento que alguien me sigue. Cuando llego a la joyería, estoy convencido de que me he vuelto paranoico, nadie me sigue. Miro a ambos lados de la calle y a todo a mí alrededor pero no veo a nadie. Niego con la cabeza y entro al local. Tengo un encargo que recoger.

Apenas entro, me encuentro con Justino, el dueño del local, que me saluda con afabilidad. Sale de detrás del mostrador y se acerca a abrazarme.

- Chris, ya era hora de que aparecieras.

- ¿Regañándome otra vez?

- ¿Yo? No, jamás. Simplemente destaco un hecho.

- Como tú digas. ¿Tienes mi encargo?

- Claro que sí.

Desaparece por una puerta detrás del mostrador y reaparece unos minutos después con una caja rectangular de terciopelo negro. Me la entrega y al abrirla compruebo el resultado de mi visión: un precioso conjunto de gargantilla y pulsera de plata en varias cadenitas tensadas entre ellas, con un rubí del color de los labios de Mina en cada uno. Es simplemente perfecto, mejor de lo que me había imaginado.

- Justino, esta vez te has lucido, supera todas mis más altas expectativas.

- Gracias, es un honor saber que estás complacido con mi trabajo.

- ¿Y cuándo no lo estoy? Eres el mejor joyero que he conocido en mi vida.

- Harás que me sonroje y eso no es propio de un hombre.

- Gracias.

- No hay de qué, ha sido todo un honor como ya te dije. ¿Es muy importante, no?

Esa pregunta hace que retire mi vista de la caja y lo mire. Parece complacido de sí mismo y, a la vez, ligeramente curioso, aunque yo sé que lo que brilla en esos ojos color caramelo es una intriga del tamaño del continente asiático.

- ¿Quién?

- La persona para la cual has encargado esto.

Me quedo pensando si debería responder. ¿Sería buena idea? Finalmente decido: no creo que pueda haber mal alguno en que lo sepa y le cuento mínimamente para quién es y lo que significa para mí éste regalo. Justino sonríe y me anima a que siga adelante. Según él nunca me había visto tan feliz en los años que hace que nos conocemos y debo ir tras lo que me dé felicidad ya que la vida por cada una de las felicidades que nos da, también nos entrega varias penas y tristezas, por lo que hay que aprovechar.

Lest-Out-Love (Serie Amor Enjaulado I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora